Por Luis Muñoz Díez
La Ilíada, es una epopeya griega atribuida a Homero, que se dice vivió por el siglo VIII a. C. Sobre este poema épico, no hay ninguna conclusión que se haya dado por cierta, y la especulación va desde la fecha en que se data, hasta negar la mayor, que sería, que su posible autor no haya existido, y se trate de la recopilación escrita de hechos narrados por tradición oral.
De una manera u otra, poco importa quién o quienes sean sus autores, el hecho es que ha llegado hasta nosotros un poema épico, en el que se narra la ira de un guerrero llamado Aquiles, un documento esclarecedor de cómo ha zarandeado el mundo, la codicia y la vanidad del hombre, en este caso atribuida al designio de los dioses.
Guillem Clua se ha hecho cargo de una adaptación difícil, porque fajar la Ilíada en 90 minutos, y que sea comprensible una historia tan prolija en hechos y personajes conectados por lazos y afrentas encadenadas, que se precisan conocer, para entender la razón de cada hecho. Clua, quiere que quede claro que en la guerra no hay grandeza, solo miseria y nos presenta un Aquiles, totalmente enamorado de Patroclo, significando lo que Homero calla, y para Esquilo está claro.
Un desencuentro con el rey Agamenón de Micenas, lo hará retirarse de la batalla, pero será la muerte de su amado Patroclo, a manos de Héctor en la batalla, lo que le hará volver para vengar su muerte, pero la sangre Héctor no servirá para mitigar su desazón.
Clua nos sitúa frente una historia de amor de perfil utópico, por romántico, en la que una vez perdido el ser amado, todo pierde sentido. Un hecho que se repite de manera más dulce con Paris, que por seguir gozando de la raptada Helena, no le importa que se vierta más sangre, ni que se le tache de cobarde, ni que se abra el mundo en dos partes.
El momento en que Príamo rey de Troya, padre de Héctor besa los pies del Aquiles, autor de la muerte a su hijo, es otro acto de amor, en el que la dignidad pierde valor sobre el sentimiento, en este caso únicamente por recuperar el cuerpo sin vida de su hijo, y para mí, ese es el momento de ruptura de los dos hombres con lo que eran antes de que la muerte del hijo y el amado les marcara. Aquiles se da cuenta de que con Príamo suman pena, y es el dolor, el único vínculo que les queda con la propia vida, los actores Álvaro Quintana como Aquiles y Jota Haya como Príamo, nos regalan una escena realmente emocionante.
Pero está claro que al conocimiento hay que llegar, y lo que ya saben Aquiles y Príamo no cambiará nada, y la guerra se saldará como predijo el oráculo a los 10 años, con muerte acoso y botín.
Si el texto de Guillem Clua es claro en lo que quiere contar, la dirección y puesta en escena de José Luis Arellano, logra que parezca diáfano, un trabajo que ha precisado de una delicada preparación, creatividad y entrenamiento. En ningún momento saca a los actores del escenario, están acomodados en dos alturas tras una plataforma giratoria, que igual sirve para mostrar la escena amor y arrumaco de Aquiles y Patroclo, mientras los otros protagonistas dirimen sus cuitas guerreras, como para dar más plasticidad a las bellas escenas de lucha, narradas en primera persona, en que los guerreros son movidos por Andoni Larrabeiti, el creador de una coreografía realmente hermosa, que sirve para poner de manifiesto la excelente expresión corporal de los actores Víctor de la Fuente -Paris-, Alejandro Chaparro -Héctor-, y Juan Frendsa -Menelao-.
Otro logro de Arellano, es cuando cada personaje se hace dueño de la escena, y cuenta su temblor o hazaña, y en el fondo del escenario se proyecta su imagen, en un contrastado blanco y negro, haciendo una dicotomía simbólica entre lo que somos y lo que representamos, algo que ataña, tanto el común de los mortales, como los que hacen la Historia.
El elenco de La Joven Compañía fundada por David R. Peralto y el propio José Luis Arellano, está formada por actores entre 18 y 26 años, bien coordinados, que actúan de una manera compacta, y si bien puede parecer injusto nombrar a unos por encima de otros, también sería injusto no señalar el trabajo Álvaro Quintana, que compone con acierto y desparpajo a Aquiles, o a dos actores tan luminosos como son María Romero y Víctor de la Fuente, que dan vida a la pareja enamorada compuesta por el raptor Paris y la raptada Helena, a Jota Haya ese Príamo que emociona, a Javier Ariano como el arrojado y enamorado Patroclo. Katia Borlado como la desdichada Andrómaca, Cristina Gallego como Casandra la hija de Príamo, que vaticinó que el caballo de Troya era un engaño, Samy Khalil como Tersites, Jesús Lavi el certero oráculo Calcante, Juan Carlos Pertusa como Agamenón, el hermano sombrío del caprichoso Paris, que llegó a ser rey, Álex Villazán como joven Ulises, Cristina Bertol y Carmen Ibeas.
Ilíada adaptada por Guillem Clua, forma parte de El Proyecto Homero de La Joven Compañía, junto a la Odisea, adaptada por Alberto Conejero, y ambas dirigidas por José Luis Arellano, estrennadas en Madrid, el 9 de abril de 2016 en el Teatro Conde Duque.
Título Ilíada Autor Homero Adaptación Guillem Clua Dirección José Luis Arellano Reparto Javier Ariano, Cristina Bertol, Katia Borlado, Alejandro Chaparro, Juan Frendsa, Víctor de la Fuente, Cristina Gallego, Jota Haya, Carmen Ibeas, Samy Khalil, Jesús Lavi, Juan Carlos Pertusa, Álvaro Quintana, María Romero, Álex Villazán Dirección artística David R. Peralto Iluminación Juanjo Llorens (AAI) Escenografía y vestuario Silvia de Marta Música coral Josep Vila Música y espacio sonoro Mariano Marín Videoescena Álvaro Luna (AAI) y Elvira R. Zurita Coreografías Andoni Larrabeiti Dirección de producción Olga Reguilon Dirección técnica David Elcano Fotografía ensayos Paul Rodríguez Fotografía escena Javier Naval.
En cartel del 2 al 26 de noviembre de 2016 en el Teatro Conde Duque –Madrid- más información de funciones horarios y gira aquí