“Grito” de Domingo Acosta Felipe: entre la ética y la belleza.

“Grito” de Domingo Acosta Felipe: entre la ética y la belleza.

En el Prólogo a este libro editado por NACE, Cecilia Domínguez Luis (premio Canarias de Literatura 2015) escribe que la literatura debe hacernos reflexionar, como ya había dicho Gao Xinjgian, lo que me recuerda los fenómenos de la resonancia y la repercusión a los que se refirió Bachelard. En el primer caso para hablar del efecto inmediato que produce la obra en el lector y en el segundo para algo que puede perdurar en él de manera indefinida.

Esta segunda obra editada por el poeta Domingo Acosta Felipe (Santa Cruz de la Palma, 1957) ha provocado resonancia sobre mi ánimo durante su primera lectura, y acto seguido me ha hecho reflexionar sobre ella, tanto lingüística como éticamente. Esta reseña es fruto de la repercusión de esa poesía en posteriores lecturas.

Las 98 páginas de la cuidada edición de “Grito” son un viaje a la palabra, desde la palabra misma. Es un viaje circular desde la verticalidad con que se presentan los poemas (o fragmentos de poemas) hasta la universalidad a la que aspiran en convertirse, pasando por motivos literarios bien definidos, como el sueño, la rebelión, la insularidad y la búsqueda de una estética quizá inconsciente, pero que termina logrando el poeta en conjunción con esa mirada que apoya a los más desfavorecidos, los que siempre quedan fuera del reparto, tanto económico como de las emociones.

En sus poemas se sueña mucho, implícita y explícitamente. Y eso ocurre desde el primer fragmento:

E

n

el muro

la poesía abrirá una calle

o una boca

para todos.

A veces el sueño es individual, real o artístico, pero con afán de convertirse siempre en colectivo. La poesía busca un mundo mejor tanto desde el arte como desde la moral: “H/ a/ y/ bocas/ que/ se/ cierran/ en/ los/ ojos/ y/ se/ mueren/ en/ las/ sábanas”. Y también: “C/ a/ m/ i/ n/ a/ r/ aunque no se llegue nunca/. Caminar aunque el día sea solo gritar/ y levantarse, / subirse en el esfuerzo. / Caminar / para que la esperanza no se muera / de tristeza / y el sueño crea en ti / como las hojas crecen en las raíces / que cuidan el deseo. / Caminar hasta que rompas el muro de la noche con / un árbol / y cambien tus grietas / el desierto.

El antropólogo Gilbert Durand se refirió a los tres regímenes que dan sentido a la universalidad de la obra en función de las coordenadas del tiempo y el espacio (el cronotopo de Bajtín) en su relación con el cuerpo humano. De esta forma surgen los regímenes diurno, nocturno y copulativo. Pues bien, los poemas de Acosta, al proyectarse en vertical sobre la página, la llenan a esta de símbolos como la luz y la oscuridad, la realidad y el deseo que utilizan la espada y la lanza para dar consistencia a su búsqueda. El tiempo es imparable, piensa Durand, y nos conduce hacia la muerte sin remedio. Sin embargo, Acosta apuesta por la vida, por la lucha en común, apoyándose en los signos de la literatura de calidad y, sobre todo, por su manera de mirar el mundo desde la bondad.

grito

Autor

Novelista y catedrático de Política Económica, es profesor en los prestigiosos ICADE (Universidad Pontificia de Comillas) y CUNEF (Universidad Complutense de Madrid). Licenciado y doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y máster en Estudios Literarios y en Literatura Española. Ha escrito varios libros de economía y decenas de artículos, así como cinco novelas (La muerte lenta”, 1995, “Vivir es ver pasar”, 1997, “La paz de febrero”, 2006, “Entrevías mon amour”, 2009 y “Las mentiras inexactas”, 2012), sendos ensayos sobre los escritores Manuel Rico, 2012, y Haruki Murakami, 2013, y un libro de microrrelatos, los "Cuentos de los viernes", 2015. En la actualidad está escribiendo un segundo libro de microrrelatos: "Cuentos de los otros" y una nueva novela.

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