Jorge Torregrossa habla de La vida inesperada

Jorge Torregrossa habla de La vida inesperada

Jorge Torregrossa, después de una solida carrera televisiva, se puso de largo en el cine con FIN (2012). Ahora está promocionando su segunda película: La vida inesperada, una comedia agridulce rodada en Nueva York, con una guionista tan mediática como Elvira Lindo, nombre que es garante de éxito en todo lo que hace. Como protagonistas tiene a dos grandes actores, Javier Cámara y Raúl Arévalo, el segundo, para mí, es uno de los actores más carismáticos de su generación, sin quitar el mérito a Cámara. Para hablar de La vida inesperada, me reúno con  el director alicantino nacido el 3 de octubre de 1973, que estudió cine y vivió precisamente en la ciudad de Nueva York. Como dice el título de la película «La vida inesperada«, al hilo de la misma y quizá porque la guionista es un peso pesado de las letras, hablamos de algo muy discutido: ¿es necesario que el director también firme el guión para considerar que la película es totalmente suya y no se le etiquete con un despectivo “es un encargo”?

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Jorge Torregrossa, habla con una honestidad que desarma Foto Luís Muñoz Díez

Encuentro a Jorge Torregrossa con una sonrisa gozosa y cara de total felicidad, se le ve muy satisfecho con el resultado, y lo expresa de una manera directa, y muy honesta.  

Estoy muy contento, porque hemos hecho una película muy bonita, como has visto…

…Maravillosa, Jorge, me ha emocionado como cineasta y como actor que soy y he sido. Cuando en un momento le dicen a Javier Cámara «que hay que saber renunciar a los sueños», me parece el inicio de una renuncia necesaria pero dolorosa, y me ha conmovido, ese rito circular por el que intentamos ser diferentes a nuestros padres y acabamos por diferentes caminos siendo como ellos.

Sí, acabamos siendo como ellos, y esa es una lección vital que acabamos aprendiendo todos y aceptando. Pero es extraordinariamente satisfactorio, como es la reacción de la gente, ver como se ríe y se emociona. Salen de ver la película con esa sensación que yo quería, y era muy importante que digan, “qué bonito”, “pero que fuerte”, “que intensas son las cosas que se cuentan aquí”, “que duras las renuncias”, “que bonito el atrevimiento del personaje a buscar otro rumbo, a aceptar los regalos que le ofrece la vida” o “que triste este personaje que no se atreve y tiene ese deseo de aventura pero que no se atreve a asumir esos regalos y a tirarse a la piscina”…

…y no depende más que de una decisión, de un momento de coraje dar ese paso o no darle.

Sí, la película trata sobre eso, y eso son cosas que a mí me tocan como persona, como individuo y más como director, cuando tenemos un trabajo que es extraordinariamente frágil, que tiene que ver con emociones, que tardamos años en sacarlo adelante y que a veces no sale y que nunca sabes cuándo va a venir la siguiente oportunidad de hacer eso y dices “a lo mejor esta es mi segunda película y mi última película, por lo menos que le llegue y que toque, que sientan lo que yo sentí, y vean lo que yo vi”. Y  ver que funciona la verdad es que ha sido muy satisfactorio.

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Javier Cámara y Raúl Arévalo en Nueva York

El proyecto parte de un guión escrito por Elvira Lindo, pero en La vida inesperada hay mucho de ti, tú estudiaste cine, viviste y acariciaste el éxito con Javier Cámara precisamente en la ciudad de Nueva York.

De repente, yo, que había vivido en Nueva York mucho tiempo, porque me formé allí como director, tenía la posibilidad de llevar esa historia a mi Nueva York, y contarlo desde mi punto de vista. Me pareció un regalo, porque yo amo la música americana, su literatura, su  cine. Sí, yo leí este guión y me enamoré de él, y me enamoré de las posibilidades y despertó en mí todo un mundo de sugerencias y la identificación fue básica y radical.

¿Qué ha significado para el estudiante de cine alicantino rodar en Nueva York una película sobre Nueva York?

