JOE CREPÚSCULO: Enamorados de su reverb.
Por NACHO CABANA.
Por mucho que uno le dé vueltas a la cabeza, no es fácil encontrar a un artista español “del estilo de” Joe Crepúsculo. ¿Es un cantautor con letras tan elaboradas como las de Nacho Vegas?, ¿un actualizador del tecno de la “ruta del bakalo”?, ¿un músico indie pop con querencia por la electrónica y los ritmos latinos?, ¿el artista perfecto para festivales de verano?…
“Pues sí y no” sería la única respuesta correcta a estas preguntas y a todas las que pretendan encasillar al autor de Museo de las desilusiones, su último trabajo que presentó el sábado por noche en la sala Paral.lel 62 dentro del Festival del Mil.lenni.
Una sala bastante llena en su parte baja y algo desangelada en el primer piso con un personal compuesto, básicamente, por personas que ya le habían visto muchas veces; fans que, con el disco llevando menos de un mes en plataformas, ya se sabían (casi) todos los temas. Tocaron el LP casi entero, lo que hubiera podido resultar decepcionante en el concierto de otro artista, pero no de Crepúsculo.
Era la del Paral.lel 62 la segunda actuación de una larga gira tras su debut en Zaragoza un día antes, ciudad de donde Joe se trajo tres adoquines que amenazó con lanzar sobre el publico (algunos con verborrea incontrolable se hubieran merecido la consiguiente herida) y estaba encantado tanto con volver a tocar en su ciudad natal (de la que está ausente desde hace quince años) como de la sala elegida para ello.
Empezó el show con Enamorado de tu reverb («Siempre quiero estar donde tú ya no estás /pero cuando estoy solo busco tu atención. /Porque cada vez que vienes me molesta más / tu presencia es algo que no puedo soportar / luego discutimos y entonces te vas / y yo me enamoro de ti») para seguir con el primer clásico de la noche, Pisciburguer (de su disco de 2017 Disco duro) en una setlist que no descuidó los clásicos.
Infierno de dulce, Jessica, Pequeño niño peluquero o Karaoke español se alternaron con Ojos de conejo, Tecnocasa («Todo el día esperando a que pase algo / y luego cuando pasa nunca me lo guardo / Otra vez voy de verde / nunca vendo nada pero tengo dance») o Suena brillante agrupando Crepúsculo sus temas más lentos (Bailar y llorar, Kamikaze y esa peculiar versión de las Rosas en el mar de Luis Eduardo Aute que popularizó Massiel) a modo de punto de inflexión del concierto.
Dejó Joe Crepúsculo para el final una tralla de las canciones más bailables que convirtieron los bises casi en la segunda parte del concierto donde sonaron, entre otras, José House y, cómo no, esa Fábrica de baile sin que nadie advirtió a los seguratas de la tradición que permite subirse al escenario al público a bailar e incluso a hacer los coros provocando en el personal de sala cierto desconcierto.
Mención especial merecen el brasileño Flavio y el estadounidense Aaron Rux, el primero a la percusión y el segundo a los teclados y ritmos pregrabados, que acompañaron a Crepúsculo brillando especialmente en el tema casi insturmental que cerró el bloque principal de su actuación en el Paral.lel 62.
Pronto en el Festival del Mil-lenni.
El próximo día 20, al mismo escenario donde actuó Crepúsculo se subirá Jay Jay Johanson, el crooner digital sueco que, tras 29 años de carrera y 14 álbumes presentará Fetish, su nuevo trabajo donde cose con electrónica melodías atmosféricas que coquetean con el jazz.
EL día 22 y en la Sala Apolo, le tocará el turno a Alba Recher con su recién lanzado disco No soy tu hombre que contiene Digna de ti, tema tan desgarrado y sincero como los contenidos en anteriores discos La pequeña semilla o Quimera.
Más información y entradas aquí.