Por Luis Muñoz Díez
La cicatriz, es una obra dramática de David Ramiro Rueda, en la que nos presenta a un hombre y una mujer, en una situación en la que se pueden permitir exponer sus temblores ante la vida, sin que suene impostada la confidencia.
El argumento, no lo voy a desvelar, porque una de las destrezas de David Ramiro Rueda, es la de tejer sus argumentos desmontando lo aparente, según avanzan sus funciones, lo que hace que el espectador mantenga vivo el interés durante toda la representación.
Aparentemente Dámaso, es un chico guapo con posibles que recibe a Estela, una mujer atractiva, en el chalé de sus padres, en las tramas de Ramiro Rueda, se van desvelando secretos que viran el punto de vista para observar a sus personales, y lo hace sin trampa, aportando más información, en un suma y sigue, no negando lo anterior.
La cicatriz especula sobre la soledad, y del precio que pagamos por sacudirnos una compañera tan indeseable, también habla de las diferentes maneras de encarar la vida. En una primera lectura Estela aparenta ser la más frágil, pero según va levantando Ramiro Rueda las cartas, será Dámaso el que vive una situación de mayor vulnerabilidad, porque su asiento se basa en no permitirse nada, y cuando se lo permite teme caer al vació, que implica dejar que los sentimientos vayan por libre.
Ramiro Rueda, indaga sobre la utopía de la felicidad, y contempla como en las condiciones más monótonas y alienantes, siempre esperamos que suene una música y nuestra vida adquiera color.
La utopía suele contemplar la meta y se olvida del camino, y dado lo corto de nuestra existencia, lo único importante es el arte con el que hayamos sorteado los avatares del camino en nuestro particular viaje a Ítaca, sin bien para Estela el ideal es Dámaso, y como ideal es perfecto, cuando cree que puede lograrlo la idea se desvanece.
Insisto en que no quiero desvelar absolutamente nada del argumento, por lo que es difícil escribir, con ello respeto la sorpresa del espectador, que si acude a ver La cicatriz, encontrará una historia que reformulará el porqué, nos da todo tanto miedo, y por qué sentimos pánico de mostrarnos tal y como somos, tan indeseables nos sentimos.
A Estela le pone voz, gesto, cara y cuerpo, una actriz atractiva como es Adriana Salvo, y si no me limito a decir que interpreta, es porque para dar vida a Estela, hay que poner sentimiento y pasión. Adriana compone una Estela de verdad de carne y hueso, y es quien salpica vida a Dámaso, que encastillado en su físico se niega a vivir. Álvaro Quintana, también ha tenido que poner voz, gesto, cara y cuerpo, para encarnar al ideal de Estela, y el actor sale muy bien parado del empeño, porque realiza un buen trabajo actoral, y bien guiado por David, como director, que sabe muy bien lo que quiere, y la certera iluminación de Daniel Esparza, tallan con luz, y componen un icono incontestable del idealizado Dámaso.
La Cicatriz, es un drama delicado, y buen paso adelante para David Ramiro Rueda como dramaturgo. Dámaso y Estela, han encontrado un excelente acomodo en Álvaro Quintana y Adriana Salvo.
La cicatriz se estrenó en Los Teatros Luchana el 28 de actubre de 2016, más información de horarios y funciones aquí