A mi amigo A. le preguntaron por la calle: “¿Usted ha pagado por tener sexo?” y él respondió: “Por supuesto que sí, ¡si he pagado por tener afecto!”. Sabemos de buena fuente que las madres extorsionan a sus vástagos para darles afecto.
“Si haces esto, te doy un beso”. ¿Qué quieren? Es la forma de lograr que aprendamos a ser Godzillas en un mundo de Godzillas. Y entonces, ¿la literatura es una forma de terapia? ¿Es una tabla de salvación de este mundo que es puro teatro?
Escarbamos en nuestras frustraciones, pero, ¿es para llegar a tierra santa, a un humus fecundo? ¿O es más bien para ahondar tanto en el basural que ya acabemos por asquearnos y no querer más?
Las dos visiones de la literatura sirven para abrirnos Universos distintos, ¿paralelos?
En el primer caso, tenemos la visión de la literatura salvífica, que nos conduce a un mundo ideal bajo las estrellas y la luna de este cielo. Aspirar a la salvación…visión que ahonda en las raíces del homo religiosus.
Que, según Mircea Eliade es el tronco común de la especie humana, el basamento que le sirve para dotar de significado último a las cosas, y también a las ideas.
En el segundo caso, la visión es nihilista a la Nietzsche “…y tendremos cinco siglos de nihilismo”. En cierto modo es la apuesta segura, si a nada aspiramos, todo lo tendremos. Y si conocemos el auténtico basamento de la realidad, ¿en realidad no estamos también salvados?
Así que, dando un largo rodeo, ambas visiones acaban por unirse en una misma idea: la salvación, a través de un camino de terapia, puesto que estamos en la modernidad postcristiana.
La literatura como tabla de salvación nos acoge en su ancho y su largo, de medida suficiente y cabal para que ovillemos nuestros cuerpos y espíritus, en el madero que flota a la deriva en el mar ¿de los Sargazos?
El mar de la frustración, del terror, de los miedos, y también, de las bambalinas, del escenario, del teatro del mundo.
Si aspiramos a la salvación, tendremos que creer que al teatro se va y del teatro se vuelve, pero ¿a dónde? ¿A las ideas?
Desde Platón no sabemos vivir sin el mundo de las Ideas. La idea misma del teatro del mundo es una referencia a un pasaje de la obra platónica, revestida de otros ornamentos.
Somos prisioneros, no de la caverna, sino de la Idea, de las ideas. La materia de que está hecho el mundo es la Idea. En cierto sentido, hemos convertido a Platón en Dios y al Universo todo, en notas a pie de página de sus obras.
Pero salgamos de esta locura, aspiremos aire…y hagamos terapia.
La literatura es un mar de los Sargazos repletito de escollos, de algas, de inforescencias marinas que nos hacen apetecer, o bien aborrecer esa sopa de la que nos alimentamos espiritualmente.
¿Qué nos encontramos en la literatura? Mundos y planos de la existencia en los que enredarnos, que nos hacen trastabillar y hasta caernos y que nos empujan para levantarnos de nuevo y de nuevo hacernos caer.
Si la literatura es salvífica es porque nos tiende trampas y nos permite después desembarazarnos de las cuerdas con las que ya llegamos atados ante ella.
La literatura es oracular, nos hace hablar en sueños, puesto que soñamos cuando leemos, casi, casi, yo diría que soñamos para leer. Para leer en los arcanos que tengamos a mano las rutas, abiertas o no de nuestra salvación.
La literatura nos enreda, nos engaña, es cruel con nosotros, es un amante pérfido, pero la adoramos rendidos ante su poder seductor, le lamemos los pies (de página) y vamos ascendiendo hasta los más altivos caracteres tipográficos.
Nunca sabemos qué nos va a deparar, o en el fondo, sí, pero hacemos ver que no nos damos cuenta, y lo hacemos tan bien que nadie, empezando por nosotros mismos, diría nunca que nos están engañando.
Sabe atraparnos, hasta cuando amaga con soltar nuestro espíritu en un céfiro que nos transporte a mundos totalmente desconocidos y de procelosa navegación en olor y sabor. Siempre nos atrapa, nunca nos ha dejado de la mano, pero…
Pero esconde bien sus intenciones cuando es sabia y juega muy muy bien sus cartas (siempre marcadas). El juego es su modus operandi favorito. El juego pasional.
¡La pasión! La gran baza de la literatura. Incluso cuando nos habla desde la ancianidad más provecta y el clasicismo más prístino, resulta en el fondo apasionada. Porque mueve a su antojo nuestros cuerpos y nuestros espíritus, nos conmueve.
Desde siempre lo logró y hasta el fin de los tiempos lo logrará. Hasta el fin del platonismo, quiero decir.
Si el platonismo fuera una religión, todavía le quedarían mil o dos mil años más de vida útil potencial, si lo sabemos manejar con el cuidado y la diligencia que requiere para mantener su frescura y tersura.
