Por NACHO CABANA
El musical La familia Addams basado en la popular serie de TV (que a su vez adaptaba las viñetas de Charles Addams) se estrenó en Broadway en 2010 con canciones de Andrew Lippa y libreto de Marshall Brickman y Rick Elice. Brickman coescribió con Woody Allen clásicos como El dormilón, Annie Hall (con la que ganaron el Óscar) o Manhattan; Elice ha ganado dos premios Tony al mejor libreto de un musical (por Jersey Boys y Peter and the Starcatcher) y actualmente prepara un espectáculo sobre la vida de Cher.
Lo más destacado del montaje que se estrena ahora en el barcelonés teatro Coliseum (el mismo show que el año pasado se pudo ver en el Calderón de Madrid) es sin duda Lydia Fairén, una cantante que lleva buena parte de sus 29 años pululando por diferentes “talent shows” y musicales y a quien le ha llegado su gran oportunidad interpretando a Miércoles. Fairén (que dará una “solo perfomance” en el Onyric el próximo 12 de noviembre) no solo convence como actriz sino que su voz se adueña de la platea cuando interpreta “Pulled”, aquí traducida como Por mal camino.
Es precisamente en el apartado vocal donde más brilla esta versión de La familia Addams. Carmen Conesa como Morticia (un rol que en Broadway estrenó Bebe Neuwirth a la que luego sustituyó… ¡Brooke Shields!) solo tiene que ajustar sus demostradas dotes como cantante y actriz a los acertados peluquería y vestuario (de Aarón Domínguez y Felype de Lima respectivamente) para ganarse el protagonismo que el texto le otorga.
Xavi Mira, por su parte, es un Gómez estupendo en lo musical (en el original fue Nathan Lane) pero bastante sobreactuado en lo dramático. Algo que también le ocurre a Frank Capdet como el Tío Fétido; está divertido pero algo más justo que el anterior en cuestión de voz. Alejandro Mesa como Pugsley (el hermano de Miércoles) y Meritxel Duro como la Abuela se encuentran bastante perdidos en ambas facetas por culpa de una exageración que provoca, en ocasiones, que el texto se diluya.
Y es que Esteve Ferrer (responsable de éxitos como el montaje madrileño de Toc Toc) dirige La familia Addams subrayando cada chiste, cada línea; con un movimiento corporal o una inflexión de la voz lo que obliga al elenco a estar siempre arriba imposibilitando cualquier modulación en el texto o la interpretación. Como si el espectador no fuera capaz de entender un chiste solo con su enunciación. Sí acierta el director en el movimiento escénico de los actores y coro (aunque a veces la presencia de éste en el escenario se hace excesiva por ominipresente) integrando muy bien a éste último con las coreografías de Montse Colomé.
La escenografía de Felype de Lima es inevitablemente mucho más sencilla que la del espectáculo original de Broadway (que costó ¡15 millones de dólares!) pero sabe recrear los diferentes ambientes necesarios en la historia con los elementos físicos de que dispone. Se queda algo corta en el vuelo final de tío Fétido hacia la luna pero resulta a menudo ingeniosa, sobre todo al convertir en triangular el proscenio del un tanto imposible escenario del Coliseum.
Hace poco, desde estas mismas páginas, alabábamos el acierto de los responsables de la versión española de Anastasia al limitarse a traducir al castellano las canciones y el libreto del original sin introducir ninguna línea destinada a “acercar la obra al público español”. La familia Addams funcionaría mejor si Ferrer (responsable también de la adaptación) hubiera respetado el sencillo y eficaz concepto cómico de los personajes (a los Addams no les gusta la mugre y la suciedad, sino lo oscuro y siniestro) y hubiera prescindido en los diálogos de referencias hispanas y manidos chistes (“¿El tocador de señoras?” / “Soy yo”). De esta forma, la progresión dramática de personajes y escenas sería más honesta y eficaz.
Menos es más. Y la gente se reiría igual que lo hizo en Broadway.