Véronique Olmi firma Mathilde, un texto que parte de un hecho que ha cambiado la vida de un acomodado matrimonio parisino, formado por Pierre un brillante oncólogo y Mathilde una conocida escritora. Se inicia la función con el reencuentro de la pareja en la casa que han compartido durante trece años. Ella aparece de improviso, y él quiere aparentar sorpresa, pero ha estado esperando durante tres largor meses este momento, ha metido en cajas sus objetos y ha cambiado la disposición del los muebles.
De entrada el terreno está bien delimitado en la historia, él es el acreedor y ella la deudora sin atenuante, de esa forma Pierre ha tejido el discurso del reencuentro, pero para su sorpresa Mathilde vuelve confusa pero fuerte, sin arrepentimiento alguno.
Ante la postura de Mathilde el discurso de Pierre se desmorona, el arsenal de reproches, el juego de recrear su vergüenza, su sufrimiento y el infringido a los que hipotéticamente la quieren, se topa con una mujer que no tiene complejo de culpa alguno.
La obra es intimista, marca senderos de cómo pueden continuar su historia, dañada a mi gusto mas por haber sido sometida al juicio de la opinión pública, que por un deterioro real. Y de ahí lo árido de la historia, porque aparentemente no se quieren y donde no hay amor no puede germinal el doloroso desamor, pero dependen el uno de otro, y quizá la dependencia es un aliado infalible para crear lazos eternos en las parejas.
El director Gerard Iravedra, acota a los actores en un espacio cercado por cajas de cartón, y no hay nada que produzca una sensación de pérdida y provisionalidad como una mudanza, donde ya nada está en su lugar, y que lo vuelva a encontrar de momento es solo una promesa, como es una promesa el futuro de Mathilde y Pierre como pareja. Gerard realiza un trabajo muy delicado, porque ha de mostrar y hacer crecer a unos personajes anclados en su emoción y derrotados de salida, en los que solo anida la esperanza cuando aparece la luz de la duda.
Marina San José realiza un trabajo primoroso con un personaje que ha de defender no solo como actriz, también como ser humano. En un principio tiene todas las de perder, pero con una delicada fortaleza la actriz amasa y colorea a esa Mathilde, con sus sentimientos y sus razones.
Gorka Lasaosa, compone un Pierre muy compacto, oscila entre lo que quiere y el que dirán. No es el mismo Pierre, el que lee al principio y escucha música, creyendo ser un acreedor de Mathilde sin fisura, que el que busca soluciones razonadas del final. No es tan de una pieza, ni tan bueno, es vulnerablemente humano, y ese camino para dotarlo de humanidad lo recorre el actor durante la función con tino, sin apenas levantarse de un sillón.
Mathilde tiene un texto destemplado, porque da voz y pide respeto para una opción condenable, quizá mas por ser mujer, pero no quiero dar detalles. Gerard Iravedra, templa la pieza teatral, y a ese conjunto disjunto que forman la pareja de Mathilde y Pierre, que no podían haber encontrado unos actores que los presten voz y gesto que a Marina San José y Gorka Lasaosa.
Título «Mathilde» / Texto: Véronique Olmi / Dirección: Gerard Iravedra / Elenco: Marina San José y Gorka Lasaosa / Ayudante de dirección Richard Sales / Escenografía y vestuario Silvia Romero / Producción Julia Álvarez / Prensa Guillem Andres Ruiz.
«Mathilde» se estrenó el 3 de junio de 2015 en La Nao 8 Teatro y a partir del 9 de julio de 2015, se representará todos los jueves del mes a las 22.15 horas en la Sala Off del Teatro Lara