«La noche del eclipse tú», de Luis Artigue o Lorca Artigue Ballesteros

«La noche del eclipse tú», de Luis Artigue o Lorca Artigue Ballesteros

LA-NOCHE-DEL-ECLIPSE-TÚLuis Artigue amaba a su hija Lorca Artigue Ballesteros, y le hablaba antes de conocerla, como todo padre suele amar a un hijo cuando aún es solo una promesa, incluso antes de su propia concepción.

En la primavera  de 2012, hablando con el poeta salió la hermosa luz que le había alumbrado para escribir un poemario tan precioso como es La noche del eclipse tú, que publicó la editorial Visor, y por el que fue galardonado con el Premio de poesía Fray Luis de León.

Le pedí que pusiera por escrito las íntimas intenciones que le habían movido para escribir precisamente este poemario. Yo, como padre solidario quería que abriera su corazón más allá del libro, y Luis con una infinita generosidad puso por escrito lo que le pedía. Y fue generoso no solo con su escritura y con su tiempo, también lo fue al mostrar de una manera tan honesta su necesidad de ser padre, derribando pudores masculinos impuestos al varón, sobre todo religiosos que han querido minimizar la sensibilidad del hombre y tan esencial aspiracióna, a un mero trámite de repoblación y para los privilegiados socialmente contar con un sucesor que calque su nombre y administre su legado.

Ahora que el calor de padre e hija es uno, y se acompasa el latido de su corazón con el de Lorca, veo esas fotos de padre orgulloso, releo lo escrito y siento entre satisfacción y paz, porque no es cierto que todo llega. Hay cosas que solo habitan en nuestros sueños, pero Lorca afortunadamente es una realidad con dos apellidos Artigue y Ballesteros, es una de esas victorias que a veces nos permite la vida.

No creo que pueda añadir mas, os dejo las palabras Luis Artigue:

La noche del eclipse tú, es un poemario que he escrito en una suerte de rapto determinante, revelador y humanizador. En esencia es un libro de poemas en prosa escritos para Lorca Artigue Ballesteros, que será nuestro hijo o hija adoptivo, que tal vez está naciendo ahora, y que pretenden facilitarle el despertar irrevocable que es nacer y darle las gracias desde el principio por dejarse querer.

Todo comenzó tratando de sobrellevar con dignidad la afrenta burocrática que implica la adopción. Descubrí durante el oprobioso proceso legal que, entre la realidad y mi mejer y yo había un tú, una suerte de eclipse. Y me iluminé. Y comencé a dialogar con ese tú mediante el puente que es la poesía. Y confirmé ante mí mismo que la poesía es mucho más que un gran torrente léxico; que la poesía es una conquista tan vital como expresiva devenida de la verdad.

   Le fui hablando a ese tú sobre esa oscilación entre herida y curación que es la existencia, y sobre que íbamos a aunar las fuerzas de los tres, y sobre que trataría de entender lo complicado que es nacer dos veces…

Durante una estancia en el Instituto Cervantes de Moscú visité un museo en honor a los poetas muertos en acto de servicio. Y me emocionó encontrarme allí con un bello homenaje a Federico García Lorca. Y descubrí que nuestro bebé se llamaría Lorca…

Fui intensificando el diálogo con mi bebe gracias a las ventanas interiores abiertas y los puentes que traza la poesía.

Y me di cuenta que esto era por definición una locura: hablar con alguien que no existe. Y me vino a la mente la historia de Hölderlin, al final de su vida ido y recluido en una buhardilla…. ¿Para quién escribía Hölderlin los poemas de la locura si dejaban su enfermedad intacta o incluso la potenciaban? Tuve una revelación que me llevó a concluir que los escribió para mí, pues aquel fue un acto lírico tan inútil como necesario que hoy yo, a través de los siglos, agradezco y abrazo… De igual modo, Lorca, este libro no puede hacer nada para que tú vengas antes, para que llegues mejor, para paliarte los dolores de tu abandono… Pero lo he escrito para ti.

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Me gusta especialmente esta foto del poeta con sus dos mujeres en Hanói, está movida, afortunadamente la vida se mueve y en la imagen hay emoción que también anda siempre de paso.

El bosque es el verso que eligió el poeta en la primavera de 2012, para que acompañara sus palabras. Hoy todo adquiere una dimensión y un valor tan preciso, que encaja con exactitud matemática, desde el fondo de mi alma, sino la tengo en este caso querría contar con una para poder mandar un abrazo lo suficientemente limpio a los tres, mientras acaricio ese otro hijo de papel y tinta que es La noche del eclipse tú.   

El bosque

   ¿Vendrás conmigo a esa demarcación misteriosa en la que crecí; pequeño pueblo abierto al cielo en el que aprendí a fijarme con detenimiento en el dibujo del mundo?

   Allí cada palabra se asienta en sí misma como un buda.

   En el promontorio embarrancado desde el cual el bosque y su reflejo sobre el agua del río son una unidad vital, cierta línea envolvente hace de la belleza algo más que una impronta.

   Aprenderemos juntos sobre la dignidad y la suficiencia al contemplar en otoño esos árboles que, aunque despojados, desafían al cielo con la cabeza  alta…

   La estructura delicada de lo que germina.

   La belleza compartida que todo lo trastoca.

   Nos sentaremos en algún trono de piedra improvisado y recordaré gracias a tus rasgos, a tu rastro, que la poesía nos invita a establecer una nueva intimidad con el origen. Ese tecnicolor primitivo remitirá a mi infancia de la que te hablaré, pues más allá de todo silencio íntimo está el expresivo encuentro de las conciencias.

   Te diré sin decirlo que mi padre es mi estrella polar.

   La brisa húmeda nos castigará con su látigo de juguete…

   Y entraremos en el bosque.

   Quiero creer que adentrarnos en lo real hasta la confusión de las formas nos ayudará a descubrir un nuevo espesor que conduzca a la ley secreta de las emociones.

   Juntos igual que traficantes de recuerdos percibiendo así como el otoño es un enemigo hermoso que conoce la clemencia.

   Sí, juntos entre la pureza adicional de la luz –aunque la naturaleza prefiera que cada uno la ame a su modo- miraremos un árbol hasta hacernos semilla.

   Y disfrutaremos como quienes han sido citados en una parábola como ejemplo de cualquier cosa.

 

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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