El sábado 6 de junio en Nave 73 se estrenó La noche de las Tríbadas, una función del dramaturgo sueco Per Olov Enquist. Que «La noche de las Tríbadas» esté dirigida por José Carlos Plaza, de alguna manera cierra el ciclo de un legado teatral exquisito e irrepetible, que va del siglo XIX al XXI. Si la obra tiene como protagonista al dramaturgo August Strindberg, que vivió y escribió en los siglos XIX y XX, quien pone luz sobre el autor de La señorita Julia, es Per Olov Enquist, que nace en 1934 y logra que La noche de las Ttríbadas, sea la obra sueca mas traducida y representada en el siglo XX, y el que esté dirigida por un hombre de teatro fundamental para finales del XX y del XXI, como es José Carlos Plaza, es como si el testigo hubiera pasado del XIX al XXI de mano en mano, y aún caliente hubiera llegado al estreno de la función en Nave 73, una calurosa tarde del 6 de junio de 2015.
Nada mas cruzar la puerta de la sala, los viejos telones de ajado terciopelo como fondo, dan el punto de esplendor y polvo que caracteriza al teatro, los personajes vagan por la penumbra del escenario como sombras. La noche de las Tríbadas, es un juego del teatro dentro del teatro, todo un homenaje, cuando teatro y vida son uno, y los límites se difuminan, como las pinceladas de una acuarela.
Un teatro en que la importancia la tiene la palabra, el pretexto de La noche de las Tríbadas, es el ensayo de una función escrita por Strindberg. El autor se reunirá con su aún mujer, y la amante de esta, en un teatro donde se representará la obra que escribió después de la sonada ruptura para exorcizar fantasmas. Acepta el encargo porqué es la única oferta de trabajo que tiene. En la obra a representar, el autor da a las historia el giro que él desea, y aunque retrata a su mujer y a su amante, no están enamoradas entre si, y las presenta como rivales del amor de un hombre, el mismo.
La función es magnífica, y cumple uno a uno el rito de los personajes que se irán desgranando la dicotomía entre lo escrito y lo real. Siri, la mujer del autor aparece escena revestida, con el ademán de la consagrada actriz que dista tanto de ser. Su marido el genial dramaturgo, se presentará como el ególatra que es, pleno de inseguridades y dispuesto a morir matando. La segunda actriz, no será otra que Marie Caroline David, la amate de Sira, ataviada de sufragista, que no dejará la botella de cerveza en ningún momento, como la alcohólica que es. El cuarto personaje es el director de la función, que adulará hasta la extenuación al autor sin lograr de este mas que su desprecio.
En forma y fondo la obra de Per Olov Enquist, es un drama en toda regla, que desgarra sin suturar nunca, y los antagonistas de alguna forma son similares e igual de autodestructivos. El autor y la amante, se tiran sin red en un no hay salida, en el drama coexiste el talento, la falta de talento, el desamor, la vulnerabilidad del acomplejado, la ruina, los celos.
El talento lo pone su protagonista Strindberg, también aporta su egocentrismo enfermizo, si es que alguna vez no lo es. La falta de talento como actriz lo pone su mujer Siri, quizá sea el personaje que sin serlo, mejor ha sido tratada por la vida, y será su amante alcohólica, quien se aproxime mas a la luz de la razón.
La dirección de José Carlos Plaza, en este caso tiene mucho de restaurador. Sabe recrear atmósferas como pocos, igual que es un mago dirigiendo actores, por lo que los cuatro interpretes están espléndidos. El trabajo de Plaza tiene una magnífica uniformidad creativa siempre, logrando momentos realmente hermosos, uno de ellos el final a cargo de Oscar Ortiz de Zárate, y otro de una oscura belleza, cuando deja a los actores durante el descanso como olvidados en el escenario, en un umbral de lo onírico.
El trabajo de los actores es prodigioso, porque es difícil tensar el hilo en unos papeles que necesitan volar alto y con riesgo, como es la sobreactuación que requiere interpretar a la mala actriz que es Cari, que Montse Peidro redondea, o la creación tan justa que nos ofrece Oscar Ortiz de Zárate, de un personaje tan histriónico, como es el mequetrefe Hansel Schiwe.
Jorge Torres hace suyo a un maldito, amate del ocultismo, genial como dramaturgo e imposible como ser humano, permanentemente fuera de sí. A veces pueril, a veces dolientemente lúcido, y siempre despiadado como es el August Strindberg que nos presentan.
Zaira Montes, realiza una interpretación simplemente luminosa de Marie Caroline David, amante y alcohólica, que conoce muy bien la humillación, y no he visto a Pepa García que comparte papel con Zaida Montes.
No puedo dejar de señalar y nombrar, porque lo merecen el vestuario de Pedro Moreno, ayudando por Rebeca Durán y Almudena Cerezo, el trabajo de maquillaje y caracterización de Juan Pedro Hernández y Jorge Hernández, el diseño de iluminación de Michael Collis, que hace que al salir de ver la función te sientas afortunado de haber asistido.
Título: La noche de las tríbadas / Autor: Per Olov Enquist / Dirección: José Carlos Plaza / Reparto: Pepa Gracia, Zaira Montes, Jorge Torres, Montse Peidro y Óscar Ortiz de Zárate / Vestuario: Pedro Moreno / Ayudante de vestuario: Rebeca Durán y Almudena Cerezo / Maquillaje y caracterización: Juan Pedro Hernández y Jorge Hernández / Diseño de iluminación: Michael Collis / Prensa y comunicación: Gran Vía Comunicación / Fotografía: Sergio Lardiez Diseño y cartel: Román Reyes
La función se estrenó el 6 de junio de 2015 en Nave 73 calle Palos de La Frontera nº 5 Madrid
Fechas en junio los sábados 6, 13 y 20 a las 20:00h y domingos 7, 14 y 21 a las 19:30h