“La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino,
el esbozo de un sendero”.
Hermann Hesse
Desde el sábado noche ya formo parte de los que han visto en acción a Santi Senso. Por la publicidad boca a oreja tenía ciertas resistencias a participar en lo que él denomina “Actos Íntimos”, y eso que la estética del cartel de “Yo indígena”, otro de sus actos, sí captó mi atención la primera vez que lo vi, pero por unos avatares u otros no se puso en mi camino.
Quizás sea solo que no había coincidido mi tiempo con el suyo. Así que acudo con gran curiosidad a ver “La cosa más maravillosa del mundo”. Rota la pereza, hecho el descubrimiento.
El ambiente es onírico y ritual. Por supuesto, íntimo. Luego descubriré que la intimidad en este espectáculo consiste en un juego de confianza.
El momento que comparte público, actor y mujer con violonchelo bebe de las fuentes del teatro ritual, del inicio del acto teatral como magia y transformación metafísica y social. No en vano, Santi se ha formado, entre otros con la compañía Teatro en el Aire, que es una clara exponente del teatro de la sensación.
Santi Senso presenta su acción teatral como un paseo por la vida, desde el nacimiento hasta el descubrimiento del yo, o mejor dicho: que en ese paseo cada uno descubra lo que pueda, quiera o se deje.
Nace desnudo (seria raro que naciera con un traje de lino) y enseguida se viste para no pasar frío en este gélido enero o quizás porque tiene que calzarse un traje a medida de un chamán de los sentidos.Me gusta su vestuario negro, con capucha y con detalle en el pecho de esbozo de sagrado corazón. Con él se le ve mas claro defensor de que los grupos tengan un líder que les conduzca por el camino de la vida hacia la autoestima y el desarrollo personal, sobre todo para la felicidad, de la que él expone estar invadido la mayor parte de las veces. Mejor ver a un hombre feliz que a un hombre atormentado.
Decir que involucra a los espectadores sería una forma teatral de definir su acción, pero no creo que sea lo exacto para tratar lo que concierne a su espectáculo. “La cosa más maravillosa del mundo” es un juego en el que “Santi se la liga” y persigue a los que estamos sentados en frente para transmitirnos mensajes de amor universal, motivación, superación y demás cosas que hemos ido olvidando en el camino de la vorágine diaria. Es un juego divertido si todos quieren jugar al pilla-pilla.
Comencé citando a H. Hesse, en vez de a Claudio Coelho o a Galeano, los cuales tienen que ver más con lo que viví en el espectáculo de Senso. Me doy cuenta de que solo es un prejuicio cultural, y que tanto uno como los otros pueden servir para mover, remover y provocar sentimientos. Cada cual que se quede con el que quiera, o con todos; que también es válido.
La teatralidad de lo que hace no está auspiciada bajo ningún concepto moderno o clásico que ahora esté de moda. Es una teatralidad de cantar de juglar, de cuenta cuentos, de sacerdote en púlpito profano, del primer actor del mundo: el chaman, brujo o curandero.
Y eso lo hace muy bien, aunque a veces se pierda un poco en su propio hilo conductor, cosa lógica porque tener el control del otro alter ego, de los espectadores y espectadoras, que hace que se complete su acto intimo requiere alta complejidad.Requisito imprescindible: un nivel de atención y escucha activa muy superior a la media actoral, ya que todo el público se tiene que convertir en su compañero de reparto, y ese número es novedoso en cada función, así como su energía diferente en cada acto.
Para sopesar que alguna vez se enmaraña, Senso utiliza su voz y cuerpo para envolver a la audiencia, y eso sí que está muy bien utilizado porque consigue hacerla ávida del siguiente conejo que sacara de la chistera que lleva las letras invisibles de la inteligencia emocional.
Detrás de “La cosa más maravillosa del mundo” hay un trabajo hecho con análisis, tesón y con una generosidad muy interesante. Entiendo que conmueva e impacte, que provoque y remueva. Entiendo que tenga adeptos.
Lo que más me gusto del actor/director/charlatán/cantador es su desnudez, no la de cuerpo, si no la de un niño que ha aprendido algo muy importante y quiere contárselo al mundo. Santi desprende en este “Acto Intimo” la egolatría de un infante y eso me provocó una inmensa ternura.
Al exponer el actor/director/mago su ego de líder chamánico, puede ser fruto de las flechas envenenadas de los otros, porque el que expone con tanta claridad su yo vulnerable está abierto a la lapidación de los que aun siendo iguales quieren ocultarlo. Santi Senso lo hace con un par de bazas en su manga: cuando canta y cuando narra le sale el actor que lleva dentro.
Alguien me dijo una vez que cuando iba a un espectáculo, prefería que le escupieran, pisotearan a que le aburrieran. Seguro que tomo la frase de otro. Todos tomamos cosas de los demás. Pues en verdad os digo (es que se me pego un poco del tono de un sermón) que la propuesta del chaman Senso no aburre y esa es una máxima que se le debe pedir a cualquier forma de ocio, y añado: de cultura. Despertar el interés, con el objetivo que cada uno quiera es imprescindible en el acto teatral y “La cosa más maravillosa del mundo” lo consigue con creces.
Titulo: La cosa más maravillosa del mundo / Texto e Interpretación: Santi Senso / Música en directo: Cary Rosa Varona.
La Nao 8 Teatro C/Nao, 8
Sábados a las 22:00 h
Pingback: El descanso de Caronte-Santi Senso -
Pingback: Con Pornocapitalismo, a sangre viva, Santi Senso vuelve a su trazo luminoso -