La verdad de lo dicho

La verdad de lo dicho

 

Repensado lo dicho, ¿qué queda? ¿el filón de Facebook? ¿la verdad truncada? Un aforismo sintiente…

Porque el aforismo es apariencia, no realidad. Es bien cierto que muchas veces el aforismo es una verdad en equilibrio inestable. ¿Y la apariencia o la verdad en entredicho laten con más fuerza que la verdad a secas?

Seguramente… al menos tienen mucho más qué ganar y qué perder… soñando. La verdad monda es como la gran bola del Ser de Parménides, poco amena y sin aristas a las que hincar el diente.

Es como decir que el alba y el ocaso son equivalentes, desde cierto punto de vista, y también simétricas, en espejo. Como el amor y el odio. Así no hay quien pueda morder la manzana de algún árbol de la Ciencia.

Todos tenemos la fuerza y el temple suficientes como para salir huyendo cuando algún peligro acecha, pero, ¿quién de nosotros se quedaría a perecer en un incendio, a pie firme, para cumplir con su deber?

Por estrámbotico que pueda parecer, esto último ya ha ocurrido, sin ir más lejos, la guarnición de bomberos del Palacio Imperial de Tokio en su cuartel durante un bombardeo en la II Guerra Mundial. Nadie les dijo que podían ponerse a salvo…

Pero nosotros no somos asiáticos sino europeos y los valores que nos asisten -y de los cuales pendemos agarrados como lapas- no prevén semejante desenlace.

Nosotros sabemos huir para poder seguir soñando, con lo que nos asiste la verdad en entredicho mucho más que la verdad monda.

¿Y por qué queda un aforismo? Seguramente porque estamos inmunizados contra las grandes verdades, por lo menos desde el episodio protagonizado por Adán y Eva. Y nos hiere mucho más profundamente -a veces la piel es lo más profundo- un dardo corto y bien formado.

Un aforismo sintiente… latente y también patente. Para hastiar nuestras conciencias una vez más, y van.

Seguramente todavía somos mortales, pero nadie nos lo ha dicho. Todavía. Y queda mucho pescado por vender. Tanto como nos las apañemos para seguir con el puesto enhiesto en el mercado de la vida.

Generalmente somos capaces de mantener esa antorcha en alto hasta nuestro último aliento. Ventajas de ser occidentales.

¿Y las servidumbres? Pues todas las que acarrean, en estos tiempos, el relativismo y la pérdida aparente de valores y esfuerzos. Estamos en plena cultura del mínimo esfuerzo.

Mínimo esfuerzo pensante y en acto. ¿En acto de rebeldía?…quizás.

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

2 comments

  • Menudo potencial intelectual tiene este autor José Zurriaga, un gran pensador, filósofo y excelente escritor…Admirable su talento sobre los aforismos y sus consecuencias. Tal vez sean la doble cara, la verdad y la mentira de la realidad mundana o quizás de la ficción literaria, de ésa en las que se representa en los textos con afirmaciones en los que no les afecta la evaluación de verdad.

    El que lee un axioma sabe que no necesita ninguna comprobación de veracidad; sin embargo, cuando uno se acerca a un aforismo parte de la experiencia siendo una sentencia breve y doctrinal. Pero, ¿esas sentencias nos alejan de la verdad para seguir soñando en un paraíso perdido ? Quién sabe si las falsas apariencias, los simulacros, la falsedad, los errores lógicos nos inducen a separarnos inconscientemente de la realidad como puro medio de supervivencia, ahorrando talento y esfuerzos, anulando la constancia y el empeño, minimizando el trabajo…Lo más fácil para no percibir ni sentir, para no ver, para vivir en una nube de falacias…

    Te felicito querido amigo Zurriaga; eres un escritor de primera. ¿Existirás de verdad o eres «pura ficción literaria»? Un abrazo escritor

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    • Mi querida Almudena Mestre, escritora, ensayista, psicóloga…Seguro que no sabemos a ciencia cierta si la Tierra que pisamos es firme o no…mera creencia, ¿conjetura? ¿lo sabremos algún día?.

      Yo mismo me pregunto si seré un ente de ficción. Ahí me has dao, Almudena…

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