La disolución de la vida

La disolución de la vida

 

La crisis existencial se da en personas que tienen cubiertas todas sus necesidades pero que no hallan una motivación para disfrutar de la vida. Es una crisis por existir, teniéndolo todo pero interesándose en nada.” *

Se podría decir que la crisis existencial es una crisis en la que algunas personas empiezan a renegar de ser personas. Así, descienden un peldaño en la escala psicológico-evolutiva y pasan a tratarse a sí mismas como objetos, parcialmente al menos.

Y cuando se es un objeto y no una persona, todo está permitido y nada prohibido. La crisis existencial es, también, una crisis de nihilismo.

Múltiples razones se pueden aducir para explicar este hecho, yo no le buscaré explicación pero sí acomodo mental.

A mi edad, circa 50 años, algo que podría decirse al respecto es que, la fertilidad de los hijos es inversamente proporcional a su capacidad de parir a sus madres (o sea de poner en pie sus propias vidas).

En efecto, en la madurez empieza a poder ser posible reacomodar, dar nuevo lustre, hacer brillar o al menos no opacar, la propia vida. Pero, desgraciadamente, se acusa una elevada tasa de infertilidad que nos lo impide hacer.

¿Qué nos ocurre entonces? Tenemos la capacidad pero no la potencialidad. Sabemos pero no ¿queremos? Si se trata de esto último, entonces avistamos la mala praxis en el manejo de nuestras vidas. Algo ruin y seguramente sutil nos empaña la vista y nos nubla la mirada.

Llevamos a cuestas una carga pesada, hecha de todo nuestro pasado mal repartido y peor sopesado. El pasado es un filón pero también una condena. Nos condena a la repetición incesante. Una y otra vez volvemos a lo mismo.

¿Será el mero hecho de cumplir años conditio sine qua non para perder el rumbo? Seguramente.

Se trata entonces de una modalidad más de la entropía en versión de ¿hasta aquí hemos llegado?

Triste pero seguramente verdadera aproximación a la realidad.

¿Se podría decir entonces que el nihilismo, la crisis existencial, es una crisis de vejez, social, civilizatoria? Una de las formas de esa crisis de vejez, deberíamos decir, si emprendemos la comparación con otras culturas, tan antiguas al menos como la nuestra.

Y que no parece padezcan de nihilismo. Pero nuestra vejez está más desamparada que en otras latitudes, aunque paradójicamente se pudiera pensar lo contrario, en relación a los bienes materiales, al menos.

¿En qué estamos más desprotegidos? En grandes sistemas de sentido, llámense religiones o redes sociales de apoyo mutuo informales.

Sabemos de la vida pero no de nuestra muerte, podría ser una forma de expresarlo.

* de la página de Facebook: Claudio Fabian-Navarro / Psicólogo

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

2 comments

  • Admirable el pensamiento de José Zurriaga en este artículo donde una vez más aparece la crisis existencial del ser humano en una sociedad posmoderna en donde existe cierto desencanto, se apuesta únicamente por el progreso individual y se renuncia a las utopías. El hombre solo se ve sumido poco a poco en un proceso de envejecimiento y carencia de valores, en una sociedad vacía y repleta del más absoluto consumismo.

    La moda, el poder, las redes sociales, la era del progreso y de los avances tecnológicos le sumergen al ser humano en un aislamiento vertiginoso, aún sabiendo que la ciencia y la técnica van a la par para un mejor desarrollo social y humano. Todo vale, todo es lícito, todo se convierte en «objeto», en la Nada, en nihilismo profundo…Los valores culturales, humanos y sociales se han perdido; las guerras acechan al mundo y exista una auténtica de poderes. LA SOLEDAD nos invade, la edad no perdona, el tiempo no se para y la vejez es inminente; la población de por sí envejece, se pierde el sentido del encanto, de la risa…El tiempo nos persigue y nos acorrala…

    «La era nihilista del siglo XXI».

    Perfecto artículo de gran talento de mi querido amigo Zurriaga. Te felicito por tu inteligente discurso.

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  • a pesar de sufrir en propia carne la crisis de valores imperante
    no por ello, dejo de tener valores a salvo hasta de mí misma
    llegado el caso; entiendo el artículo pero no lo suscribo, por
    muchas razones, pero tal vez la principal corresponde a la
    atalaya desde la que se habla…
    es mucha la gente que hoy día en nuestro país lo pasa muy mal
    la que, a mi modo de ver, queda al margen del hipotético
    nihilismo modal; pues no alcanzan a tener las necesidades
    cubiertas para que ello sea así, si no todo lo contrario, tienen
    auténticas necesidades básicas y, caso de no remediarlo pronto
    su situación irá a peor…
    que los «modernos» están o más bien estamos cansados es
    obvio, como el mismo Occidente lo está hace ya mucho tiempo
    pero lo más fundamental son las políticas que se llevan a cabo
    y, precisamente, las últimas nos llevan por sendas de penumbra
    hacen que veamos estafas como crisis, que se llame con el
    término inventado de «posmoderno» lo que sólo para las élites
    a su manera existe y, ni ellas mismas son capaces de explicar
    a su propio engendro…
    obviamente en nuestro país, hace tiempo que sufrimos una
    merma generalizada en valores, de ahí la involución de nuestros
    jóvenes hacia prácticas machistas, pero claro, que ven en los
    medios, la telebasura hace estragos, y la no implantación de
    la educación para la ciudadanía contribuye de manera muy
    especial a todo ello…
    en fin, concluyo, refiriéndome a la cultura del simulacro y del
    espectáculo que padecemos hace tiempo, con el pensamiento
    único/neoliberal a la base de la misma; y, así no puedo dejar
    de afirmar/desear una vez más el salto pendiente desde
    las lunes de la Razón/Doña, la productora de monstruos hasta
    las razones de la Luz/Corazón, junto a ese otro salto también
    pendiente desde el miedo al cuidado de sí…
    pero queda por recordar, precisamente, lo que vendría a dejar
    al nihilismo patas para arriba, es decir, para nosotros los
    modernos la moral (antigua o religiosa) es privada mientras
    que la ética (política) es pública o más bien deberían de serlo…
    (Roranna)

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