¿Tenemos lo que nos merecemos?…Habría que dilucidar primero qué nos merecemos y sobre todo, según quién nos lo merecemos. Pero la respuesta más rotunda y contundente sería, No…¿O, sí?
Este y otros apriorismos similares parten de una óptica antropocéntrica del mundo (y del Universo), que es radicalmente falsa. Se podría responder que la vida es injusta…pero la vida no es ni justa, ni injusta (este concepto sólo se puede aplicar a una institución humana).
Otra vez estamos ante la misma escena. Un juez, supremo, decide, racionalmente, se supone, o bien caprichosamente, sobre nuestros desvelos y quehaceres, sobre nuestro destino, en suma.
¿Y bien? Y bien, la vida no funciona así. No hay nada ni nadie que esté desvelándose para premiarnos o castigarnos por nuestros hechos y acciones. Somos un grano de arena en el Universo.
El Universo no está ahí para preocuparse por nosotros. Está, simplemente. Como nosotros, estamos, simplemente. Y lo que nos vaya sucediendo es un compendio de azar, necesidad y otros pocos factores.
Pero no de la voluntad de ningún ser o ente superior, sea éste Dios, la Naturaleza o el karma. La vida, señoras y señores, sencillamente no es así.
La vida es un compendio de alegrías, desdichas, males y hechos afortunados y una gran cantidad de polvo gris, ni bueno, ni malo (a nuestros ojos), sino todo lo contrario…
Y no podemos influir grandemente en todo ello, sea a nivel macro, nuestra vida en su conjunto, y quizá también la vida de los que nos rodean, ni a nivel micro, o cada una de las miserias que la conforman.
Sólo el avance científico y su consecuencia la tecnología aplicada, pueden hacer que nuestra vida mejore sustancialmente. Eso y un racional manejo de los recursos escasos aplicados a nuestro interés, la economía de nuestras vidas.
Ninguna religión ni creencia ha logrado desde el Neolítico mejoras de ningún tipo en la vida de ningún ser humano, en todo caso, todo lo contrario: ha traído rémoras e inconsecuencias que nos han hecho vivir peor.
La invención de la agricultura, y la ganadería, y el paso del mito al logos en tiempos de la Grecia clásica han sido los dos hitos previos al surgimiento de la ciencia en Occidente que han marcado claramente la evolución positiva de nuestras vidas.
Actualmente estamos inmersos en una revolución, la científica, que dura ya unos cuatro siglos y que ha permitido que evolucionasen nuestros pensamientos y acciones de la manera más prodigiosa e increíble.
Y seguramente estemos al borde de avances tan gigantescos que todo lo anterior pueda parecernos en unos cien años peccata minuta.
Aposentémonos ante nuestras pantallas porque la mejor película está a punto de comenzar.
caramba!!!! cuanto optimismo científico-técnico y, sin desmerecer la tarea en cuestión, para nada es mi intención; pero veamos, vivimos mundos paralelos acaso??? Pues en «nuestro» país al menos, la cosa no pinta nada bien; por un lado la fuga de cerebros; por otro la pobreza en tremendo aumento; y, todo ello, tiene mucho que ver con la vida, no??? Y del macro, tal y como van las políticas guerrero armamentísticas (y dejo a las farmacéuticas a un lado) la verdad es que el caos lo invade casi todo, más el micro de la sensatez que está obturado hace demasiado tiempo, en fin, predomina el gris por doquier, no??? Y de los sueños de la Razón produciendo monstruos ni hablamos :( Roranna
Ay mi Roranna! cómo sabes poner el dedo en la llaga! Ni que hablar tiene de los desfallecimientos de este fresco buenista-Asimoviano de la historia que he trazado en el artículo! Sobre todo pensando en nuestro pobre país. Pero, qué quieres, a veces me pongo estupendo y me pongo la ciencia por montera y salgo a bailar, llueve, truene o haga sol, que la plaza pública tiene eso…
Haré propósito de enmienda pero no aseguro que me corrija…a tiempo.