Por NACHO CABANA
Orion: The Man Who Would Be King de Jeanie Finlay ha sido, junto a The Ecstasy of Wilko Johnson de Julien Temple la ganadora del premio a la mejor película internacional en la décimo tercera edición del Festival de Documental Musical In-edit que se acaba de clausurar en Barcelona. Orion es un documental muy estándar en sus formas (bustos parlantes, imágenes de archivo e imágenes actuales ilustrativas) que encuentra su valor en la historia que narra: el periplo vital de Jimmy Ellis, un hombre que cantaba igual que Elvis y que luchó toda su vida con la dicotomía de triunfar (o al menos vivir de la música) oculto tras una amplia variedad de antifaces para que la gente pensara que quizás era The King resucitado… o intentar ser él mismo. El drama estalla cuando él mismo tampoco tiene nada claro lo que es o lo que quiere ser. Finlay introduce una interesante denuncia acerca de lo tejemanejes de la industria discográfica y de cómo se ha ganado a pulso la década que ya lleva en decadencia. Una historia alucinante que podría haber dado lugar a una película que asumiera en sus formas el discurso sobre realidad e invención de los personajes pero quizás lo hubiera hecho a costa de un drama humano que por sí solo es suficiente para sostener su hora y media de duración.
El premio a la mejor película española fue para Rumba 3 de ida y vuelta, de Joan Capdevila y David Casademunt, una divertida inclusión en el mundo de la música popular de los 70, sus chaquetas y sex symbols imposibles. Volveremos sobre ella más adelante.
Si la afición por la música de su(s) protagonista(s) resulta fundamental a la hora de elegir y disfrutar una película u otra de las incluidas en las diferentes secciones del In-edit, el haber estado o no al tanto de los sucesos acaecidos los últimos años en Mali resulta crucial a la hora de valorar una película como They must kill us first: Mali music in exile. En ella, su directora, la británica Johanna Schwartz documenta cómo la alianza de los tuaregs del norte del país subsahariano con Al-Qaeda primero y la irrupción del ISS después afecta a varios músicos locales.
Mali es la cuna de los padres del blues y tiene una honda y fascinante tradición musical que el yihadismo se ha empeñado en destruir. Aunque la intervención del ejército francés y los cascos azules de la ONU mantienen en la actualidad el país en una tensa calma, el daño hecho a la población y su cultura es ya irreversible. Schwartz cuenta exactamente eso y nada más que eso. Hay impactantes imágenes rodadas por el ejército francés (el único del mundo que no permite la presencia de periodistas en sus filas y que cuenta con un departamento propio de filmación), profusión de testimonios recogidos sobre el terreno y un exhaustivo seguimiento de una banda que decide exiliarse en paralelo al de otras dos cantantes que optan por permanecer en el interior país mientras todo ocurre. Lo que sucede es que no hay más discurso que el ilustrativo ni más mirada que la periodística. La obsesión por tener unos personajes que guíen la narración convierte en previsible lo que no debería serlo.
Por último Station to station de Doug Aitken parte del curioso periplo de un viaje en tren de la costa Oeste a la Costa Este de EE.UU a lo largo de 24 días y diez paradas. En cada una de ellas tiene lugar un concierto o una perfomance de músicos como Patty Smith o Beck y se suben a bordo diferentes artistas que aprovechaban el trayecto para realizar variadas expresiones artísticas. El documental es una experimentación en sí mismo ya que no se limita a contar lo que pasó sino que está conformado por 62 films de un minuto que, por ello, llaman constantemente la atención del espectador acerca del transcurrir del propio tiempo fílmico a la vez que frustra sus expectativas de querer saber o disfrutar más de algunas de las expresiones artísticas que tuvieron lugar a bordo del tren.
Ha habido, como cada año en el certamen, documentales bizarros, experimentales, biográficos, clásicos, falsos, frenéticos… una variedad asombrosa teniendo en cuenta que todos ellos se inscriben en el subgénero musical. Algo de lo que deberían aprender otros certámenes de no ficción más generalistas en teoría y mucho más constreñidos en la práctica.