La dura realidad

La dura realidad
  • ¿Quieres aprender a volar?

  • ¿Despierto?

  • Sí.

  • ¿Y cómo sabría que estoy despierto? Si pudiera volar, dudaría mucho de estarlo.

  • Sí, es cierto, la diferencia entre el sueño y la vigilia, o entre el sueño y otro sueño es bien fina.

  • ¿La realidad es real?

  • Eso es redundante.

  • Bien. Define real.

  • Decía Hegel que lo racional es real y lo real es racional.

  • Es una forma de verlo.

  • También podría ser real todo lo que tenga una forma lógica.

  • Sí, también. Demasiado racional te veo. ¿Y lo real maravilloso?

  • Eso, aparte de literatura, es una encarnadura de la ficción en lo real, una intersección entre ambos mundos.

  • Así pues, ¿la ficción puede no estar demasiado alejada de lo real?

  • Cierto. La ficción sería en cierto sentido la superabundancia de lo real.

  • Dejad que proliferen los mundos.

  • Ese es un ideal de la lógica, también.

  • Sí, la teoría de los mundos posibles de la lógica modal.

  • ¿Entonces?

  • Mira chico, si quieres ser creyente debes habitar en un mundo real.

  • ¿Esa sería la condición de posibilidad?

  • Por ejemplo.

  • Pero todos somos creyentes…en algo, aunque sea en la redondez de la Tierra.

  • Ahí lo tienes.

  • La realidad es nuestra.

  • Sí, somos seres reales. Esa es nuestra mejor definición, autodefinición.

  • Vuelvo a algo ya mencionado. Entonces, ¿los unicornios no andarían demasiado alejados de la realidad?

  • ¿Tú puedes creer en un unicornio? Sinceramente.

  • Pues no.

  • Ese es pues uno de los límites de la realidad.

  • El Cosmos puede ser infinito pero tiene límites.

  • ¿Interiores?

  • Si lo quieres decir así.

  • Me gustaría volar.

  • Nada te lo impide. Escribe un relato en el que suceda. Publícalo y tu pensamiento se hará real en otro pensamiento.

  • Haré volar a otro.

  • Pero nadie te impide comprar ese libro u otro similar, pongamos por caso.

  • La trampa de lo real…Puede ser un buen título.

Se despidieron y pasaron la tarde con sus mascotas, felices.

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

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