En la imagen el actor Carlos Manrique, en una función en que cuando los actores bailan el escenario iluminado por Pilar Valdelvira se vuelve líquido como si lo hicieran en una pecera en «Germen» de Laura Garmo Foto Iñigo Sola
Por Luis Muñoz Díez
Germen, escrita y dirigida por Laura Garmo, es un espectáculo sugerente desde el minuto cero, con música original, y un músico Benigno Moreno que, con una voz redonda hace las veces de diccionario en directo. La música siempre que no ahogue a la propia función, es un valor añadido en cualquier representación, y contar con alguien que nos puntualice cuál es el significado exacto de determinadas palabras dichas por un personaje, nos orienta y ubica.
La carpintería de la pieza cuenta dos acciones paralelas, que se solapan y, hace que cada actor asuma dos personajes. Uno representado a Sin Nombre, Susana y Gonzalo y, en paralelo conoceremos su opinión sobre sus personajes y la vida en general, por boca de unos interpretes también de ficción, lo que permite un atractivo juego de teatro dentro del mismo teatro, con lo que se adelanta, e invita a la reflexión con su punto de sana provocación.
Los actores Lidia Guillem, Carlos Manrique y Coral Ros, están en una excelente forma física y lo necesitan para hablar mientras realizan ejercicio, o directamente bailan. En principio podemos pensar que la pieza se llama germen, por el hijo que esperaba y pierde Susana, de una forma abrupta, pero según avanza la representación podemos entender que tiene más que ver con el origen de las cosas, como germen de sus consecuencias.
Sin Nombre, Susana y Gonzalo, están anclados por algo que ocurrió en el pasado, y que les tiene atrapados. En concreto a Sin Nombre y a Gonzalo el hecho les marcó en su infancia, por parte de quién estaba llamado a cuidarles y a protegerles. Situándose en el papel de acreedores del género humano en general, y del responsable del daño en concreto. Sin duda la familia es germen de frustraciones, traumas e incluso abusos, pero llegado el momento hay que despojarse de la condición de hijo, y meter la pata a tus expensas.
En la función se pone como símil del sentimiento de rencor, a miles de hormigas que nos fueran dando pequeños y contantes mordisquitos. El rencor únicamente se cura con el perdón, pero para perdonar tenemos que asumir el daño que nos han hecho, renunciar a la justicia, y tener muy buena memoria para recordar, porqué decidimos tomar semejante decisión, por si las fuerzas flaquean.
El perdón no es muy compatible con la vida del común de los mortales, al vivir un presente continuo en el que apenas tenemos tiempo para la reflexión, y menos para poder situarnos en un plano divido que nos permita poner distancia, con algo que nos ha sido realmente doloso.
Lo cierto es que, Sin Nombre, Susana y Gonzalo, guardan íntegros sus ruidos interiores y, aún su carrusel no ha parado de girar. Lo que les hace muy atractivos como personajes, pero lo cierto es que se empatiza poco con estos tres psicópatas, dos probados, y la ternera por intentar acabar con la humanidad por vía venérea.
Los personajes no tienen un quiebro en su aptitud, por lo que Garmo como dramaturga consigue que sus criaturas lleguen al publico como son, despojando de hierro al drama con el juego, que por un momento se les permite desdoblarse en interprete de también de ficción, creando momentos realmente hilarantes.
Ser la autora y la directora de la pieza le permite a Gramo, que la dramaturgia de la pieza no acabe con el texto. Se potencia y retroalimenta hasta lograr altura, con cada oscuro, cuando los actores se sumergen en el baile como si lo hicieran en una pecera que llega a ocupar todo el espacio escénico, como Benigno Moreno, el músico que dice tan bien el significado de las palabras, que de pronto y a vista del publico desmonta el chiringuito.
Los arranques de la actriz de ficción que interpreta a Sin nombre que, no entiende cómo el publico no se pone en pie, y se rasga el velo del templo ante su tragedia. Su protesta está justificada porque lo cierto es que vivimos anestesiados, y nuestra única reacción casusa efecto, es si nos vamos a sentar y nos la quitan la silla, y eso porque damos con el culo en el suelo. La actriz de ficción abandonará el escenario y al público muy airada, y escucharemos como el actor de ficción, le convence para que vuelva al escenario en la intimidad del camerino.
Gonzalo era gordo, y sus padres le afeaban su condición, en medio de sus lamentaciones, mientras hace ejercicio como si no hubiera mañana, para participar en un Talk Show con el fin de encontrar pareja, de pronto se desdobla en el actor de la ficción para explicarnos que él, no está gordo en absoluto, y que, si lo dice, es porque el actor que hacia antes la función lo era.
Susana será simplemente una actriz, cuando deja a un lado su frustración y ahínco por ser madre, y nos cuenta que cuatro funciones al mes yendo a taquilla a repartiendo ente ocho, no hay quien viva, de esta profesión.
No os voy a contar como Gonzalo paso de ser un niño gordo a un joven en constante estado de regresión, ni que quebró la infancia de Sin nombre, ni porqué Susana pasó de sentir el noble deseo de ser madre, a sentir rencor contra la humanidad, ni como se reconcilian Sin Nombre y Susana con la vida, si lo queréis conocer asistir a una representación de Germen, conocéis a Benigno Moreno, el músico, Lidia Guillem, Carlos Manrique y Coral Ros, y disfrutareis de, y con ellos.
Germen, esta programada en la Sala Nave73 de Madrid, más información y compra de entradas AQUÍ.
TEXTO Y DIRECCIÓN Laura Garmo. INTÉRPRETES Lidia Guillem, Carlos Manrique y Coral Ros DISEÑO DE SONIDO Y MÚSICA ORIGINAL Benigno Moreno. DISEÑO DE ILUMINACIÓN Pilar Valdelvira. ASESORIA DE MOVIMIENTO Natalia Fernandes. FOTOGRAFÍA Iñigo Sola. PRODUCCIÓN Surge Madrid y Colectivo Germen