L´ALTERNATIVA 2022: Ulrich Seidl y la máscara moral.
Por NACHO CABANA
Contaba Albert Serra en la presentación de la sesión que programó dentro de L´Alternativa 2022 que, durante la pasada edición del Zinebi (Festival internacional de cine documental y cortometrajes de Bilbao) un amigo le comentó su sorpresa ante un palmarés en el que absolutamente todas las películas premiadas pretendían, de una manera u otra, inculcar al ciudadano valores cívicos.
“El cine no está para educar en valores, una película puede tener un trasfondo humanista pero no puede ser su principal objetivo” puntualizó Serra, poniendo el dedo en la llaga en uno de los grandes males de esta máscara moral que nos ciega: confundir los méritos cinematográficos de un film con su defensa de determinadas causas o colectivos.
El largometraje programado por Serra fue Mit vermuts int zu rechine (Cabe contar con pérdidas) de Ulrich Seidl, una película de 1992 que el director de En el sótano realizó contando en el guion con la colaboración del gran Michael Glawogger, caído en acto de servicio en Liberia hace ya 8 años.
Y se trata, como advirtió el director de Pacifiction, de un film mucho menos provocador de lo que nos tiene acostumbrados su autor. Un documental ficcionalizado o una ficción documentalizada (qué partido le saca Seidl a la ambigüedad de su puesta en escena) sobre los habitantes de dos pueblos vecinos y perdidos en la frontera entre la República Checa y Austria, que saca sus mejores momentos cuando descoloca a los personajes retratados (la visita de la pareja de jubilados a una sex-shop) y en la conversaciones entre las mujeres donde, por debajo de la verbalización de los valores que determinan su vida sentimental, Seidl deja ver ese humanismo y humor que, en otras de sus películas, se encuentra disgregado entre inteligente cinismo y refinada crueldad.
También encuentra humanismo Ulrich Seidl en el protagonista de la muy polémica Sparta, la segunda parte del díptico que ha rodado este año (la otra, Rimini, también fue proyectada en L´Alternativa 2022) y que mantiene un apasionante diálogo con la Mantícora con la que Carlos Vermut debería figurar entre los más nominados a los próximos premios Goya y Gaudí.
Pretende el cineasta austríaco entender al pedófilo más allá de su rol maligno. Y, como para Vermut, entender no significa en ningún momento indultar o justificar las acciones del agresor sino mostrar su lucha contra la peor de las pulsaciones sexuales, sus mecanismos para esquivarlas o satisfacerlas sin dañar a nadie: aprovechando el director y su guionista, Veronika Franz, los límites de, me atrevería a decir, lo legal para crear la máxima incomodidad junto a retrato.
Sobria y simétrica, como todas sus películas, Sparta es también una esmerada descripción de ambientes marginales, de decadentes karaokes, de pueblos con escuelas abandonadas, de alienantes industrias, de familias sin asideros.
Una película tan valiente, arriesgada y exacta como Mantícora que elabora, a partir de parámetros bastante similares, historias muy diferentes.
Al igual que Rimini, Sparta la ha adquirido Filmin para su distribución en España lo que hará posible que ustedes la puedan ver en salas y/o en la plataforma, quizás esta misma navidad.
EO.
También hemos visto en L´Alternativa 2022, Eo de Jerzy Skolimovski, una suerte de Benji vuelve a casa protagonizada por un burro que bien podría haber dirigido el Jean-Jacques Annaud de los tiempos de El oso si no fuera porque el veterano cineasta polaco rompe la odisea de su asno con imágenes tan bellas (la presa ante la que pasa el protagonista, el prólogo teñido de rojo) como desconcertantes (ese robot que emerge en mitad del bosque) y que resultan bastante coherentes con los planteamientos creativos, estéticos y animalistas de su película. No ocurre lo mismo con la absurda escena de Isabelle Huppert que parece estar incluida en Eo más por capricho de alguno de los productores que por cualquier otra cosa.