En la imagen el actor Diego Olivares, en “La Metamorfosis de Gregor”, Jesús Torres. Foto Moisés F. Acosta
Por Luis Muñoz Díez
Jesús Torres parte de la pesadilla que le produce al joven Gregor la lectura de libro recomendado en el instituto La metamorfosis de Kafka, estableciendo un paralelo con el momento que atraviesa el joven, que lo llama La metamorfosis de Gegor, que si bien el chico no se despierta siendo una cucaracha, cada día le regala con un cambio, y un nuevo conflicto complicado de asumir.
Gregor es un chico de 16 años, que se siente expulsado de todo lo que creía estable en su vida. Su padre de un día para otro ya, no vive en casa, su madre está enamorada, y con su única hermana se comunica dentro de la misma casa por medio de la web.
Por no tener buena relación no la tiene ni con su propio cuerpo que va por libre, y cada día le sorprende con una trasformación o un matojo de pelos mal dispuestos, en las diferentes partes de su cuerpo, pero la pelusa del bigote es lo que peor acepta por ser motivo de mofa de sus compañeros del instituto, que no son todo lo amables que deberían, por no decir que hacen que las horas que pasa en el instituto sean muy difíciles.
Al entrar a la sala del teatro nos advierten que tengamos el móvil a mano, en el escenario encontramos un decorado semejante a un panal. Herméticamente cerrado, que representa el espacio literal en que vive Gregor: su dormitorio y el cuarto de baño. Las ventanas enrejadas por la que podemos ver al adolescente son huecos en forma de teléfono móvil. En su interior permanecerá Gregor durante toda la representación, y todos sus contactos sociales y afectivos se producirán a través de una pantalla. Hasta el acoso al que le somete un compañero que le amenaza para que no cuente una relación homosexual que han mantenido, se produce por medio de la pantalla del telefonillo.
El autor nos propone por medio de una encuesta abierta en Instagram que, decidamos como ha de vestirse, lo que debe desayunar, hasta las más dura de las decisiones será sometida a esa arbitraria consulta. Los espectadores por ese medio podrán variar el rumbo de la historia, como en cierta forma lo hacen en la vida real con las imágenes sometidas a la aprobación de un simple like, en que según el resultado se estimula o deprime el estado de animo del que se expone en la red.
La clandestinidad de las redes, los juegos en los que se mata sin sangre, las imágenes pornográficas a la carta. Todo ello propicia dar un valor supremo a la forma sin interesar el fondo, ni el sentimiento, ni sus consecuencias, lo que produce una distorsión entre lo que eres, y no ya, con lo que crees que eres, si no lo que te empeñas en crean que eres, sabiendo perfectamente que es falso.
La adolescencia es tiempo de mudanza permanente e inseguridades, en que es difícil verbalizar lo que te pasa, por lo que vivir en el mundo artificial de las redes es una buena guarida, pero en ella estás solo, aunque te engañes con las imágenes de las personas que ves en la pantalla.
En ese mundo irreal la respuesta antes agresiones como como el bullying real con lágrimas y sangre en la calle o el instituto, el ciber-acoso, propician una respuesta desmesurada cobijados en las mismas redes sociales desde las que te agreden, engrosando el acosado la lista de los acosadores ampliando la afrenta y el violento círculo. Con un desconocimiento tan profundo de una realidad sin armas sociales de defensa, se pueden dar momentos tan asfixiantes, en que se contemple como única salida el suicidio.
Los problemas que se anidan en la infancia y en la adolescencia, hurtan el gusto por la vida y la confianza en ella, y es complicado levantarte si caes, porque no hay un referente a donde volver.
La obra de Jesús Torres es de una vigencia que desarma, y no solo por lo que cuenta, también por cómo lo cuenta, haciéndonos participes y responsables de las decisiones que ha de tomar Gregor, únicamente rozando la pantalla táctil del móvil.
Jesús conoce muy bien la precariedad afectiva y el estado de incomunicación en la que a veces viven los adolescente. Un periodo que se intuye cuando comienza, y se desconoce el momento en que se pasa a ser totalmente adulto. Ese conocimiento del autor, podría dar pie a pensar que La metamorfosis de Gregor, es una obra dirigida a un público joven, que sin duda lo es, pero pensar que únicamente puede interesar a esa franja de edad es un error, dado que la obra está documentada de una manera tan sólida, que logra ser una muestra imprescindible para saber cuales son las claves de una generación, y no solo para entender a unos posibles hijos que se estén iniciando a la vida, atrincherados en un mundo irreal. La información también es muy valiosa dado que estas generaciones ajenas al valor de la empatía, en pocos años ocuparan los puestos de responsabilidad, y serán ellos quien decidan, con tino o hierro por nosotros.
El actor Diego Olivares realiza un trabajo enorme, pero no está solo en ningún momento en una necesidad imperiosa de tapar cualquier silencio, que le invitaría a pensar. Va del ordenador a la Tablet, y de ella al móvil, y a través de sus pantallas conoceremos a su hermana, a su amiga, a sus acosadores, y a una aplicación que sabe de ti más que tú mismo, porque para ella no existe el humano olvido.
La obra es muy fértil en planteamientos y consecuencias, destacando un mensaje claro y directo, para que cualquier persona que sienta que no hay salida, que sepa que la vida es más larga y más ancha, y que hay un teléfono en que van a saber exactamente que te pasa.
La Metamorfosis de Gregor, es un acierto mas en el suma y sigue de calidad de la obra de Jesús Torres, es teatro vivo, puro arte, y si el arte no ayuda a sanar, directamente no lo es.
La Metamorfosis de Gregor, estará hasta el 27 de febrero de 2022, en el Teatro Quique San Francisco, más información y compra de entradas AQUÍ.
Dramaturgia y dirección: Jesús Torres Reparto: Diego Olivares Diseño de iluminación: Jesús Díaz Cortés Videoescena: Elvira Zurita Escenografía: Carlos Brayda Composición musical: Alberto Reguilón Coreografía: Mercé Grané Producción técnica: Antonio Villar Ayte dirección: Iván Flores Ayte composición: Anto Martín Gamificación: Giuseppe Potenza Pedagogía: Susana Mercado Fotografía: Moisés F. Acosta Jefa de prensa: Raquel Berini Producción: El Aedo