Este primer libro de la poeta, ilustradora y narradora alicantina Gabriela Amorós Seller nos ofrece una perspectiva sincrética sobre el mundo y las intenciones artísticas de la autora. Desde su primer atisbo, que se revela en el prólogo del escritor Justo Sotelo, se ramifican las intenciones con una veta sacra bien interesante.
Para Gabriela Amorós, el mundo es la ocasión de una resacralización bien peculiar pues tiene un doble giro, en espiral, ascensional hacia lo sagrado y descendente hacia lo profano. No hay medio de situarse en posición equidistante para dejar de sentir el chasquido que nos produce, incluso corporalmente, ese doble tironear.
La fragua cero tiene una estructura tripartita, engañosa diría yo, pues al igual que en el principio del ying y del yang, en este caso de lo masculino y lo femenino, el prólogo de Justo Sotelo adquiere visos de contraparte o bien protoparte, permítaseme el neologismo, hacia las alturas y las bajuras de Gabriela Amorós.
Adquiere consistencia y peso literario desde su primer relato, de los nueve aquí ofrecidos en la primera parte. Gabriela Amorós, arriesgándome un poco, me parece una adepta del postcristianismo, esa corriente religiosa y de pensamiento que englobaría a todo lo que ya ha emergido del crisol del cristianismo pero que todavía no ha terminado de desembarazarse de éste.
El postcristianismo sería el estado natural del hombre y la mujer occidentales de nuestro tiempo. Cuando ya se ha empezado a dejar atrás el cristianismo pero no su poso e influencia sobre todo infantil, la más difícil de obviar desde una perspectiva racional y de cariz científico.
Si Nietzsche pronosticó cinco siglos de nihilismo, -apenas habremos dejado atrás el primero-, creo que entramos en el siglo XXI levantando y dejando caer al tiempo un velo que nos oculta y nos permite atisbar la vida y la realidad. Esta obra de Gabriela Amorós permite ejemplificar la situación presente.
Oscila entre prosa y verso, entre semejanza y diferencia, olvido y reconciliación. Recubre todo ello de su palabra referencial y sencilla al tiempo. Gabriela Amorós tiene un estilo que podríamos llamar loca sensatez. Locura fría y sensatez cálida. Ambos condimentos procuran un alimento espiritual de lo más tonificante.
Justo Sotelo, el prologuista de La fragua cero con toda intención habla de postmodernismo y de barroco frío. En efecto, la autora es adepta de una forma del retroprogresismo que avanza retrocediendo o retrocede avanzando.
Siempre nos encontramos en esta obra, constantemente tropezamos con ella, con una visión que será certera o no, pero es original y por tanto digna de consideración.
La visión del mundo, la cosmovisión de Gabriela Amorós nos aporta elementos para construir una porción de nuestra vida dotada de un significado levemente alterado, elevado o suspendido en el abismo que se abre en las carnes mismas, podría decir, de la obra de esta autora.
Finalmente, desciende ¿asciende? La fragua cero a la luz con este verso a modo de frontis: “No conozco otra herida que nacer”. ¿Podría ser de otro modo?
Gabriela Amorós Seller, La Fragua Cero, Izana Editores, 2014.