Pero el platonismo es algo más que una religión, supera al homo religiosus y lo transporta dándole el cielo en la tierra, convirtiendo a la tierra en su tierra de promisión y haciendo manar leche y miel de sus fecundos manantiales.
La literatura no es sagaz, es persistente como una lluvia fina, como un sirimiri del espíritu que nos empapa sin calarnos, que ha convertido todo nuestro papel mojado en tiras del vendaje de una momia.
Como los versos de Safo encontrados inscritos en los vendajes de una momia, la literatura avanza hasta sus últimas cotas, hasta la derrota final, hasta la perpetua terapia individual.
No hay otro artefacto creado a partir de la palabra que pueda superar sus promesas, bien cumplidas en realidades perennes desde siempre.
Y sólo se requiere aprender a leer, por supuesto mejor, si también a escribir.
Porque la literatura en su navegar errático por ese mar, hace un viaje de ida y vuelta, nos lleva pero también nos trae a la mano que escribe a su dictado muchas veces inapelable.
Y así ejecuta su maniobra de inmortalidad, por la que se hace perenne en el corazón y la mente de los seres humanos. Es autogenerada. Como una divinidad absoluta y única. Nada sale de sí misma sino para volver a recaer en sí misma.
La literatura se regenera, se autogenera, por ser más precisos. Y vuelve a empezar sin haber nunca terminado su labor de tabla de salvación. Porque nunca nos salvamos, no es verdad.
Siempre estamos a un tris pero nunca alcanzamos la tierra prometida. ¿Quizá porque siempre, siempre, hemos vivido en ella?
La literatura es el bálsamo y la piedra angular del ser humano hoy en día, en medio de los más sofisticados avances tecnológicos que influyen en el trasvase de vías electrónicas y más concretamente en los jóvenes que manejan la red informática por medio del correo electrónico, whatsupp, videoconferencias, blogosfera, mensajes cortos y sitios web; los escritores enclavados en la posmodernidad se acercan al mundo y lo representan desde el punto de vista ontológico, es decir, analizando lo qué es el “mundo”, lo que somos nosotros, las interrelaciones que existen entre lo real, lo posible, lo imposible y dando un nuevo aspecto de ficción que se plasmará en sus textos. Existe cierto aislamiento y una fuerte soledad, un cierto predominio de lo individual sobre lo universal, lo psicológico sobre lo ideológico, la comunicación sobre la politización, la diversidad sobre la homogeneidad y lo permisivo sobre lo coercitivo.
Es la nueva era de la posmodernidad donde el hombre se abre universos distintos al real o tal vez, paralelos para calmar y solapar la individualidad. Los personajes creados en la literatura y más concretamente en los mundos posibles literarios arrastran a los lectores a reconstruirla en un proceso de acercamiento y lectura profunda del texto. Tal y como nos explica Lyotard en La condición posmoderna la realidad es una red flexible de juegos del lenguaje.
Cada vez existe en la sociedad posmoderna un pacto narrativo entre autor y lector en donde el segundo elabora y reinterpreta los diferentes textos después de su lectura en un eje temporal, reestructura los textos y los articula e interpreta de acuerdo a su competencia lingüística y características personales así como motivacionales. Así la experiencia humana toma sentido en la literatura a través del eje temporal como decía Paul Ricoeur. Llenamos los huecos, las lagunas de los textos, lo que no se dice ni se escribe…y de esa forma interpretamos los textos y los amueblamos de acuerdo a nuestra condición de lector.
La literatura es cíclica, regenera y autogenera para volver a empezar de nuevo.
Un abrazo y gracias José Zurriaga por introducirnos una vez más en la reflexión de los términos literatura, escritura y lectura.
Mil gracias a la ensayista y escritora Almudena Mestre por su ponderada visión, y muy acertada, de la situación de la literatura en el mundo de la posmodernidad. Acercar al lector al autor es condición indispensable para mostrar que la individualidad persiste y subsiste en un mundo cada vez más sustraído a la individuación e identificación primaria, sometido al anonimato que propician las redes. Gracias de nuevo a la comentarista y un fuerte abrazo, Almudena Mestre.
bueno, bueno, la entrada no puede ser más inmerecida e indecorosa con las madres si bien algo real (caso de falta de educación y por malos hábitos o costumbres) si la ampliamos a los padres y, ni aún así… pero, salvando este escoyo, el autor como viene siendo habitual, afila el lápiz y nos lleva por el laberinto y profundo mar literario de una manera fluida, sutil y muy coherente, como en él, en cambio, sí viene siendo habitual.
además y, por un lado, a estas alturas, hay muchos que hablan de la Literatura como un «todo», lo que viene a ser como una»nada», pues todo y nada de la mano van… lo que es una obviedad, cuando de hecho, hasta la misma Filosofía, de la mano de uno de sus máximos exponentes contemporáneos, Michel Foucault, habla de ella, de la Literatura como un Mar por beber, como «lo impensado» y la tarea a seguir por y para nuestra estética/modernidad o mirada propia, o como la gran sombra de abajo, desde el fin del relato clásico con Sade.
