Los personajes eran redondos y creíbles, y en seguida me familiaricé con la trama. El pacto de ficción entre el escritor y el lector se lograba con facilidad gracias a una técnica cuidada.
Aquel tipo había establecido un control absoluto sobre sus empleados. Marcaba los horarios, las ocupaciones de cada uno, el tiempo dedicado a desayunar y comer. El móvil estaba prohibido en horas de oficina, y hasta el teléfono fijo cuando no era para atender a los clientes. Lo que había empezado siendo una relación cordial, con una jerarquía lógica que animaba a todos a cumplir con su trabajo, se convirtió de forma imperceptible en una dictadura. Criticaba sus fallos en público, su inapropiada forma de vestir, los diálogos habituales que se mantienen durante una jornada de trabajo. Dejó de comer con ellos, de celebrar las fiestas del calendario, incluso de pasear en su compañía tras la salida del trabajo en busca de la estación del Metro o la parada del autobús. Nadie parecía dispuesto a detenerlo, y por eso a mi amiga se le ocurrió contarlo. No le importaba que la trasladaran de oficina; siempre le había gustado ir de un sitio para otro. Nos habíamos conocido a través de las redes sociales y me pidió que presentara la novela en cuanto estuviese editada.
Bebimos un vino estupendo tras la presentación.
Al siguiente día, nada más abrir la puerta de la oficina y caminar unos metros, mi amiga resbaló y se rompió una pierna.
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Estupendo relato! De aroma pirandelliano y de resabios bien vitales. Bravo!
Hermoso relato, verídico como la vida misma donde el autor intenta mediante un pacto narrativo que el lector se implique en el relato, lo reconstruya y reescriba de nuevo otro similar, es decir, intenta pasar los límites existentes entre la realidad y la ficción. Tal y como diría Eco, precisa de un lector cooperante que lo ayude a funcionar. Intervienen los signos, los gestos, las palabras, el tiempo pasado real y el aquí y ahora de Eliot, ese devenir histórico donde aludir por intertextualidad lo que hace unas semanas pudo suceder de verdad o quizás fuese una mentira simulada o ficticia de la escritura presente del autor en este relato. ¿Verdad o mentira? Quizás mezcla de ficción y realidad.
El acoso en el trabajo, el desprecio, el miedo, el control, el poder, la jerarquía, el aislamiento son los temas cadentes de un personaje acomplejado y quizás atormentado. Según Adler es posible que el director del banco BBVA actúe de forma absolutamente controladora e intransigente con sus empleados debido a un complejo de inferioridad producido por algún trauma en su infancia, por un sufrimiento de algún tipo, burlas o rechazos de algún tipo y esto le haga imponerse una imagen a sí mismo de autoritarismo y negligencia hacia los demás. Por otro lado, padecería al mismo tiempo, un complejo de superioridad como consecuencia del proceso de transferencia que busca esconder la inferioridad percibida, con la pretensión de ser superior a los demás.
En este juego metaliterario, Sotelo se acerca a través de su propio yo como narrador omnisciente a un proceso de metalepsis narrativa donde él mismo narra cómo conoció a través de las redes sociales a una novelista que le pidió que le presentara su novela cuando ésta se editara. Es un hecho verosímil y creíble así como los personajes, la trama de la novela en cuestión. El hilo conductor de la novela que debe presentar el autor-narrador es excelente al igual que lo es el del propio relato. Un juego cortazariano donde se solapan los planos de la realidad y la ficción, la verosimilitud y credibilidad con la irrealidad.
La voz del narrador se cambia de 3ª persona de singular a 2ª del plural para dar un mayor énfasis y credibilidad a la historia de una novelista que trabaja en el BBVA (cartel que aparece en la imagen – paratexto) y narra un acoso laboral que afecta a los empleados.
A la novelista le gusta cambiar de lugar y hasta no le importa un traslado de trabajo, en cierto modo, su vida es un viaje, un tránsito parecido a los que se refiere en su narrativa Cortázar, es decir, prefiere mudarse, cambiar y en cierto modo, traspasar las fronteras y los mundos paralelos a través de la ficción por medio de su labor de escritora. Quizás la venganza del propio personaje de la novela que se va a presentar sea el origen de la historia del acoso que ella tiene en su lugar de trabajo. Un punto y final: su propio personaje se venga de la autora por un maleficio ficcional, una caída, un resbalón y una rotura de pierna.
Enhorabuena a Justo Sotelo por este relato recubierto de lenguaje que incita al placer por el texto, a visualizar el cambio de realidades y solapamiento de planos por los que conduce a una fuga de ideas a través del intertexto. Muchas gracias por regalarnos un nuevo texto para pensar sobre la realidad y la ficción.
Muchas gracias, tanto a José Zurriaga como a Almudena Mestre. Con comentarios y críticas así, merece la pena seguir escribiendo. Estoy seguro de que el próximo libro de cuentos llegará a buen término. Un abrazo.