Pedro Almodóvar intentó radiografiar la España de la crisis en Los amantes pasajeros. Sin embargo, su pretensión de visión irónica sobre los problemas del país, sus dirigentes y la población en general no acabó de cuajar por su recurso al tópico, al lugar común o la más pura obviedad. El resultado fue un retrato de la piel de toro que quedaba muy lejos de la acidez con que Luis García Berlanga retrataba la sociedad del país durante la Transición en La escopeta nacional.
José Corbacho y Juan Cruz realizan en Incidencias una película no tan lejana de los propósitos del autor de Mujeres al borde de un ataque de nervios. Al igual que el manchego, escogen para su retrato cómico de España a un grupo de pasajeros que sufren un contratiempo en su viaje, aunque en esta ocasión se desplacen en tren y no en avión. Por otra parte, el tono petardo de Almodóvar es sustituido por el costumbrismo del que sus directores hicieran gala en Tapas, su popular ópera prima.
Toni Acosta, Aida Folch y Carlos Areces en Incidencias
No obstante, como ocurriera con Los amantes pasajeros, nos encontramos ante una obra fallida que no triunfa ni como crítica ni como simple entretenimiento. Gran parte de la culpa del desaguisado lo encontramos en un guion lleno de personajes apenas esbozados que funcionan como monigotes en un enredo tan poco divertido como intrascendente.
En la mayoría de los casos, cada uno de ellos representa una idea plasmada de la manera más obvia y menos original posible. Así nos encontramos, entre otros, a un político corrupto, un profesor universitario que no sabe idiomas, un hipster catalán, y a un árabe a la que gran parte de los pasajeros considera un terrorista. Todo ello salpicado con entrevistas a cámara de los protagonistas, cuyos testimonios contrastan con su comportamiento durante el suceso ocurrido en el tren en plena Nochevieja. Los responsables del largometrajes quiere mostrar así la hipocresía y la mentira que reinan en la sociedad española, que hace una cosa y dice otra completamente distinta. Lástima que el recurso resulte forzado y un tanto postizo dentro de un conjunto muy poco memorable.
Ernesto Alterio y Lola Dueñas en Incidencias
Al dislate general hay que añadir el desangelado aspecto visual del largometraje, más propio de una comedia de situación televisiva que de una película para la gran pantalla, y una mala dirección de actores, donde solamente logran brillar un divertido Carlos Areces, como el alocado conductor del tren, y un contenido Roberto Álamo, en el papel de uno de los miembros de la tripulación que trata de poner orden entre los viajeros.
En resumen, Incidencias fracasa en todos los terrenos, tanto en su visión irónica de la situación social y política de España como en su intento de ofrecer una cinta medianamente divertida.