Scott Fitzgerald escribió en  El Great Gatsby que nunca el mundo parece tan lleno de ilusión y de magia y parece que todo es posible como cuando ves Nueva York entrando por el puente de la calle 59, y no es banal que la película acabe con el personaje de Raúl Arévalo marchándose por ese puente. Tener la posibilidad de rodar en Nueva York, el plató de los musicales de Stanley Donen y Vincente Minnelli de los años 50, el saborcillo a todo eso que hay en esa terraza con esas lucecitas… Tengo la suerte de poder decir que he rodado en uno de los sitios más bonitos del mundo.

En la aldea global, la ciudad de los rascacielos es la capital por excelencia, y desde finales del siglo pasado  el verdadero triunfo solo se puede vivir en Nueva York, pero está muy bien puesto el pie en tierra y está bien dibujado lo amargo y lo dulce, lo que se quiere y lo que es.

Claro, eso es una cosa que está muy bien reflejada en el guión, esa doble cara de Nueva York, de ciudad esmeralda del Mago de Oz done Todo es posible al otro lado del río y las vagas promesas, pero también de ciudad sucia y difícil y hostil. A veces muy dura y solitaria, rodeada de 10 millones de personas.

Para mí era muy importante eso, el equilibrio de las cosas y el tono de la película era lo que más me interesó, y por otro, más me preocupó. La película es una comedia, pero  tiene cosas extraordinariamente serias, y donde una cosa no oculta la otra. Las risas dejan ver la amargura, pero era medir eso, que la gente se riera y se lazaran con estas historias de amor, y si funcionan se alegraran, y si no llegaran a un final feliz se entristecieran. Entonces ver que la película funciona emocionalmente, es muy bonito.

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Los protagonistas de » La vida inesperada»: Raúl Arévalo, Javier Cámara, Carmen Ruiz y Nueva York.

Nueve York está siempre presente en todo el metraje

Sí, y sabes que la ciudad ha sido rodada desde todas partes, y la doble cara que te decía también está en  Gatsby,  también está en otras películas que utilicé como referente estético, como las de Bob Fose, rodadas en esta ciudad en los años 70, como  All That Jazz. Esas películas de calles sucias, de basura, de gente que trabaja en el mundo del espectáculo, de las miserias, era elaborar, saber, tejer otro traje con esas telas, y era muy satisfactorio.

Para un director, contar con un guión firmado por Elvira Lindo es un garante de éxito, pero, ¿no condiciona la pregunta de “¿le gustará o no le gustará?”?

El guión de Elvira Lindo ha sido un regalo para mí, leí el guion y me enamoré. Luego Elvira me hizo un regalo muy bonito, independientemente de otros muchos regalos que me ha hecho, como que la primera novela de Alice Munro que leí fue gracias a ella, y otras muchas cosas. Me hizo un regalo para la película, y es que me dijo que ella quería ver como yo construía algo de su guión, ver como lo hacía mío. A veces hay directores que se limitan a filmar lo que está escrito, pero que para ella un verdadero director no es solamente alguien que dirige el tráfico, sino alguien que pone su mundo, sus preocupaciones, sus pasiones en la pantalla.

Eso para mí fue una liberación, un “¡ah vale!, es un guión de Elvira Lindo, pero es mi película”, y además la generosidad que me dé un guión y no me diga: «no te saltes ni una coma, no…», Al contrario, me dijo «hazlo tuyo, haz lo que quieras, tú eres el capitán de este barco», y luego creo que ha sido una colaboración muy grata, porque ella es una gran escritora, es una gran novelista, es una gran mujer, es divertida, es ocurrente, es ingeniosa, es culta, es muy placentero estar con ella…

…Jorge, todo esto lo pongo…

Sí, porque es verdad, y trabajar con alguien así es muy positivo, porque el trabajo es positivo, pero lo que no es trabajo es muy rico, es muy apetecible. Trabajamos en la reescritura del guión dos veces, hicimos dos reescrituras.