por otro lado, respecto de Platón, pues ahí sí está el origen de todo lo bueno y lo malo occidental (de todo el cambalache), es decir, desde que este griego dividió el mundo en dos (inteligible y sensible), lo dejó tan fragmentado que, aún hoy, andamos intentando repararlo, por ello, surgió la reciente inteligencia emocional y mucho más, psicoanálisis, estructuralismo, etc., etc.
en suma, de ahí surgierton lo Mismo y lo Otro y sus derivados subsiguientes, lo «normal» y lo «anormal», lo «bello» y lo «feo»… y desde él, o sea, desde Platón, navegamos por la vida y la literatura, entre aguas procelosas y demasiado turbulentas (el mejor ejemplo, lo ocurrido este fin de semana en nuestro país, divide y vencerás que, después, ya «coserás»…); y, sí, también hizo florecer los grados en la/su belleza, hizo nacer el romanticismo/platonismo en el/su amor; pero, que caro resultó a nuestro único/real/sensible mundo, el andar entre tanta bambalina y en deriva continua hasta hoy. Y todo ello, muy paradójicamente, sabiendo como sabemos que la misma Ideología o ciencia de las ideas, desde fines del siglo XIX, puso fin a los saberes clásicos, en cambio, nos penetró tan profundamente a este caótico occidente, que no hay manera de que afloren como merecen los modos y maneras aristotélicos respecto del Amor y de mucho más.
así que paciencia, pues sigue siendo la madre de la ciencia (no olvidemos que por ahí anda, esa otra ciencia, la de la conciencia hegeliana o, hasta esa otra, la ciencia de los enunciados de cuño foucaultiano); pero, tampoco tendremos perdón, si bien pronto nos resteñamos las hemorragias del alma y las heridas del cuerpo, pues del espíritu (del crítico y nuestro) ni hablamos, no???
además Platón está, muy claramente, a la base de nuestra cultura y hasta del suicidio colectivo de la misma y, si no actuamos y reparamos pronto nuestro modus operandi y para ello requerimos de un nuevo modus vivendi y subsiguiente, no conseguiremos jamás, vivir en paz, lo que no ocurrirá sino mediante el Diálogo y la Justicia Universal, más la puesta en práctica real de la vigencia (no mera letra muerta como hasta prácticamente hoy, como ocurre con la ley de la igualdad en nuestro país) de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pues nos hallamos justo en la antípodas, ante un pensamiento único de un neoliberalismo salvaje, donde reina el dios Mercado (con sus corporaciones, laboratorios, fondos buitres, deslocalizaciones y grandes riquezas mundiales manejando los hilos del cotarro… TTIP, CETA…), el de la libre competencia y la «excelencia» de lo meramente cuantitativo (si no consigues ser el primero no… aquí sí es aplicable lo del principio), pues desde dicho pensamiento geopolítico e imperante por bandera y en nombre del mismo, como también desde un darwinismo económico y social generalizado, así se apartó o más bien apartaron, paulatina y sibilinamente, a toda la tradición filosófica europea y arrasaron con su pensamiento crítico y libre, el que a nosotrxs nos compete y corresponde, tras lo mejor de las ilustraciones griega y dieciochesta, pero no así el de una libertad de más de lo Mismo que se asienta sobre la desigualdad (germanidad de la naturaleza) de lo Otro (Otredad) como hacen ellos, los poderosos de este mundo sin rumbo, a lo Ramonet.
y ya, sólo resta rogar casi a Aristóteles, alumno y superador de Platón (como Nietzsche lo es de Schopenhauer), para ver si desde ciertos conceptos y formas suyos (Amor, Amistad, etc.) mucho más fluidos y humanos somos capaces de reconducir las cosas, de cara a limar alguna aspereza (caso de que aún podamos) con los refugiados y con quienes pasan aún hoy hambre en este planeta, no???
sólo me queda destacar y subrayar de manera muy especial mi total acuerdo con la frase y pregunta final/colofón de Zurriaga, pero con el siguiente reajuste propio:
abrid los ojos!!!
no veis que hasta un colibrí
si sabéis atenderlo
comerá de vuestra mano
abrid los corazones!!!
pues aunque una rosa
no alcance a calmar
vuestros dolores
ella seguirá siendo
una Rosa
Roranna-041016
Estupendo análisis-comentario de Roranna, entre cuyos pliegues hay que nadar como anguilas para poder alcanzar, indemnes, o por lo menos, no tocados-hundidos, la pregunta-colofón a que se refiere, tan sibilinamente, en sus versos aclaradores y abiertos como ojos al mundo. Muchísimas gracias, Roranna.