El azar es una de las fuerzas principales que mueve al mundo. Físico y psicológico. Algo que sin duda implica un valor demencial es intentar luchar contra el azar. Su fuerza es imparable. Algo así como pretender que una gota de agua se emancipe del océano.
Sabemos que somos entes sometidos en gran medida al azar. Siendo esto así, lo más lógico es dejarse llevar, arrastrar, por éste y no intentar luchar contracorriente. Así nos convertiremos en criaturas del y por el azar.
Sabiéndonos inmersos en ese movimiento browniano de partículas tanto físicas como mentales, descubriremos de pronto que ya no somos, psicológicamente hablando, criaturas del tiempo.
En efecto, movidos al azar, se diluye nuestro pasado psicológico en ocurrencias y sucesos que, en su mayor parte, no pudimos controlar ni manejar. Pues ocurrieron al azar. Así, nos liberamos del peso muerto del pasado para la construcción de nuestra vida psicológica.
Es la emancipación del pasado. Nuestra vida psicológica queda libre de éste, encarando de forma novedosa el presente y el futuro de nuestro tiempo mental. Cuando lo reconozcamos habremos superado, definitivamente, el pasado.
¿Y del resto de la flecha del tiempo? ¿Esa que nos mueve con ella del pasado al futuro, pasando por el presente? Pues el presente también contiene en gran medida la semilla y el grano del azar, que, indubitablemente está fuera de nuestro control.
Así, nos podemos concentrar en el uso y disfrute de los acontecimientos mentales que sí sabemos que podemos manejar. Una gran liberación se abre para nuestras mentes. Y para su sustrato, el cerebro.
Pues millones de conexiones neuronales quedan liberadas en la medida en que, efectivamente, asumamos esa superación del pasado que hasta el presente enlazaba inextricablemente nuestras sinapsis.
Un nuevo ser humano surgiría a la luz, de educarse en estos nuevos valores a las futuras generaciones. La proporción de enfermedades mentales seguramente también se reduciría en igual medida.
Ya que no podemos vivir en el futuro, intentemos ahondar en este concepto aquí y ahora, en nuestro presente y crear espacios de solución en nuestras mentes, liberados, siquiera sea simbólicamente, de las gangas de nuestro pasado.
Un futuro novedoso se abre ante nosotros si sabemos disponer del poder de nuestro presente en tanto no quede maniatado por el pasado.
Una nueva suerte de existencialismo psicológico nos abre sus puertas. Eso sí, repito, a condición de que nos emancipemos de nuestro pasado.
Como siervos o esclavos manumitidos, abriremos los ojos a un nuevo mundo con distintos retos y expectativas, pero siempre dispuesto a acogernos en su seno feraz.
El mundo en nuestras manos, en un giro psicológico copernicano, de largo alcance.
Las ideas clave de este artículo han sido recogidas de una conversación con el psicólogo Claudio Fabián Navarro.
Inquietante tema expuesto por el siempre acertado, y eso no es azar, José Zurriaga. El tema tratado me recuerda la magnífica y desoladora novela de Paul Auster, «La música del azar», donde se suceden de forma aleatoria situaciones borgianas que desembocan en un inesperado final.
Por fortuna José, junto al asesoramiento del psicólogo Claudio Fabián, nos ofrecen un ejercicio mental de futuro también incierto, pero en el que al menos prevalece el optimismo…o al menos así quiero pensarlo.
Meritorio texto el de José Zurriaga, máxime en plena vorágine electoral.
Siempre inquietante el tema del azar en la mente humana. Lleva de la mano trazos y requiebros de incierto devenir pero siempre próximo acontecer. Quiero decir que el azar siempre nos acompaña y, en cierta forma, nos guía.
La apertura de miras que ofrecen estas ideas de Claudio Fabián Navarro, por mi expuestas, nos permiten, entiendo, encarar el futuro con una placentera sonrisa virtual puesto que la asunción plena y sin ambages del azar en nuestras vidas, conlleva una suerte de liberación de rémoras atávicas genéricas y personales.
Muchas gracias, Javier por tu comentario y, con símil deportivo, pues estamos en plena Eurocopa de fútbol, el equipo atacante está a punto de superar a los defensas.
bueno, bueno… que, el azar siempre estuvo, está y estará presente es una gran obviedad que se pierde en el origen de los tiempos…
ya de Foucault, su amigo Deleuze dijo que su pensamiento era una flecha en el tiempo…
hasta aquí una parte, pero hay otra, la del apriori histórico foucaultiano, sin el cual nada es, hoy por hoy ni mañana, inteligible, no???
Roranna