“Ignasi M.” de Ventura Pons, una exaltación de la jocundidad gay mediterránea

“Ignasi M.” de Ventura Pons, una exaltación de la jocundidad gay mediterránea

Estamos ante un docudrama, el tercero en la carrera del director Ventura Pons, que se inició en el cine con el estimulante Ocaña, retrato intermitente, en 1977. Ignasi M. narra a cara descubierta, a calzón quitado, las desventuras y venturas de la vida del museólogo catalán Ignasi Millet, de ilustre apellido que enraiza con la famosa oligarquía burguesa catalana.

Hijo de padres artistas, Ignasi desgrana a lo largo del film toda una serie de peripecias vitales que comienzan por darnos de sopetón en los morros con la panoplia farmacéutico-inconformista de todo gay seropositivo que se precie de serlo. Vemos desfilar pastillas, cápsulas, comprimidos, gotas, extractos…que mezclan en un totum revolutum la farmacopea canónica contra el VIH con recetas más o menos milagreras, sin que pueda faltar la Viagra para digerir sexualmente en condiciones todo el lote.

Desde esa primera escena de la película, tenemos claro que Ignasi no nos va a agriar el humor, sino todo lo contrario, nos va a llevar por vericuetos más o menos surreales a pasar un rato entretenido y agradable. Porque Ventura Pons ha dado con un personaje versátil, ágil, que siempre parece caer de pie, al que va a sacar mucho juego.

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Ignasi Millet es «Ignasi M.» un documental de Ventura Pons

El homoerotismo impregna toda la película de cabo a rabo, “Ignasi M.” es una exaltación de la jocundidad gay mediterránea, pero lo que se suele considerar específicamente gay, esto es, el sexo puro y duro entre hombres o las algaradas homosexuales de la estirpe del “Orgullo gay”, aparecen de forma muy escueta y estilizada.

Incluso nos quedamos sin saber cuál es, si es que existe tal, la vida afectiva actual del protagonista absoluto de la película. Aparece brevemente la figura de un “colaborador”, argentino treintañero pero no se nos aclara si forma parte de la constelación afectiva de Millet o no.

Recuerda la película a un episodio de “Esta es su vida”, prehistórico programa de televisión, puesta al día. Porque pivotando sobre Ignasi y conducidos por su verbo impar, irreverente, cachondo y chispeante, surgen familiares, padre, madre, hijos, ex-esposa, vecinos, médicos, hermanos, colegas de profesión…con los que siempre encuentra la palabra justa y el tono adecuado, jocundo y salaz muy a menudo, para ponerlos en su sitio, esto es, en la relación concreta que sostienen en su vida con su persona.

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Ignasi Millet es «Ignasi M.» un documental de Ventura Pons

“Ignasi M.” es un canto coral a la personalidad del concreto Ignasi Millet, ejemplo prístino del afán de superación y la lucha contra todas las adversidades, materiales o espirituales, que se pueden presentar en la vida de un prototipo de ser humano occidental de principios del siglo XXI.

En otros tiempos, con parecidos mimbres, Pedro Almodóvar generó un movimiento, una marea, cinematográficos que colocaron un cierto imaginario colectivo español en el punto de mira nacional e internacional. Lo que era fabulación o astracanada moderna en los ochenta y noventa del pasado siglo es ahora objeto de un docudrama, la pura realidad destilada dramáticamente.

El mundo gay convencional español, más o menos arrebolado y coloreado ha bajado de la ficción a la realidad. Ya está entre nosotros, no sobrevuela nuestras cabezas recalentadas en fantaseos que podían estar dotados de originalidad y buen pulso narrativo, pero que no podían sostener, todavía no, a un gay concreto sobre sus plantas en el suelo de la realidad.

Ya nadie tiene miedo a contar su verdad, como dice en una notas el director, Ventura Pons. La puerta está abierta, tanto para entrar como para salir, si es que no es una puerta giratoria. Ignasi M. da fe, notarialmente, de este nuevo estado de cosas. No debe sabernos a poco.

Ignasi M. de Ventura Pons, se estrenó en España el 31 de enero de 2014.

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

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