Por Amelia Meléndez
Andrea Perissinotto (Venecia, 1981) lleva más de siete años en Madrid donde se ha desarrollado como artista tanto en formación como en actividad expositiva individual o colectiva, y últimamente despunta también su labor de comisario como bien testimonia el evento Exposición Número 1 (acto primero) con el que ha culminado, el pasado 28 de noviembre de 2014, su residencia dentro del vivero de artistas e industrias culturales de Matadero Madrid.
La videocreación es otro de los campos que ha interesado a Andrea Perissinotto. Es más, sus primeros proyectos artísticos correspondieron a documentos visuales de esta índole, realizados íntegramente por él, en los que aglutina diversos conceptos, siempre ligados al arte en general. Posteriormente, Andrea fue reorganizando su labor artística y los primeros vídeos fueron dando paso a otras experiencias creativas, tales como el collage, la fotografía, la pintura o las instalaciones.
La primera videocreación, denominada Game Over (2004) está compuesta por nueve piezas, dedicadas cada una a un color del cubo de Rubik, con el añadido del negro, gris y violeta. Éstos vídeos fueron realizados poco antes de su venida a España y tienen una función de cierre de una etapa vital. Y lo cumple en la esfera emocional pero artísticamente tiene una función de pórtico. Los intereses que luego ha ido desplegando en distintas esferas están ya contenidos en esta obra videocollage.
Aunque las piezas funcionan individualmente es muy recomendable el visionado de la serie completa disponible en su canal de youtube pericle181.
En Rosso (Ardore angoscioso) se apropia de la imagen de los medios, en algunos casos dejando bien clara la trama de puntos de cuatricromía del offset, tomando imágenes de la religión (amores religiosos de la virgen hacia el Niño Jesús, abrazos de Pantocrátor, el cónclave vaticano), de la política, símbolos de represores. Y los combina con las bocas abiertas que significan ese ardor y las manos abiertas embajadoras del deseo. Subraya el contraste entre la masculinidad celebrada de las escuadras Ferrari y la fuerza del instinto prohibido que reclama su espacio.
Arancione (Tripudio incontinente) da un repaso con luz de neón a la idea de festejo jubiloso sacando ejemplos del carnaval brasileño, la obra de Dalí escultórica sobre El Ángelus, el flamenco, familias celebrando en un baile conga pero también béisbol y gimnastas, tango, el afán de éxito y de elevación de triunfo.
Blu (Indisposta razionalità) reflexiona sobre la normatividad que se nos impone desde las señales de tráfico (dirección obligatoria en sentido recto o mediante giro a la derecha), las opciones de los mandos televisivos y el zapping televisivo, las máquinas tragaperras y hasta la producción racional de vida avicultora que denuncia el ojo inquisidor de un pavo.
La pieza dedicada al amarillo, Giallo (Frenesia lampeggiante) lleva al extremo esa normatividad de circulación a través de neones estroboscópicos, videojuegos (Bola de Dragón), ludopatía y compulsión digital, ferrocarrilles y tráfago ciudadano para reflejar el frenesí agotador de la búsqueda del dinero.
Después de estas cuatro piezas, Grigio (Esanime tumulto) introduce un tiempo lento en el relato, un tiempo retrospectivo y melancólico. El vídeo toma un incidente casual, una nieve intempestiva que inunda el paisaje y cubre el cielo de gris como una premonición funesta.
Bianco (Auspicio prospettico) nos da claves personales valiosas. El artista que filma esta serie está realizando un álbum fotográfico familiar. En el umbral hacia la madurez reflexiona sobre el origen, el más próximo, el familiar, la boda de unos padres. A él se unen los nacimientos, las margaritas y los dibujos que proceden de manos infantiles, la primavera de la vida.
En Verde (Lentezza introspettiva) se impone una reflexión sobre el propio cuerpo pasado por xerox, y música adolescente de Enya, Breathe easy de Blue. Los peluches, los tréboles del jardín familiar y las manos de una anciana, las tramas de enea de la mecedora fundiéndose con la hierba seca, la paciencia de tender la ropa. Es una pieza que habla de cuidadores familiares, de la relación con los abuelos.
Viola (Torbida intimità) interrumpe esta introspección con la irrupción de los espacios de tránsitos, baños de hoteles, trenes, cánticos de convento, guardias de seguridad de dictadores como Pinochet en la televisión, cierta angustia acompañada por Evanescense o Sarah Brightman, abrazos de manos y agua desbordada, algo no está pudiendo ser controlado.
Finalmente Nero (Annichilente reminescenza) agrupa varios motivos presentes en las otras piezas (banco nevado, mujer en mecedora, margaritas, tiempo, fuego, cercanías, vía desierta, molino, rasgados de guitarra) pero añade un matiz de término, de una vida, como los pies de mujer sin zapato exánime en una camilla de morgue que aparecen brevemente o los zapatos sin dueño, los vagones desde fuera cuyas puertas se cierran y esa juntura de baldosa como conexión que se filma como una vía que parte de la intimidad familiar para dirigir su trayecto hacia otra parte fuera de ese ámbito de protección.
Así como nos es fácil encontrar a una persona que sea capaz de observarse desde fuera y analizar su línea de conducta, no es sencillo encontrar un artista que sea capaz de alcanzar una buena dosis de consciencia sobre la construcción de su proyecto creativo. Esta obra forma parte de la apuesta de Perissinotto por la expresión emocional y sentimental. Unida a su natural delicado refuerza esa potencia de cercanía con otros que le convierte en un artista agente necesario en cualquier circuito artístico, un artista que tiende lazos, que crea y fomenta la convivialidad.