El horóscopo semanal se iba cumpliendo al pie de la letra: el lunes se había llevado kiwis en vez de las manzanas habituales –“Iniciarás la semana con la Luna en tu signo, lo que te aportará un toque de excentricidad”; el martes había ido por un par de papayas y había coqueteado descaradamente con el frutero, dejando resbalar un tirante de su vestido–“Gozarás de una picardía muy sensual”; el miércoles, mientras elegía una piña, se habían citado para el viernes, aunque no pudo evitar la tentación de pasarse el jueves, con la excusa de probar los desconocidos maracuyás, sólo por asegurarse de que las miradas ardientes de él no habían sido un espejismo- “Tus planes transcurrirán por los senderos que anhelas”.
Cuando llegó la gran velada todo fue como la seda y acabaron en casa de él. “Te mereces lo que está llegando ahora a tu vida y recogerás los frutos que has sembrado”, recordó mientras él fumaba aburrido en el dormitorio y ella maldecía la precisión del horóscopo entre retortijones de vergüenza, frutas exóticas y diarrea por cuarta vez aquella noche.
Ana, es magnifico…
Me río entre lo siempre incierto de las cosas del horóscopo, los leo algunos domingos y vamos, ni de una aciertan.
Tu micro sí que es acertado le das un giro «frutal» maravilloso.
Besicos, amiga
Bueno, a veces hay que darle un «empujoncito» a los horóscopos para que acierten, y esta chica se lo trabajó a conciencia :) Gracias y besos.