El guión está firmado solo por Elvira Lindo, pero me imagino que habréis hablado y trabajado mucho juntos.

Sí y no, yo hago mi labor de director, que es decir “aquí nos falta una secuencia, aquí nos sobra”. Ni siquiera en mi primera película el guión estaba firmado por mí. Mis cortometrajes sí, yo he escrito todos los guiones de mis cortometrajes, y he escrito algunas películas que no se han hecho y otras que espero que estén en proceso de hacerse. Pero yo creo que mi labor es la de director, y aunque yo no sea el guionista de la película soy yo el que cuenta la historia. Entonces también hay una parte de mi trabajo, que creo que tiene que ver con la formulación del guión. En este caso, el guión estaba escrito, había una versión escrita previa, pero ya te digo que hubo dos reescrituras de guión con Elvira, y de ahí salió la película final, de hecho había tramas que no están en la película. Hay personajes que no están en la película. Hay cosas que surgieron en la última reestructura claves, por ejemplo, la secuencia final, la conversación telefónica cuando le va a pedir dinero a la madre y la madre como que se adelanta a la petición, y hay un momento como de comunión emocional entre los tres personajes en el que te das cuenta que la madre sabe más cosas de las que le han dicho, el primo se da cuenta de que tiene que meter baza porque si no se va a descubrir el pastel, porque el primo está llorando y no se atreve a pedir el dinero. Esa secuencia no estaba en el guión, y al desaparecer ciertas cosas, esa historia quedaba sin concluir, era necesaria y es lo que cierra. Ese es un trabajo que yo creo que también es trabajo del director, decir “esa secuencia es demasiado larga, creo que aquí deberíamos hablar de esto”.

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Javier Cámara, Carmen Ruiz actores en Nueva York.

Si un actor en teatro es capaz de hacerse con un personaje sin salirse del texto, qué no puede hacer un director de cine con un guión cuando es él el que elige todo en forma y fondo.

Claro, sí, es suyo todo, no solo es la labor en el guión de terminar de limar y de esculpir  esa pieza, al final el guión es una herramienta, pero tú decides que color, que sabor, que música, donde pones la cámara, como se mueve la cámara, como se mueven los personajes, cual es el tono de la secuencia, y de repente alguien que ha leído el guión te dice “me encanta la película pero yo me imaginaba esto de otra forma”. Claro, esta es mi película, es mi versión.

David Trueba dice una cosa muy bonita sobre esto, y además David ejerce de las dos cosas, y dice que el guión es artefacto y la película es obra literaria, y yo eso lo entiendo muy bien, porque me parece que claro que la película no termina hasta que se pone el último sonido.  Yo, ahí, no tengo complejos en ese sentido, no creo en ese concepto que se utiliza mucho en España: «no, esta película es un encargo».

Eso no lo entiendo, porque por ser un encargo no te puedes limitar a poner la cámara, la cámara tiene que estar donde tiene que estar para que sea lo que tiene que ser, pero claro, yo me meto en esta aventura y le meto todo y lo quiero todo al final, es mi película.

En el cine clásico eran labores distintas la del director y la del guionista, había un momento en que  trabajaban juntos, pero unos escribían y otros dirigían.

Claro, si piensas en el cine clásico los directores no escribían sus guiones, y hay directores todavía en activo maravillosos, como son Martin Scorsese, Clint Eastwood, Ang Lee

Como eres muy honesto, Jorge, tengo interés por saber cual es tú balance de la experiencia La vida inesperada.

Al final, los que hacemos las películas, por muy cinéfilos y muy maravillosos espectadores que seamos de otras películas, somos los sastres de nuestro trabajo y muy conscientes de las costuras, de donde está la doblez, la arruga que ha quedado y no querías que quedara y el punto que has perdido, pero en esta película, como en todas, lo que importa es el viaje. El viaje que has hecho y cuanto se parece a lo que yo sentí cuando leí el guión por primera vez.

Solo me queda decir, enhorabuena señor Torregrossa.

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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