Después del descalabro crítico y comercial de After Earth, el director M. Night Shyamalan apuesta por el terror de bajo presupuesto con La visita. Lo hace en forma de falso documental, aunque estemos lejos de la estética desmañada del found footage (metraje encontrado), subgénero al que pertenecen éxitos de taquilla como la saga Paranormal activity o El proyecto de la bruja de Blair. Aquí importan tanto la puesta en escena como los personajes, dos elementos bastante descuidados en este tipo de productos baratos y de escasa calidad. A este respecto, no es casual que la directora del filme casero que vemos en pantalla sea una adolescente con aspiraciones de realizadora que desdeñe los programas de telerrealidad y arremeta contra ese cine contemporáneo que desprecia el aspecto visual.

Ed Oxenbould y Olivia DeJonge interpretan en La visita a dos hermanos que acuden a conocer a sus desconocidos abuelos
No obstante, aparte de estos dardos irónicos, el realizador norteamericano se limita a dirigir de manera modélica un filme de terror tan modesto como efectivo. Hay los consabidos sustos propios de este tipo de cintas, pero se nota el gusto de Shyamalan por la creación de una atmósfera malsana y su tendencia a crear situaciones de terror gracias al fuera de campo.
Además, el responsable de El incidente introduce de manera acertada el humor negro y consigue que los pequeños protagonistas, dos adolescentes que deciden grabar su visita a la casa de unos abuelos que no conocen, resulten simpáticos para el espectador. Gran parte del mérito se debe al estupendo trabajo de los jovencísimos Ed Oxenbould y Olivia DeJonge, que inyectan credibilidad a sus personajes. Su interpretación contrasta con la que realizan los veteranos Deanna Dunagan y Peter McRobbie, demasiado histriónicos en su papel de ancianos trastornados.
También resulta digno de mención que Shyamalan utilice siempre el punto de vista de los chavales, convirtiendo al espectador en particular cómplice del terror que los chicos sienten ante el extraño comportamiento de los padres de su madre, y que el giro final, casi una característica ineludible dentro de las cintas del autor de El protegido, sea menos efectista que en otras ocasiones.
No obstante, quizá haya que reprocharle al cineasta estadounidense que no indague algo más en las razones del distanciamiento entre la madre de los adolescente y sus progenitores.
En resumen, La visita es una película de terror simpática y modesta que logra su propósito primordial: entretener durante hora y media a un público dispuesto a estremecerse.