La Venus de las pieles, de Roman Polanski

La Venus de las pieles, de Roman Polanski

Roman Polanski es un maestro en muchas cosas, pero si tiene una habilidad indiscutible, es la de saber desazonar al espectador, y lo consigue dibujando y retratando a unos personajes que suelen atravesar un momento de total incertidumbre, miran la vida con ojos de plato, y lo que ven les deja en un estado de vulnerabilidad absoluta.

En esta ocasión, el director polaco dirige la adaptación de la obra teatral David Ives, inspirada en la novela del mismo título del escritor austriaco Sacher-Masoch -27 de enero de 186, 9 de marzo de 1895-, de donde procede la denominación de masoquismo, por la relación tan particular que establecen sus protagonistas: Severin y Wanda.

La acción de toda la película transcurre en un teatro donde un director realiza un casting para encontrar a la actriz ideal que protagonice la función que prepara, que es precisamente La Venus de las pieles. A partir de ahí tendremos dos protagonistas y un continente. Los dos protagonistas son el director  Mathieu Amalric y la actriz  Emmanuelle Seigner, y el continente el teatro parisino Hebertot.

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Mathieu Amalric y Emmanuelle en «La Venus de las pieles» de Roman Polanski

La elección de los actores para poner en pie ni más ni menos que la obra de donde procede la denominación de sadomasoquismo no puede tener un componente más provocador y más inquietante, porque el espectador no tiene que esforzarse mucho para jugar el triple juego que se nos propone, y que ciertamente da un valor añadido a la película, en la que un director hace una prueba a una actriz para una función dándole él mismo la réplica, por lo que la actriz y el director pasan a ser Severin y Wanda, y para interpretar a ese director y a esa actriz, que a su vez interpretan a los dos protagonistas de La Venus de las pieles, se ha elegido a Mathieu Amalric, un actor con un físico y una profundidad en los ojos en la que se puede identificar al propio Polanski, y para interpretar a la actriz aspirante a Emmanuelle Seigner, la mujer del propio director sobre el que tanto se ha especulado sobre su vida privada, de la que se tienen muchos datos y pocas certezas.

Estoy seguro de que esta película la disfrutará más el publico que menos conozca la novela de Sacher-Masoch o la obra de teatral de Ives, porque podrá mirar con novedad la intriga, el intercambio de papeles y le servirá para reflexionar sobre la famosa pregunta de  ¿quién es más dependiente en este tipo de relaciones, el esclavo del amo o el amo del esclavo? Para el espectador que vaya a la sala con mas información, puede que la historia  no se ajuste a su idea o al árbol le falten hojas.

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Emmanuelle Seigner y Mathieu Amalric en «La Venus de las pieles» de Roman Polanski

Por mucho que la película la firme un maestro, no deja de ser teatro filmado, aunque en este caso los personajes se puedan permitir pasearse por el escenario y el patio de butacas, y una licencia que se ha permitido el director es poner una claraboya de cristal como techo del escenario, pero Roman Polanski es cine en estado puro y no pierde detalle de los gestos de la actriz: como cuando nos retrata la forma en como deja las bolsas al suelo o la danza final, casi tribal, como signo de victoria.

La interpretación es la baza fundamental de la película y tanto Mathieu Amalric como Emmanuelle Seigner están regios en sus papeles y en su desdoblamiento de personajes. Seigner raspa de puro vulgar en el papel de actriz aspirante y se transforma en una sublime mujer de mundo, dura pero refinada cuando interpreta. Mathieu Amalric transmite a la perfección a ese personaje, constante en las películas del director, del que hablaba al principio que atraviesan  un momento de total incertidumbre, miran la vida con ojos de plato, y lo que ven les deja en un estado de vulnerabilidad. Un personaje que  yo siempre identifico con el propio Roman Polanski.

 

La Venus de las pieles, de Roman Polanski, se estrenó en España el 31 de enero de 2014

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.