Por NACHO CABANA
Se inauguró la 31 edición de L’ Alternativa en el CCCB con la proyección de la película ganadora del Oso de oro en el último festival de Berlín, Dahomey de Mati Diop .
Se trata de un documental de creación en el que la directora ha editado tres grandes bloques de grabación. Por un lado el traslado de una pequeña parte de las esculturas y obras de arte que el gobierno de Macron devolvió a Benin recientemente. Por otro, un debate entre ciudadanos de la capital africana acerca de las reales intenciones francesas al hacerlo, así como las implicaciones que dentro del país tendrá la recuperación de las piezas y el sentido de los museos en poblaciones con importantes carencias urbanas y humanas. Finalmente, planos de la vida cotidiana de Dahomey: las calles y mercados donde el vudú es aún parte de la vida cotidiana.
Mati Diop adereza estos tres bloques con planos en negro donde una voz en off, supuestamente perteneciente a alguna de las tres enormes esculturas recuperadas, habla en primera persona (y estilo bastante literario) figurando cómo se expresarían estas si fueran series tan vivos como los esclavos capturados en Benin y llevados a América siglos atrás.
El resultado es interesante e informativo pero se trata de una película demasiado pequeña (mucho más que su anterior y ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes 2019: Atlantique) como para merecer un Oso de oro que más se antoja una solución de consenso que una premiación objetiva.
También en Berlín fue galardonada el Premio FIPRESCI de la Sección Panorama la película española The human hibernation de Anna Cornudella Castro.
“¿Qué ves cuando miras a los ojos de una vaca?” Fue la pregunta que Cornudella y parte de su equipo le hacían a los granjeros a cuya puerta llamaban durante un viaje entre Nueva York y Dakota del norte con la intención de encontrar actores “naturales” para su película.
Con este planteamiento, de The human hibernation uno podría esperar un canto a la vida rural pero no es así, o no lo es del todo, básicamente porque Cornudella y su guionista (Lluís Sellarès) engloban los (numerosos y algunos muy bellos) planos de animales en la naturaleza dentro de un concepto bastante inquietante y que mueve el, llamémoslo así aunque no lo sea, relato a territorios del fantástico.
¿Qué pasaría si los humanos hibernáramos como lo hacen algunos animales?. Que no sabríamos que pasa durante el invierno -contesta la película-. Que la especie humana estaría a la misma altura que las otras que hibernan y por debajo de las que no, como esas vacas que fascinan a la directora y que miran desafiante a la cámara apenas tienen ocasión.
Todo ello se ofrece envuelto en una cosmología que plantea los lagos y aguas estancadas bien como portales a otras dimensiones o bien como punto de encuentro con los antepasados. Excelente la fotografía de Artur-Pol Camprubí y la música de Emili Bosch Molina que subrayan lo terrorífica que puede resultar la naturaleza.
Quizás, al final, lo que ven las vacas no es otra cosa que a un cantante country interpretando Fly me to the Moon.