Una imagen de la obra Iván de Javier de Dios
Por Luis Muñoz Díez
Si hay un golpe que hace perder la vertical a cualquiera es la muerte de un ser amado, y si el primer zarpazo lo recibes en el delicado paso de la infancia a la adolescencia, y la muerta es quien te ha amamantado y parido, el daño es irreparable. A partir de ahí la criatura más confiada pasa a ser un acreedor de la propia vida, y cualquier cobijo afectivo queda derribado.
En esa intemperie la posición ante todo es a la contra, en especial ante un padre que de golpe se desploma como un impostor y un paria.
La rabia contra ese padre, no es porque sea un parado sin futuro, es por ser la viva imagen de impotencia. Cómo se puede confiar en alguien que no es capaz de mantener con vida a la persona que más quiere.
Javier de Dios nos presenta Iván, una obra con estructura clásica, que basa su fuerza en la palabra. Una obra honesta y valiente, en un momento en que el teatro juega con frecuencia a la ambigüedad, Javier de Dios no vende humo, dice alto y claro lo que quiere decir. Nos presenta a Iván, un adolescente que arremete contra quien puede desde su infinita desazón, en el entorno hostil de un barrio al que la crisis le ha hurtado la esperanza. Los dos receptores principales de su ira son su padre, porque le ha fallado, y la profesora de literatura, porque simplemente no es su madre, sigue viva, y su madre no.
De Dios en esta obra significa la coherencia de la labor de los docentes, su gran responsabilidad con la sociedad, que muchas veces han de poner aparentemente la otra mejilla, porque no olvidan que quien se envalentona ante ellos, ignora que está en sus manos, y son precisamente los que tienen todas las de perder.
Que tengan todas las de perder a la larga, no quiere decir que no sean crueles sin usura, atacando por el flanco que consideran más débil. Marta, la profesora de Iván, se encuentra entre la espada y la pared, y no puede entender como Rafael, el jefe de estudios del instituto, le pide que consienta una falta de respeto continuada del adolescente.
A Marta la pone voz y gesto una actriz exquisita como es Susana G. Burgos, delicada de aspecto y fuerte de carácter, pero si los golpes son constates hasta el hierro cede y eso le ocurre a la profesora. Julián L. Montero, compone un jefe de estudios responsable e impecable, y su labor en la función es recordarnos las consecuencias que pueden tener sobre un adolescente la expulsión de su instituto, que en el fondo es apartarle de su propia comunidad.
Juanma López es el padre que cree haber hecho todo por su hijo, un hijo que le devuelve toda la ira de su rebeldía. Es curioso en la última frase que pronuncia Iván, después verter sobre su padre todo su desprecio durante toda la obra, dice “yo soy su futuro” Cómo una duda o un grito desesperado de “a mí me tiene que querer por cojones”, y en esa duda es donde nace un principio de revalorización de la figura paterna, por miedo a no ser tan imprescindible para él, la reacción del padre ante el conflicto ha suscitado la sensación en Iván de que no hay nada seguro, y aún puede perder más.
Quiero señalar el trabajo musical de José Daniel López, y la acertado el diseño de iluminación de David J. Díaz, y lo bien vestidos que están los personajes. Susana G. Burgos y Julián L. Montero están elegantes y aportan una buena percha, y la pareja de adolescentes de barrio formada por Iván y su novia Luna, a la que interpreta con acierto Laura Sopeña, serían la pareja de cualquier banco o botellón, pero las prendas y el colorido con el que visten a Juanma López, el padre, son el propio uniforme del fracaso cotidiano de quien no ha de vestirse ya para nada, ni para presumir, ni para trabajar.
Juanma López compone un Álvaro sin fisuras, es la imagen de un naufragio personal, de un hombre que la vida le ha pasado por encima, y él ha procurado estar a la altura, pero por miedo a defraudar no dice toda la verdad y defraudado del todo. Juanma hace una labor precisa con un personaje que se ve obligado a guardar el tipo siempre, tanto en su encuentro con la profesora y el jefe de estudios, en que ha de defender a su hijo, como en los que comparte con Iván, en los que finge ser quien no es, para preservarse del desprecio de su hijo.
Estoy seguro que Iván, va a ser una obra con mucho recorrido y habrá otros Ivanes, pero para su estreno no me puedo imaginar a otro, que no sea Hugo Guerrero.
Iván es una obra que emociona, y nos recuerda que no es lo mismo hacer las cosas bien o mal, porque nuestra importancia y fortaleza, reside precisamente en que somos mortales.
Título Iván / Texto y dirección: Javier de Dios / Reparto: Juanma López, Hugo Guerrero, Susana G. Burgos, Laura Sopeña y Julian L. Montero / Música de José Daniel López / diseño de iluminación de David J. Díaz / Ayudante de dirección: Sagra Gª Vázquez / Diseño gráfico y fotografía: Javier Naval
En cartel en la Sala TÚ Madrid más información de funciones y horarios aquí.