“Las palabras de la carne” de Jose Andrés López que dirige junto a Virginia Rota

 

Las palabras de la carne es el nuevo trabajo de Jose Vicente López. Un trabajo cómplice con unos compañeros de viaje, que ya nos han regalado hermosos trabajos. Vuelve a contar con los tres artistas Elena Esparcia, Alessandra García y Carlos Gorbe, con los que Jose Andrés López comparte escenario.

El autor y actor de “Las palabras de la carne”, firma la dirección, el diseño de escenografía, el vestuario y atrezzo con Virginia Rota. Rota también se hace cargo ella sola, de la creación audiovisual, la fotografía y del diseño gráfico. El actor Carlos Gorbe, es el autor de la música original, y se hace cargo del espacio sonoro. La coreografía es de Luz Arcas, el diseño de iluminación de Jorge Colomer, y el insustituible trabajo del hombre de teatro Antonio Jiménez.

Las palabras de la carne es una pieza que evidencia e indaga sobre la necesidad de trascender a la muerte. Buscamos respuestas en la música, la lectura, oteando entre la naturaleza, o cuando nos cobijamos en otro cuerpo, exorcizando por un momento la muerte.

En la carta del Ermitaño del Tarot aparece un anciano de largas barbas, con un farol. El personaje camina de derecha a izquierda, en su mano porta un farol. Un farol que, más que para alumbrase para ver, es  para ser visto. Recuerda al personaje de la fábula que se queja de la necesidad que tiene él, de Dios, y el poco interés que demuestra el todo poderoso por su persona. Por lo que el farol es una demanda para ser tenido en cuenta.

La obra de Jose Andrés López es la búsqueda de un Dios vigía en el horizonte, que nos ampare y nos indique el sentido que tiene de inclemente la vida cotidiana en general, que aún vista desde una atalaya de confor material, no mitiga la desazón existencial que nos desconcierta al contemplar un mundo caótico, del que por momentos somos conscientes, y en otros lo olvidamos como un mal sueño.

A veces choca como en el Parlamento Europeo se dictan normas para que no sufran los pollos cuando son sacrificados -lo que es justo-, ignorando la parte del mundo en que se subsiste con los medios precarios del medievo, mientras son exterminados con las armas más sofisticadas.

José Andrés López nos presenta la función en una declaración de intenciones, y se retira, para dejar hacer a tres artistas potentes, como son Elena Esparcia, Alessandra García y Carlos Gorbe, y regresará al escenario para componer una estampa de gran valor dramático, porque figura la muerte, y de la unión carnal como necesidad mística.

Un acierto del autor, es arrancar la representación con el reencuentro de tres hermanos, sobre los que sobrevuela la muerte, en concreto de su padre. Así centra la historia desde la institución por excelencia, con tres hijos de la misma madre y del mismo padre, su fruto dos mujeres y un hombre.

El 3 es un numero de inicio por lo que tiene de ruptura, en este caso dos hermanos discuten sobre sus sentimientos recíprocos, entre lo que llamamos buenas acciones guiados por el motor de arranque del egoísmo. En su discusión cabe, la postura de los firmemente creyentes, que no valoran del todo el esfuerzo personal, dado que nuestros logros y fracasos están en la mano divina.

Aparte de nombrar su desencuentro, parece que el interés de la hermana y el hermano es dejar claro que luchan en diferente trinchera, y una tercera hermana, que en medio de esa lucha de egos, intenta conciliar o ser vista.

La pieza es un paseo entre el vértigo de la realidad, y la reflexión mística En la obra es tan importante el fondo que se nombra con la palabra, como la forma que se trasmite desde la expresión corporal, y la danza bien marcada por las directoras y Luz Arcas.

El texto es muy discursivo, pero la puesta en escena de Virginia Rota y Jose Andrés está concebida desde el movimiento, y una vez revelado el desencuentro de los hermanos y marcada la diferencia de trincheras. Hay una ruptura materializada en una danza sincopada, como si cada uno de los tres hermanos fueran arrastrados al sentido contrario, de dónde intentan ir.

Elena Esparciay Alessandra Gracia comunicarán con el público con su expresión corporal y su danza mestiza, en un momento Alessandra García ejecuta una danza con raíz flamenca que estremece, como estremece la danza que talla en el aire Elena Esparcia. Carlos Gorbe, continúa con su denuncia imparable frente a una mesa de mezclas, en un juego magnético entre DJ y predicador apocalíptico, con un discurso envolvente.

Elena Esparcia, Alessandra García, Carlos Gorbe y Jose Andrés López, juntos o por separado logran comunicar su inquietud, y su desasosiego, de alguna forma en cada una de sus manifestaciones alzan su farol para ser vistos, aunque para recibir su respuesta tendrán que contar con la misma paciencia de un náufrago, cuando espera la respuesta a su mensaje lanzado al mar en una botella.