Hombres, mujeres y niños (Men, Women & Children), de Jason Reitman

Hombres, mujeres y niños (Men, Women & Children), de Jason Reitman

Consumatum est…¿Las siete plagas de Egipto han caído sobre nosotros en forma de mundo virtual sobrepuesto al mundo real? ¿Tan dramático es? No, la realidad es ambivalente, lábil, fluctuante, líquida y permite transitar desde un suave humor hasta un cierto grado de drama.

Hombres, mujeres y niños, de Jason Reitman, asimismo co-guionista del film, explora de forma diría que casi redundante pero no por ello menos didáctica, las conexiones y disrupciones entre estos dos mundos.

Quizá Patricia, interpretada por Jennifer Garner, sí crea que su vida, y la de su hija, es dramática. Pero en todo Universo tiene que haber agoreros y gente que señala el dedo y no la Luna. La hija de Patricia, Brandy, Kaitlyn Dever sufre por nosotros en silencio durante casi toda la película las obsesiones de su madre.

Hay distintas vías de acceso al mundo real, tal como está conformado por padres y adolescentes. Hay un lado maníaco, otro permisivo y aún otro abusivo. Estas serían las tres apuestas fundamentales de Reitman en su película.

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Don y Helen Truby.

Ya hemos atisbado el primer aspecto, madre controladora de todas las conexiones, entradas y salidas de su retoño. En el lado permisivo viven, por ejemplo, Chris, interpretado por Travis Tope y Allison, Elena Kampouris que, fundamentalmente, lo tienen crudo.

Y luego en el abuso que hacen los padres de sus hijos, a través de la explotación de su imagen bordeando la ilicitud, tenemos a Donna, Judy Greer y su hija queridísima, Hannah, Olivia Crocicchia. Como espíritu tutelar, en cierto sentido, aunque ancilarmente sometido a sus pulsiones, limitado como puede serlo un todavía adolescente tenemos a Tim, Ansel Elgort.

La película Hombres, mujeres y niños aspira a devenir un vademécum en el que encontremos todas las fórmulas y pociones (¿mágicas?) que nos permitan transitar por lo real maravilloso o lo virtual versus real.

Así, durante toda la proyección nos dirige y hasta cierto punto conmina una voz en off, narradora omnisciente, que plantea y remodela situaciones y conflictos. Los personajes no acaban de ganar su propio peso específico porque son tratados, por lo general, como arquetipos, ejemplos perfectos de una idea del director guionista.

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Patricia y Brandy Beltmeyer.

Francamente, creo que el punto de partida no permite un desarrollo sostenible a mediano plazo de la película. Nos encontramos muy a gusto en medio de las representaciones icónicas de la virtualidad, que no son novedosas pero están bien planteadas, y menos a gusto cuando, en algún momento, los personajes deambulan solos, dejados de la mano de las redes.

Como película didáctica, y por tanto redundante, y me repito, Hombres, mujeres y niños tiene un buen pasar, apoyada en un leit motiv del gran divulgador científico Carl Sagan. Pero en la exploración de los caracteres del vacío existencial que, peligrosamente según Reitman, andamos bordeando todos, se queda algo coja.

Comedia dramática bastante pasable, Hombres, mujeres y niños, de Jason Reitman, invita a deambular por nuestros propios medios por el mundo en que vivimos, pero sin ofrecernos la historia de ningún mundo en particular.

Hombres, mujeres y niños (Men, Women & Children) (2014), de Jason Reitman, se estrenó en España el 12 de diciembre de 2014.

Autor

Soy José Zurriaga. Nací y pasé mi infancia en Bilbao, el bachillerato y la Universidad en Barcelona y he pasado la mayor parte de mi vida laboral en Madrid. Esta triangulación de las Españas seguramente me define. Durante mucho tiempo me consideré ciudadano barcelonés, ahora cada vez me voy haciendo más madrileño aunque con resabios coquetos de aroma catalán. Siempre he trabajado a sueldo del Estado y por ello me considero incurso en las contradicciones que transitan entre lo público y lo privado. Esta sensación no deja de acompañarme en mi vida estrictamente privada, personal, siendo adepto a una curiosa forma de transparencia mental, en mis ensoñaciones más vívidas. Me han publicado poco y mal, lo que no deja de ofrecerme algún consuelo al pensar que he sufrido algo menos de lo que quizá me correspondiese, en una vida ideal, de las sempiternas soberbia y orgullo. Resido muy gustosamente en este continente-isla virtual que es Tarántula, que me acoge y me transporta de aquí para allá, en Internet.

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