La pizarra se iba llenando de fórmulas abstractas mientras en la calle llovía con fuerza.
Los alumnos intentaban seguir sus explicaciones, pero él no dejaba de escribir ecuaciones llenas de letras enigmáticas. Su idea era llegar al final, buscar una solución que resumiera todas las soluciones posibles. No podía quedar ningún camino sin recorrer. La sola sospecha de que la incertidumbre se apoderara del contenido, le llenaba de zozobra y desesperanza. Desde joven se había aferrado a las matemáticas. Siempre había considerado que en unas pocas ecuaciones elegantes se podía resumir el mundo.
En cierto momento sonó el móvil que llevaba en la chaqueta y lo cogió. Se limitó a escuchar durante unos minutos. Guardó el teléfono en el mismo sitio con aparente tranquilidad. En la calle seguía lloviendo. Miró a sus alumnos, después a la pizarra e intentó buscar el lugar de la ecuación donde situar la melancolía.
Pero no lo encontró.
Acaso el narrador ha camuflado la tristeza del personaje dentro de las fórmulas matemáticas? Un refugio de la mente, un puro mecanismo de defensa de Freud, el llamado “sublimación” una pulsión del ser humano que se desvía hacia otro fin; así lo vemos en el atractivo relato de Justo Sotelo en donde esa tristeza aparentemente es provocada por un whatsupp de una mujer que se despide de él, después de una larga relación de diez años. Curioso entresijo del mundo narrativo de Sotelo en donde las matemáticas una vez más tapan a los sentimientos, los recubren y a través de ellas, el hombre simula una apariencia en un mundo de ficción.La realidad, esto es, lo que las cosas son realmente, se opone al modo en que se nos aparecen. En este sentido, realidad se opone a apariencia. Palabras como “sospecha”, “incertidumbre”, “aparente” inducen a diferenciar los verbos “parecer” y “aparecer”. Por un lado lo podemos asociar a “ocultación”; en el segundo, es el modo en que algo se aparece o muestra, que no tiene por qué ser engañoso.
La apariencia del mundo puede ser engañosa y percibir la realidad de manera errónea; de ese modo la pizarra llena de fórmulas matemáticas refleja el centro de la mente donde se acumulan los sentimientos y las emociones. Quizás ambos se puedan representar, medir y cuantificar como por ejemplo en la Escala Diferencial de Emociones de Izard, que mide las reacciones y atmósfera emocional.
Al final nos asalta la duda de si es posible reflejar las sensaciones, los sentimientos y las emociones como una mera fórmula matemática o más bien el acto de encontrar una solución con las diferentes soluciones posibles a un problema dado reflejase un estado anímico sublimado por la tristeza.
Amor y desamor de nuevo se entrecruzan el discurso narrativo de uno de los mejores narradores que he conocido, Justo Sotelo, en el que mente de este autor está regida por un método científico basado en un orden lógico en el que su razonamiento principalmente es de tipo hipotético-deductivo, analítico e inductivo.
Enhorabuena por la calidad del lenguaje y el discurso narrativo. Me ha fascinado tu mundo narrativo recubierto de matemáticas amigo mío. Un abrazo grande y Gracias de nuevo por tu nuevo regalo, el de cada viernes.
Einstein y sus fórmulas matemáticas; reflejo de filosofía de un camino por recorrer…un móvil que suena, una pizarra repleta de números y letras que tapan la melancolía del personaje…Una aparente o simulada tranquilidad..¿.El hombre es un cúmulo de ideas, sentimientos y pensamientos mediatizados por el estado ánimico? La representación del mundo a través de los números en una pizarra bajo el color blanco y diáfano de la mente..Mundo y realidad, verosimilitud y ficción se entremezclan entre el yo más profundo y el mundo de los números y las Matemáticas que en definitiva, rigen nuestro mundo.
Un diez de nuevo en este relato, Justo Sotelo!
Buenísimo!! Tengo un borrador guardado hace años que no madura, se llama la «ecuación del amor» empecé y nunca la resolví, bueno mas para el análisis personal quizá que para el literario ja ja abrazo!