Itsaso Arana y Andrés Gertrúdix en Las altas presiones
El regreso de un individuo a su población de origen en una época de crisis personal es un asunto recurrente dentro del cine contemporáneo. Cintas como Algo en común, Elizabethtown, Young Adult o Ahí os quedáis han apostado por la mezcla de drama y comedia para mostrar a personas que han perdido un tanto el norte y se ven obligadas a volver de una manera u otra al lugar donde pasaron sus primeros años de existencia.
Ángel Santos, director del prestigioso corto O Cazador y del largometraje Dos fragmentos de de Eva, aborda este particular subgénero en Las altas presiones, aunque se decante por una película mucho más melancólica que los dramedys a los que estamos acostumbrados.
El realizador deja desde un principio patente la abulia de su protagonista, un hombre que busca localizaciones para una película ajena y que parece encontrarse en un estado de continua pasividad. El regreso a la localidad en la que pasó su juventud le enseñará que madurar no es fácil para nadie, a la vez que le mostrará caminos para salir de su situación.
Santos logra crear perfectamente la atmósfera de apatía que rodea al personaje principal a través de una fotografía deliberadamente gris, unos parajes ruinosos y desolados que parecen un reflejo del estado interior del protagonista, y una espléndida interpretación de Andrés Gertrúdix. El actor, habitual en trabajos tan fuera de norma como 10.000 noches en ninguna parte o El idioma imposible, capta con sus miradas cabizbajas el aburrimiento existencial que embarga al personaje.
Su tristeza contrasta con la alegría de vivir que irradian una enfermera que conocerá en una fiesta (una estupenda Itsaso Arana) y una joven artista, a la que encarna una encantadora Diana Gómez, pero también con la aceptada resignación de la hermana de esta última, una antigua amiga del protagonista, a la que da vida una maravillosa Marta Pazos.
Equidistante tanto del tono altisonante de cierto cine de autor como de la ligereza de las películas más comerciales, Las altas presiones consigue reflejar un cierto estado de ánimo no solamente a través de los diálogos y los actos de los personajes, sino también de un ambiente plomizo . Quizá alguna reiteración innecesaria y ciertos baches en el ritmo desluzcan algo el conjunto, aunque se comprende que el filme de Ángel Santos haya sido el ganador del premio Las nuevas olas en el pasado Festival de Cine Europeo de Sevilla: el joven realizador sabe narrar con imágenes sin necesidad de palabras que subrayen de manera innecesaria sus intenciones.