La obra de «Eva ha muerto» cuenta con un texto realmente hermoso de César Augusto Cair, en el que retrata la soledad de Adán de una forma tan lírica como desazonadora. La Compañía de Teatro Fierabrás estrena la función en 2009. En noviembre de 2013 se incorporó como Adán el actor Mikel Arostegui, que con el autor y Ángel Salamanca, responsable de la luz y el sonido, forman un equipo compacto que ha logrado el excelente montaje que ahora se representa en La Nao 8 Teatro.
Me siento con Mikel Arostegui para que me hable de Adán, acude a la cita con en bermudas, una camiseta de tirantes, una gorra roja y una bicicleta al hombro con la que se desplaza por Madrid, lleva la bici al hombro porque hemos quedado en un segundo piso. Mikel en la tarima recrea a Adán de una forma rotunda, que nada tiene que ver con él, y que es un buen actor, y que emociona desde el escenario ya lo sabía, he escrito de su trabajo y de la función con mucho gusto, lo que fue grato descubrimiento en esta mañana de mayo es lo entrañable y la calidad humana que respira este mozallón de Bilbao.

Una magnifica imagen de David Semuret de Mikel Arostegui, tomada en LaNao8 Teatro, donde se representa «Eva ha muerto» de César Augusto Cair.
Mikel, ¿cómo llega un chico como tú a interpretar una texto tan rico en matices como es el de César Augusto Cair?
Para mí fue un reto muy grande… fui muy camicace al hacerme cargo de un monólogo, por lo que estaría solo en el escenario y desnudo. El trabajar denudo fue en principio un golpe, pero según fueron avanzando los ensayos, parece como si todo fuera encajando y el hecho de estar desnudo se normalizó.
Eva ha muerto es una recreación sobre el mito de Adán y Eva, pero ¿cual es la esencia de la obra?
La historia troncal de Eva ha muerto es la de una historia de amor…
…Es una historia de amor, no cabe duda, pero a mí lo que me conmueve de la obra es el desazonador retrato de la soledad.
Sí, es una historia de amor en soledad
¿Que ha aportado Mikel al personaje de Adán?
Intento anclar al personaje en el suelo, luego lo dejo crecer sin límite. Mi afán es que los personajes estén vivos.
Los personajes, cuando se representan durante un largo tiempo se integran en la vida cotidiana del actor. ¿Qué le ha aportado Adán a Mikel?
En mis relaciones humanas mucho, hubo un paralelismo entre mi vida personal y la obra. Rompí con mi chica, y mas que con mi chica rompí también con el icono que es Eva. Una noche sentí que el icono perfecto de la mujer era Eva, era el amor, era el deseo. Eva era «ella» y me di cuenta de que nunca iba a tener a esa figura completa, a esa «ella» en la que yo había depositado mis aspiraciones, aunque conociera a todas las mujeres del mundo.
Eva es la imagen de la mujer por excelencia, pero no puede ser una vara de medir.
No, y la obra me dio la capacidad de entender que nunca la voy a tener a «ella», no a Eva, sino a esa mujer con la que a veces sueño, y eso me produjo un dolor terrible… yo deposito en las mujeres esa imagen, pero después es inalcanzable, se evapora, se va…
Mas que la ruptura con tu chica fue un reencuentro contigo mismo, un replanteamiento de lo que se puede esperar o no. Eso es bueno, eres muy jóven.
Tengo veinticuatro añitos.
Entonces estás madurando con Eva, llevas año y medio de matrimonio o de viudedad, porque la función se inicia estando Adán ya solo. Eva te ha hecho replantearte lo que representa lo femenino en tu vida, imagino que también la vida o la muerte.
Me ha hecho pensar en la vida -Mikel para un momento y añade- y sobre todo en la muerte. A la hora de trabajar he manejado muchas imágenes y he tenido que documentarlas.
Es inherente a mí sentir la muerte aún como algo lejano y ajeno, pero he tenido que ser muy morboso e intentar tenerla en las manos. Adán duerme sobre un lecho de hojas, donde enterró a Eva y su muerte está siempre presente.
He acariciado la muerte para el personaje y el juego es doloroso, pero en ningún momento la he sentido respirando en la nuca.
Es difícil ponerse en el cuerpo de Adán porque los resortes que nos mueven se manejan a golpe de ambición y deseo. Adán es como un niño al que se le adelantan siempre a sus deseos, y donde no hay deseo no hay gozo.
Adán no llega a tener nunca voluntad en el deseo, no tiene que elegir nada, porque se le crea cuando el Paraíso ya está creado y completo. No elije nada, Dios le sitúa en el paraíso, el está completo y es Dios quien decide que no es bueno que el hombre este solo y le quita una costlla y crea a Eva.
El pobre Adán es el único hombre que no tiene traumas familiares, ni herencias, pero carece de libre albedrío.
Cuando le expulsan del Paraíso y le quitan a Eva se le acabó el cuento, los poderosos son Dios y Eva. Dios porque es todopoderoso y Eva porque se rebela… Adán simplemente asume su destino, y hasta que no está siendo castigado de una forma despiadada no siente el deseo o la necesidad de rebelarse, y de este deseo es lo que le vuelve vulnerable por lo tanto humano.
El aprendizaje de Adán es muy duro, no sabe lo que es el deseo hasta que ha perdiendo a Eva, tampoco sabe que vive en un Paraíso hasta que es expulsado de él.
Por eso intento imprimir a Adán un toque de locura cuando repite el mantra de «no puedo más, déjame en paz». Es cruel que le despierte cada hora, le lance rayos y le obligue a relatar noche tras noches su desdichada historia.

..y otra magnifica imagen de David Semuret de Mikel Arostegui, tomada en LaNao8 Teatro, donde se representa «Eva ha muerto» de César Augusto Cair.
Tanto en el Antiguo testamento con en la función de Cair, se nos presenta un Dios siempre dispuesto a castigar, nada tolerante con sus criaturas y cruel.
Muy cruel. Se nos muestra caprichoso y egoísta, lo que lo humaniza, solo se diferencia de Adán en que él es omnipotente. Parece que utiliza su poder, no para equilibrar el mundo, sino que desestabiliza la balanza a su favor.
Pero ese Dios que se enfada y castiga con saña no deja de ser en su defecto muy humano, de alguna forma parece que mas que Dios creara al hombre a su imagen y semejanza es el propio hombre el que ha recreado un Dios a la suya.
Sí, totalmente. Dios que se nos presentan reconocible y humano, se enfada y es egoísta.
Eva de alguna forma es libre porque es mortal, y es curioso que sea la propia muerte la que nos haga libres.
Sí, porque el único atisbo de poder que manifiesta Adán es cuando han pasado ya miles de años y ve que está condenado a un infierno en la tierra para la eternidad, y es en ese preciso momento cuando se rebela y dice: «No voy a hacer lo que tú me pides, yo soy dueño de mí», aún sabiendo que puede hacer poco o nada, pero se rebela y su intención está ahí.
Con estas palabras de Mikel Arostegui cierro la entrevista, porque de alguna forma con esa intención de rebelión se acaba la criatura creada por Dios para su mayor gloria a su imagen y semejanza, y nace el hombre con todas sus variadas y valiosas limitaciones.
Título «Eva ha muerto» / Texto y dirección de César Augusto Cair / Interprete: Mikel Arostegui / Luz y sonido: Ángel Salamanca / Producción: La Compañía de Teatro Fierabrás.
La Nao 8 Teatro C/ La Nao nº 8 Metro Callao Madrid
Los jueves 7, 14, 21, 28 de mayo de 2015 a las 20.00 horas y los viernes de junio a las 22,30