La primera parte de Kick Ass (2010) de Matthew Vaughn conjugaba con habilidad varios elementos que la distanciaban (y mucho) de otras propuestas similares. En primer lugar, no se basaba en un comic preexistente sino que guión e historieta fueron desarrollados a la vez por lo que el proceso transmediático afectó (positivamente) a la creación de ambos discursos. Además actualizaba en tono desenfadado el ya caducado universo de Watchmen (¡qué tarde llegó la película de Zack Snyder!) apoyándose en una mitología del “nerd” convertido en superhéroe que había tenido su origen en casos reales de vigilantes que patrullaban las calles de algunas ciudades estadounidenses vestidos con trajes de licra diseñados y confeccionados por ellos mismos o sus novias. Y sobre todo basaba su eficacia en mostrar a una dulce y tierna niña de 11 años (la Hit-girl interpretada por Chloë Grace Moretz) repartiendo mamporros a diestro y siniestro sin por ello tener sus responsables que escatimar al espectador los insertos sangrientos.
Lamentablemente, el nuevo director Jeff Wadlow, no parece haberse enterado de nada de lo anterior ya que en la secuela que nos ocupa se dedica a minimizar los aciertos del largo precedente e introducir nuevos elementos que distorsionan y domestican el concepto que llevó al éxito a la película original… Lo que es resulta particularmente extraño ya que en el guión participan los autores del comic primigenio, Mark Millar y John Romita Jr. mientras que Matthew Vaugh figura como productor.
En fin…
El primer error es que Hit-Girl sale poco cuando toda la película debería haber girado en torno a ella. Hay, es cierto, un primer acto en el que Wadlow y sus guionistas parecen haber encontrado un camino muy interesante para desarrollar el personaje: los conflictos que la entrada a la adolescencia le pueden provocar a una niña acostumbrada a desmembrar adultos. La secuencia en la que Hit-Girl descubre su libido viendo el video clip de una “boy band” junto a sus insoportables compañeras de clase de moda debería haber marcado el inicio de un conflicto entre el rosa chicle y el rojo sangre que inevitablemente habría acabado ganando el segundo.
Pero no es así. Hit-Girl desaparece durante demasiado tiempo del metraje para dejar espacio a chistes escatológicos que parecen pertenecer a otra película y a la formación de una liga de la justicia americana amateur en lucha contra un supervillano que dinamita (aunque no destruye por completo) la gracia y el encanto de la franquicia original.
Jim Carrey (que sustituye a Nicolas Cage en la necesidad de contar con una estrella adulta en el “cast”) parece bastante incómodo con su personaje mientras que Aaron Taylor-Johnson vuelve al tipo de galán en el que se desenvuelve bien alejándose, de momento, del ridículo que hizo en la Anna Karenina (2012) de Joe Wright.
Un planteamiento de producción más modesto que el de los “blockbusters” que llevamos vistos este verano hace que Kick Ass 2 se vea con más agrado que otros títulos yanquis con los que compite en la cartelera.
Esperemos a que a alguien se le ocurra en Hollywood hacer un “spin off” con Hit-Girl antes de que sea demasiado tarde.
Kick-Ass 2: Con un par (2013), de Jeff Wadlow, se estrenó en España el 30 de agosto de 2013