El aumento de la esperanza de vida en los países desarrollados ha llevado a un incremento progresivo de la llamada tercera edad. No es por tanto extraño que el cine se haya interesado en este sector de la población, aunque no siempre haya abordado esta etapa de la existencia con las armas más legítimas. Evidentemente, la muerte, la enfermedad y la nostalgia por el tiempo que se fue son elementos casi ineludibles de aquellas películas que tienen como protagonistas a los mayores. No obstante, mientras algunas utilizan estos elementos para lograr la lágrima fácil, como en la sobrevalorada El diario de Noa , otras incluyen el humor como un ingrediente más, aunque sin desdeñar el drama, como ocurre en Arrugas, el muy notable largometraje animado de Ignacio Ferreras basado en el cómic homónimo de Paco Roca.
A este último tipo pertenece La fiesta de despedida, filme del dúo de directores israelíes formado por Tal Granit y Sharon Maymon. Como en la cinta española, nos encontramos ante un grupo de ancianos que residen en una residencia de la tercera edad y se resisten a la abulia que inunda el lugar. En esta ocasión, no obstante, las enfermedades terminales que afectan a muchos de los amigos y conocidos de los abuelos llevaran a uno de ellos a construir un artilugio que ayude a morir con dignidad a los que tienen que soportar un continuo calvario.
La pareja de realizadores se mueve en terreno movedizo al tratar un tema tan controvertido como la eutanasia y mezclar los elementos dramáticos con otros más humorísticos. Curiosamente, los momentos cómicos, como la fiesta improvisada en un invernadero del la pandilla de ancianos o el tronchante gag en el que uno de ellos se hace pasar por Dios y llama a otro de los habitantes del asilo, se imponen sobre los más dramáticos y alguna salida de tono un tanto bochornosa, como el innecesario número musical. No obstante, el largometraje mantiene casi siempre un difícil equilibrio entre las risas y la particular tragedia de unos personajes que lidian constantemente con la muerte.

Ilan Dar y Raffi Tavor encarnan a dos hombres que descubren su homosexualidad en la tercera edad en La fiesta de despedida
Gran parte del mérito recae en el estupendo quinteto de actores, especialmente de un espléndido Ze’ev Revach, entrañable como ese inventor que decide construir una máquina para asistir a todos aquellos que desean fallecer con dignidad, y unos divertidos Ilan Dar y Raffi Tavor, que encarnan a dos ancianos que descubren su homosexualidad en la tercera edad.
Sin ser una película redonda, La fiesta de despedida sí es un filme emotivo que reivindica el gozo de vivir, aunque también la posibilidad de dar por terminada la existencia cuando este mundo se ha convertido en un continuo valle de lágrimas.