Llegaron por Navidad. Debieron de entrar a través de alguna duermevela entreabierta y se distribuyeron por la casa. Los verdes se posaron en las felicitaciones de los amigos más queridos y las notas cristalinas de los villancicos de Britten. Los azules prefirieron los posos del café, las manchas de vino, los ceniceros llenos. Rojos apenas vi, bellísimos y siempre en vuelo, como buscando una rama que no existe. Los marrones se acurrucaron en el despacho, al calor de facturas y bolígrafos sin tinta. El negro hizo nido en la seda del camisón que él me regaló. Por mucho que insistí, se negó a irse con los otros al final de las fiestas.
Hoy le han vuelto a nacer seis polluelos voraces. No sé con qué vamos a alimentar a estos. Sus hermanos han invadido cada rincón y apenas quedan unas migas de esperanza en la despensa.

La ilustración es de Juan Luis López
Querida Ana, el micro destila una elegancia maravillosa, una nostalgia triste que nos atrapa y nos enreda hasta dejarnos un regusto a la vez amargo a la vez dulce, como el chocolate negro. Un beso.
Buah, me encanta, Ana. Es de los que a mí me habría gustado escribir.
Ay, ese pájaro negro… Qué maravilla.
Un abrazo (el siguiente ya no será virtual)
Me ha encantado esa «duermevela entreabierta», gran despliegue de imaginación, estoy con Mar en la elegancia que envuelve el texto y con Miguelángel, también a mí me habría gustado haberlo escrito yo.
Enhorabuena crack.
Un abrazo.
Sois muy generosos, gracias y un abrazo a los tres juntos y otro de uno en uno.