“Las obras de teatro sólo le interesan a la gente del teatro” dice uno de los dos únicos personajes de El crítico, sentencia que supone todo un desafío al espectador ya que estamos ante un texto sobre el teatro (que no de teatro dentro del teatro) que se encuentra, al menos tal y como la ha montado Juan José Afonso, en constante conflicto con su puesta en escena.
Volodia (Juanjo Puigcorbé) es un temido crítico cuyos comentarios pueden llevar a la gloria o al infierno un montaje. Scarpa (Pere Ponce), un autor que tuvo un gran éxito hace tiempo y que, tras el apoteósico estreno de su nueva obra, acude a la casa del comentarista que le ensalzó en el pasado a… ¿qué? ¿a corroborar su calidad como escritor?, ¿a conocer el dictado de un dios que niega serlo?, ¿a culpar al director de escena de los errores que Volodia le achaca a él?.

Pere Ponce, Juanjo Puigcorbé, Juan Mayorga y Javier Naval, actores y autor de «Si supiera cantar me salvaría. El crédito»
Un poco a todo eso pero sobre todo a lo último. Por lo que El crítico pronto se convierte, no en un duelo dialéctico entre Puigcorbé y Ponce, sino en un descargo de responsabilidad de éste hacia el (ausente) director de su obra al que considera culpable de todos los errores que le achaca Volodia en su columna. En un larguísimo monólogo, el dramaturgo le explica al comentarista cómo habría montado él su escrito y cómo lo ha hecho el inventado director. Y es entonces cuando se crea la conexión mental en el espectador de que el mismo discurso se lo podría estar diciendo Mayorga a Afonso. Los mismos errores en la puesta en escena de ficción (aunque, en el caso del montaje real, sin sensacionalismos) son achacables al espectáculo real. Puedo que esto sea intencionado, claro, y que constituya la clave para entender el espectáculo. Pero entonces cabe decir que quizás una obra sobre teatro solo pueda interesar a la gente del teatro, pero eso no debe suponer que el discurso teórico se coma al conflicto dramático. Porque entonces estamos más ante un ensayo dramatizado que ante otra cosa.
Encerrados en un decorado clásico y obvio, Ponce y Puigcorbé discuten sobre una obra (de temática boxística) que no existe (y por tanto tan desconocida para el espectador como la que ha pagado por ver) y de la que hay que hacerse una idea a partir de las críticas a ésta y a su equivocada puesta en escena. Un fárrago que se podría haber evitado, en parte, si Afonso hubiera situado El crítico no en una mansión (con todos lo que se supone debe ser el habitáculo de un erudito) sino, por ejemplo, en un ring de boxeo transformado progresivamente la representación real en la ficticia. O si en lugar de una invención, Scarpa hubiera sido un dramaturgo real que acudiera a reclamarle a un crítico acerca de su última obra. Así el objeto de la dialéctica sería, al menos, familiar para el espectador.
Hay además otro elemento bastante confuso y es la época en que se desarrolla la acción. Excepto por la presencia del un móvil al final y las fechas citadas por Volodia para recordar su infancia, el texto podría estar transcurriendo perfectamente en una época previa a internet. ¿De verdad existen hoy en día críticos que escriben su crónica a máquina y no disponen ni siquiera de un fax y tienen que llamar por teléfono a la redacción para dictárselo a una secretaria? Es más… ¿existe, al menos en España, algún comentarista teatral con el peso suficiente como para hundir o llevar a la gloria un estreno?
Ponce y Puigcorbé hace un enorme, valioso, admirable esfuerzo para dar cuerpo y alma a sus personajes teniendo como tienen texto y puesta en escena en contra. De hecho el único momento “real” que llega al patio de butacas es cuando el segundo recuerda el trabajo de sus padres como acomodador y taquillera de un teatro “popular” en el que los espectadores simplemente iban a disfrutar de comedias o melodramas.
En otras de sus obras, Mayorga ha sabido encontrar ese punto exacto entre el discurso teórico y el conflicto dramático, no en vano es uno de los autores españoles contemporáneos más representados en todo el mundo.
Esperemos que vuelva a encontrar el equilibrio.
Si supiera cantar me salvaría. El crítico
Autor: Juan Mayorga
Dirección: Juan José Alonso
Intérpretes: Juanjo Puigcorbé, Pere Ponce y Javier Naval
Teatro Borrás Plaza Urquinaona, 9 Barcelona