La vida…que pasa

La vida…que pasa

 

Ser feliz es lo mejor que podría dejarme de pasar!

¿No ser feliz, que no lo soy, esto es, tantear la felicidad y dejarla un poco de lado, como al bies, como si tuviera la fuerza suficiente para arrastrar en pos de sí una vida?

¿No ser feliz y ocurrírseme lo que jamás pudiera ser, esto es, ser feliz mientras se deja atrás todo confín y toda orilla?

¿Pero cómo ser feliz?

¿Es necesario imponerse algún límite? Como en matemáticas, una tendencia que no llegase a buen fin.

O bien hay que disfrutar de los guijarros del, supuesto, camino de la felicidad, e ir pasando de uno a otro, dañándose alegremente los pies.

La respuesta no es sencilla.

Habría que poder podar los callos y rugosidades de los pies para contestar sin hacer trampas.

Sinceramente, no me veo muy capaz de ello.

Así que, definitivamente…Ser feliz es lo mejor que podría dejarme de pasar!

Porque cada día nos saturamos un poquito más de nosotros mismos. Saturar tomado aquí en el sentido de un gas que ocupa más y más porciones de un volumen dado.

Y así se convierte la experiencia insaturada en un antídoto, en un antiveneno.

Y rodando los mundos que van rodando bajo nuestros pies llegaremos a la pradera esmaltada de flores blancas y azucenas…

Sabremos qué nos queda por contar y ese tal será nuestra vida, nuestra entera vida…

Amando, sólo y siempre.

Porque el amor nos transporta en volandas por el difícil sendero de la felicidad y del pequeño o mucho engolamiento que nos hace hincharnos poco a poco, como rellenos de un gas en putrefacción.

Una naturaleza muerta es un buen símil de lo que digo.

Aprender a ver por entre el plumaje demi-faisandé del ave correspondiente.

A nuestros ojos y nuestra boca.

Siempre, por siempre animales. Pero no desbocados, sino en el instante supremo de la caza.

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

4 comments

  • Después de leer este curioso y alentador artículo del pensador José Zurriaga, uno se pregunta a veces, ¿la felicidad viene dada, te viene de fuera y no se puede cambiar, no es modificable, viene predeterminada y está prefijada o, por el contrario, es modificable y se debe ganar día a día?

    Preguntas y respuestas de este tipo forman parte de una gran variedad de libros y hasta, puede decirse, hasta de manuales para entretener a los lectores que, afanosamente desean alcanzarla. El amor y la felicidad son temas claves de la sociedad actual del XXI en donde los puntos de vista en cualquiera de los dos son diversos, originales y a veces, contrapuestos. Los poetas, los escritores y los pensadores cautivan desde hace años las mentes humanas y enamoran con buenos propósitos y excelentes deseos de felicidad para quién alcance el amor y lo posea. ¿Se posee el amor? ¿Se idealiza a la persona amada o realmente es un deseo de alcanzar lo inalcanzable para ser feliz y “vivir en paz” con uno mismo?

    Existen posibles razones que el ser humano inmerso en el mundo del siglo XXI debe afrontar y encauzar su vida por un camino acertado para llegar a ser feliz sin descartar que en esta vida, existan múltiples caminos por los que también es posible llegar a serlo aunque gran parte de la sociedad no los acepte. Curiosamente tengo el diseño de un libro en mente para redactarlo algún día en el que entrarían conceptos tales como el propio concepto de felicidad, el arraigo en una sociedad, la importancia de los grupos sociales para el individuo, factores a tener en cuenta (el amor, la fortaleza: física y psíquica, la dicha y la fortuna, los sueños, anhelos, deseos, etc…).

    Sería interesante después de leer este hermoso artículo de pensamiento de José Zurriaga, sentarse a pensar exactamente cuáles serían las claves para sentirse feliz hoy en día. ¿Acaso es posible sentir la felicidad o infelicidad? ¿Es un estado o es una cuestión de “sentirse…” en momentos puntuales de la vida?

    Un estado es un continuo es decir, no depende ser feliz tanto de los condicionantes externos sino de la motivación interna de cada ser. ¿Cuáles serían los pasos para conseguir la felicidad si es que verdaderamente existe?

    Tomando como hipótesis que es posible la felicidad podríamos inducir a las personas a mirar a su alrededor y contemplar todo cuanto acontece, de ese modo valoraríamos sus objetivos y metas. Según el concepto que cada ser humano tenga de felicidad llegaremos en mayor o menor grado a encontrarla, a buscarla o quizás a reconocerla. La belleza interior, la admiración y contemplación, las pequeñas cosas y detalles, el apreciar los amigos y el grupo que nos rodea…y en general, solo por estar vivos y tener “vida” ya se puede ser feliz.

    Un diez para mi gran amigo José Zurriaga por hacernos reflexionar cada domingo. Un abrazo

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  • Estupendo comentario el de mi amiga Almudena Mestre, como siempre suele suceder, deleitándonos a la par que instruyéndonos. Su visión de la felicidad posible o alcanzable, en dialéctica precisa con la infelicidad, es de mención y distinción. Así como los planteamientos que elabora sobre el amor y sus posibles conexiones y consecuentes. Muchas gracias de nuevo, querida Almudena Mestre.

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  • Grandes palabras son ambas, amor y felicidad, pero sólo la primera lleva a la segunda o no.
    Palabras que son guías vitales y sus contrarias, en cambio, desoladoras cuando no mortales.
    Palabras que son fetiches, tabúes y comodines afines, como también flechas descomunales.
    Palabras que muchas veces, a las cosas merodean, inquietan y, funestamente, determinan y
    desprestigian, llevando su aguijón fuera de toda sana razón y, hasta otras tantas veces, retan
    al sentido común, en su afán inconmensurable de subsumir lo más importante, aquello que
    arte nos muestra a occidente desde tiempos pretéritos, delirantes y gratificantes con el orden
    primigenio.
    Roranna

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  • Muchas gracias por tu discurso lógico o paralógico, Ana María. Resigues bien de uno a otro confín de mi artículo con esas largas cambiadas y luces cortas en tu travesía bien jalonada de aguijones y flechas. Llegas bien hondo a las tripas del escrito.

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