La geometría del trigo, de Alberto Conejero o la potente arma que es la palabra

La geometría del trigo, de Alberto Conejero o la potente arma que es la palabra

En la imagen de marcosGpunto, los actores José Troncoso y Juan Vinuesa o Samuel y Antonio, en una escena de  “La geometría del trigo», escrita y dirigida por Alberto Conejero.

 

 

Por Luis Muñoz Díez

 

La geometría del trigo nace de un hecho que le contó al dramaturgo Alberto Conejero su madre. Un hecho de los que se comentan en voz baja, sin mucho detalle, al tratarse de una de esas historias en las que sus protagonistas guardan un silencio hermético, como todo lo que se salga de la norma en cualquier sociedad cerrada, en este caso un pueblo minero y olivarero de Jaén.

Al autor le cala lo escuchado, lo guarda, y con el tiempo se va materializando la historia, en la que rellena y ordena silencios.

La geometría del trigo es una pieza en que lo importante es la palabra, con ella nos intriga, nos seduce, también nos desazona, porque manifiesta muchas renuncias.

Insinúa sin incidir, no es necesario, las decisiones que se vieron obligados a tomar los perdedores de una guerra fratricida. El exililo obligado, político o económico, por huir de la total miseria, que viene a ser consecuencia de lo mismo, o quedarse para andar de puntillas condenados al silencio, porque siempre se vive bajo la mirada inclemente, de una sociedad, siempre reprimida y represora.

La obra escrita y dirigida por Alberto Conejero , cuenta con un texto bello y directo. La acción, como director, la sitúa en un decorado creado por Alessio Meloni, compuesto por un panel, como un cuadro, en que varias grietas inciden en un agujero negro, un banco a la derecha y otro a la izquierda, donde permanecerán los actores durante toda la función, los personajes se incorporan al centro de la escena, solapando tiempo y espacio, un acierto porque proporciona una continuidad ágil, en las transiciones.

En el austero decorado, se sienten las dolorosas fisuraras de los personajes, y la oscuridad del fondo de la mina o el alma, donde Antonio ve la mano Dios, en la sistemática geometría de cada una de las piedras. En tan simbólico marco, Alberto Conejero   nos presenta un texto en que la historia nos ancla los pies en la tierra, y la belleza de sus palabras nos hace volar por su lírica, manteniendo siempre en el aire la ausencia, y el miedo a la soledad obligada.

En la imagen de marcosGpunto, los actores Eva Rufo y José Bustos. Joan y Laia están a punto de romper, pero la vida demanda vida

En la imagen de marcosGpunto, los actores Eva Rufo y José Bustos. Joan y Laia están a punto de romper, pero la vida demanda vida

Joan acude al entierro de un padre, al que jamás conoció, obligado por la insistencia de su madre. Está desorientado, viene de la cosmopolita Barcelona, al campo andaluz, con demasiadas preguntas sin respuesta, que su padre se ha llevado para siempre.

El actor José Bustos, pone luz con muy buen pulso a este controvertido personaje, ilumina su esperanza ante una carpeta de papeles, una carta o una piedra, y lo oscurece cuando se siente impotente para encarar un futuro, sin poder ordenar antes su pasado.

Laia la pareja de Joan, recreada con sensibilidad y firmeza por Ángela Villar, nacida junto al mar, lejos de la tierra roja y la oscura mina de plomo, le acompaña en su viaje personal, y geográfico. Por el estado de desconcierto de Joan y el miedo de Laia, de ser un obstáculo para la felicidad de Joan, están a punto de romper, pero la vida demanda vida. Laia está embarazada, y ella quiere tener ese hijo, pero únicamente si Joan lo quiere y le hace feliz.  Esta decisión es un contrapunto, muy bien apuntado por el autor, marca la diferencia con la decisión de Beatriz que, en base a la inclinación deshonesta de Antonio por otro hombre, le hace renunciar a su hijo, y esa decisión desencadena unas ausencias profundas, como las grietas del decorado que han deseado rellenar durante toda su existencia, los personajes de La geometría del Trigo.

