En la imagen los actores Augusto Arteaga y Jordi Martí en La Sangre que Brotó de de Iván Bilbao o ¿Que hacen los dioses en los clubs de tecno?
Por Luis Muñoz Díez
La Sangre Que Brotó o ¿Que hacen los dioses en los clubs de tecno? es una distopía psicodélica creada y dirigida por Iván Bilbao, un género en el que se mueve como pez 🐟 en el mar.
La obra está escrita con una estructura clásica, en que un pretexto une a unos personajes en una situación, y se plantea un conflicto. En este caso es el cumpleaños de Jacinto lo que reúne a sus amigos, y como ocurre en estos casos la celebración pasa por desvelar secretos y heridas sin cerrar de los asistentes.
La aportación del autor, es el conocimiento de determinado costumbrismo de personas que consumen las drogas del momento, y son gay. Lo determinante no es su opción sexual, si no, ese sentimiento rompedor y apocalíptico que se experimenta cuando se consumen determinadas sustancias a una edad. Un rito que se repite desde el principio de los tiempos.
La ficción se sitúa en un momento en que han desaparecido las flores, y únicamente se conservan los arboles precisos para que generen el oxigeno que permita respirar. A poco más llega la descripción de la catástrofe en que se sume el mundo, el autor se centra en la forma de vivir de un personaje que pertenece a la élite, y en cómo se relaciona con sus amigos.
Si bien sabe recrear el ambiente de manera acorde con los tiempos que refleja, únicamente ahonda en las veredas del consumo estupefacientes. Un hecho que continúa inamovible desde que el tiempo es tiempo, esas iniciaciones de una clase superior se repiten desde la antigüedad, sirviéndose según la época, de hiervas, bebedizos o absenta.
Cada momento tiene sus drogas, mis ojos párvulos la conocieron el un tiempo de hachís y “tripis” como se llamaba al LSD. Unos consumos que repito, no estaban al alcance de todos, y tenían algo de viaje de iniciación mística. La coca fue la droga del éxito, y la heroína tardó en llegar a los cinturones de rojos de las ciudades, que lo convirtió en tragedia para familias sin recursos que ni sabían, ni podían atajar el tema.
En la imagen el actor Eduardo Lopez de Rodas, que interpreta al llamado a dar celos y sustituir capricho anterior de Jacinto.
Lo anterior viene a que, no es novedad la actitud de cada generación que, cree firmemente en que lo que viven ellos, nadie lo ha experimentado antes, y que después de ellos, el mundo girará de otra forma diferente, todo sazonado con la creencia de que su juventud va a ser eterna, y sin saber discernir la línea de los estados de elevación artificial y la realidad.
Iván Bilbao sabe captar la eternidad de estos dioses de barro, aquí y ahora en 2021. Siempre que salgo de ver una función de Iván, me pasa como con las escritas por Abril Zamora, que su forma contar es totalmente personal -lo que es común en todos los autores- pero con ellas siempre creo que, si no hubieran escrito la obra, directamente nadie hubiera tocado el tema.
Aclaro que las dramaturgias de Zamora y Bilbao únicamente son semejantes en lo particular de su sensibilidad y la sensación que en mi despiertan, no rozan los mismos temas, ni tienen preocupaciones similares.
La puesta en escena de La Sangre Que Brotó es ágil, porque la música y las coreografías ocupan un lugar importante en los montajes de Iván, cuenta con varios actores del elenco que bailan las coreografías de este “mal viaje”, que viven estos chicos, con intervenciones sobrenaturales incluidas, como debe ser.
En el escenario están Augusto Arteaga, que encarna a Jacinto, el niño rico que cumple los años. Él, todo lo sabe y todo lo merece, y es el eje central de la obra. Por sus favores serán rivales un joven que los tiene en este momento, interpretado por Eduardo López Rodas. El actor aporta trazas de chico guapo para que Jacinto se pavonee y humille al chico al que ha retirado ya, su favor.
El expulsado de su capricho es un personaje cálido, con el encanto de la cercanía, al que interpreta Jordi Martín -que cuenta con una voz muy hermosa-, que brota en determinado momento como dulce lamento.
Augusto Arteaga es Jacinto y Jorge de Santos su Ángel custodio. La Sangre que Brotó de Iván Bilbao o ¿Que hacen los dioses en los clubs de tecno?
El grupo de amigos lo completa dos personajes, con aptitud de clowns son dueños del gesto, encarnados por Axel Kornerup y Mattin Lakunza. La pareja de actores, sus caras y una cortina, le permiten al director componer escenas con valor plástico y aportar una comicidad, que rebaja el tono de dramático de lo que está pasando.
El joven Jacinto por si no fuera poco tener un padre muy rico, una pareja de amigos que celebren sus gracias, y dos pretendientes que se disputan sus favores, cuenta con un ángel protector para él solo, y exterminador para el resto, compuesto con un carisma que asombra, en un actor tan joven como es Jorge de Santos.
Si la estructura es clásica, el final queda cerrado de la manera más hermética posible. Y si merece Jacinto contar con un ángel protector, puede ser tema de debate, porque el pobre niño rico, no parece que vaya a contribuir ni al bienestar común, ni el particular de nadie, pero excepto desde los púlpitos religiosos, nadie nos ha engañado proponiéndonos que la existencia sea ni recompensada, ni justa.
La sangre que brotó de Iván Bilbao, por forma y montaje la puede apreciar todo tipo de público, pero quien más la gozará serán las personas de una edad que se sientan identificadas con el mundo de los parnasos artificiales con sus anhelos íntegros, o para quien la vea con añoranza, pensando sin juzgar que él también fue así.
La sangre que brotó está en cartel en la Sala Nueve9Norte de Madrid, mas información y compra de entradas AQUÍ.
Autor y director Iván Bilbao Elenco Augusto Arteaga, Axel Kornerup, Mattin Lakunza, Jordi Martí, Eduardo Lopez de Rodas ,Jorge de Santos Producción Los dolores antitheatre Espacio escénico Iván Bilbao Diseño de luces Alejo Fanego Diseño Gráfico Iván Bilbao