«Las niñas no deberían juagar al fútbol«, con esta rotunda negación, Marta Buchaca pone título a una función en que nos presenta a tres desconocidos que coinciden en la sala de espera de las urgencias de un hospital, donde han sido llamados porque son los familiares más directos de Anna, Lidia y Josep, tres personas que viajaban en el mismo coche en dirección a Sitges y han sufrido un accidente. Los familiares no se conocen, y ninguno alcanza a entender el porqué viajaban en el mismo coche una niña de 12 años, una joven de 30 y un hombre de 50.
El recurso de juntar a varios desconocidos en una situación límite mientras alguien se debate entre la vida y la muerte es un clásico, los que esperan se esfuerzan por entender lo que ha sucedido, y es más, se preguntan quién era en realidad la persona con la que convivían ahora que existe el riesgo de no poder preguntárselo nunca.
Hasta ahí Buchaca, juega sobre seguro, pero la autora con la función de «Las niñas no deberían juagar al fútbol», desarma varias falsas crencias y expone algo que gran parte de la sociedad niega: que en la misma medida que un hombre puede no sentir apego por su hijo, se admita que le puede ocurrir lo mismo a una mujer. Un hecho que es lamentable para el hijo y puede entrar en el campo de la irresponsabilidad, pero en la misma medida que cuando ocurre con un varón, y no se debe de jugar con la tolerancia tradicional machista de excusar al hombre de despegado y tachar de monstruo de feria a la mujer, cuando los sentimientos van por libre.
El pensar que las mujeres sólo por serlo, son todas buenas madres es un error cultural, en la misma medida que los hombres son todos fuertes, y como la realidad es muy diferente propicia la frustración y la falta de aceptación, que al final se traduce en una actitud autodestructiva o violenta y Buchaca, con su función da un paso más allá que es el exponer otra realidad: que tendemos porque es natural al individualismo, por muy fuertes que sean nuestros lazos por los semejantes.
Lo cierto es que en la función no quedan en buen lugar ni la figura paterna ni la materna, quizá porque la autora ha querido remarcar que antes que padres, hijos o amantes somos nosotros mismos.
No quiero entrar en el fondo de la función, porque sería injusto para el espectador que acuda a verla, y precisamente la propuesta de la autora es jugar con el abanico de posibilidades de cual era la razón de que la niña, el hombre y la mujer viajaran en el mismo coche. Los que acuden a la llamada del hospital son la madre de la niña, el novio de la joven y la hija del hombre.
El texto mantiene la atención del espectador sin altibajos, porque están muy bien dosificados los giros, que encajan con acierto, los actores realizan un trabajo naturalista y pudiera ser que Buchaca directora, haya querido restar dramatismo en la puesta en escena a los personajes de su propio texto.
Marta Calvó, interpreta a la madre de la niña, con una percepción tan pesimista de todo, que a veces hace reír y se agradece, porque es un relax mínimo pero necesario que amortigua por un momento la tensión dramática, y refleja fielmente la realidad, porque en los momentos de mayor tensión las reacciones son sorprendentes y la actriz compone el personaje con el impulso y la contrariedad necesaria.
El contrapunto es la hija de Josep, que interioriza tanto su drama como sus dudas, sin dejar que se filtre información alguna, se fuerza en mostrarse optimista ante el desparpajo sin trapujos del personaje de la madre interpretado por Calvó, y la actriz Katia Klein dota a su personaje de una dulzura resignada, y la inseguridad rencorosa de quién no ha tenido suerte con los afectos filiales.
El tercer personaje en llegar es el novio de Lidia, el personaje mas oscuro de la función. La madre desconfía de él desde el principio, como lo hace con todo y con todos, mientras la hija de Josep trata de aliarse con él, para averiguar lo ocurrido en una actitud más práctica. Dani Gallardo compone con buen tino un personaje por el que no se llega a sentir empatía, o yo no la sintí, ni con él, ni con ninguno de los tres personajes, quizá porque ellos mismos no la tienen con los familiares que están internados.
Marta Buchaca pone sobre el tapete con su imperativo «Las niñas no deberían jugar al fútbol» algunas falsas creencias, que aunque nos las repitan y nos las repitamos no acabamos de aceptar, quizá por miedo a aceptar que nacemos y morimos solos y fuera de nuestra piel todo es extramuros.
El final de la función es efectivo como un tiro.
Título: Las niñas no deberían jugar al fútbol / Escrita y dirigida por Marta Buchaca / Intérpretes: Marta Calvó, Dani Gallardo y Katia Klein (Vicky Luengo sustituirá a Katia Klein los días 10, 11, 18, 25 y 26 de octubre) / Diseño de luz y escenografía: The Blue Stage Family
Teatros del Canal Madrid Sala Negra