La presencia de Joan y Laia remueve el polvo del pasado para indagar unos hechos ocultos para Joan, que le mueven el suelo que pisa, y ahondan su desconcierto.

La alquimia del teatro retoma a Beatriz y Antonio -padres de Joan-, jóvenes esperando un hijo, en el momento preciso que llega un tercero, e “inquieta” a Antonio, y a Emilia, la madre de Beatriz.

Beatriz, niega lo que no quiere ver, llevada por su alegría, su ilusión por ser madre, y sobre todo su interés por ver feliz a Antonio, que en un juego de espacio tiempo coincide con el deseo de Laia. Beatriz es un soplo de aire fresco entre tantos miedos y tantas razones ocultas, la actriz Zaira Montes imprime a su personaje toda la vitalidad, y la frescura que precisa.

Emilia es la madre de Beatriz, sabe, calla, guarda la cautela que te imprime el miedo, y cuando habla incide, con unos parlamentos realmente poéticos que Consuelo Trujillo dice de una manera impecable, en su concepción de la vida, que consiste en que hay que arar con los bueyes que te toquen, y punto.

En la imagen de marcosGpunto, los actores Juan Vinuesa observa sentado a Zaira Montes, su mujer, a José Troncoso, Samuel y a Consuelo Trujillo, la madre.

En la imagen de marcosGpunto, los actores Juan Vinuesa observa sentado a Zaira Montes, su mujer, a José Troncoso, Samuel y a Consuelo Trujillo, la madre.

Antonio es de la escuela de su suegra, y vive con una careta sin quebranto, de hombre casado, trabajador de la mina, que espera un hijo con alegría, pero la llegada de Samuel remueve y perturba su cotidiano, porque le recuerda quien es.

Juan Vinuesa, se encarga de forma brillante de un personaje lleno de aristas, profundamente “armarizado”, que no ha asumido su condición, empeño en mostrar su perseverancia y su masculinidad, sin que nadie se lo haya pedido, únicamente por hallar el cobijo de la aceptación de los demás, y quizá de sí mismo.

El tercero en discordia es Samuel, otro personaje que llega, en un juego de dentro y fuera, en este caso de París. Excepto Emilia, la madre de Beatriz, todos los personajes ante la adversidad quieren huir a otras tierras, es una constante como el cuadro del fondo en que las grietas confluyen en un hueco negro.

Samuel es un personaje con el que el actor José Troncoso realiza un trabajo muy fino, lleno de matices, encarnado un homosexual que, sin exceso, muestra sin pudor su parte femenina, su vulnerabilidad, en un registro que nunca había visto al actor.

Si destaco el preciso y precioso espacio escénico de Alessio Meloni, no quiero dejar de señalar el buen trabajo de iluminación de David Picazo, el vestuario de Miguel Ángel Milán, y el espacio sonoro de Mariano Marín.

La geometría del Trigo sorprende y atrapa, porque frente a un teatro de efecto y carrusel, del que yo también disfruto, Alberto Conejero rescata la palabra como autentica protagonista, con un texto realmente hermoso, delicioso de escuchar, bien dicho por todos los componentes del elenco, del buen trabajo de los actores ya he escrito, consciente siempre, de que para que un elenco esté compacto y brillante, es precisa la mano de un buen director.

Cartel con el reparto al completo

Cartel con el reparto al completo

 

Título La geometría del trigo Dramaturgia y dirección: Alberto Conejero Reparto: José Bustos, Zaira Montes/Alicia Rodríguez, Eva Rufo, Ángela Villar, José Troncoso, Consuelo Trujillo/Susana Hernández y Juan Vinuesa Espacio escénico: Alessio Meloni Diseño de iluminación: David Picazo Vestuario: Miguel Ángel Milán Espacio sonoro: Mariano Marín Audiovisuales: Bruno Praena Ayudante de dirección: Alicia Rodríguez Coordinación técnica: Leticia L. Karamazana Fotografía: marcosGpunto Comunicación: Lemon Press

La geometría del trigo estará en cartel en el Teatro Galileo -Madrid-, del día 10 al 27 de septiembre, más información de fechas, horario y compra de entradas aquí.

 

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