FRIDA KAHLO, la vida de un mito.
Exposición inmersiva en el Ideal centre d’arts digitals de Barcelona.
Sin fecha de salida.
Por NACHO CABANA
Frida Kahlo se ha convertido, a estas alturas del siglo XXI, en un icono pop de la centuria pasada, a la altura del Che Guevara, John Lennon o Audrey Hepburn. Alguien cuya (poderosa e inconfundible) imagen va más allá de su obra hasta el punto de poder ser reconocida por personas que desconocen todo sobre su pintura y biografía.
La espectacular exhibición que se desarrolla actualmente en el Ideal Centre d´ars digitals del Poble nou en Barcelona (un antiguo cine de barrio vaciado y completamente adaptado para este tipo de eventos) se dirige principalmente a los que admiran a la Frida luchadora, con problemas de movilidad, feminista y sexualmente adelantada a su tiempo. A los que quieren saber más como fue la vida de la mujer que está detrás de su infinitamente reproducido retrato.
Nada más entrar, un altar de muertos nos da la bienvenida a la entrada de un largo pasillo con fragmentos (y una cronología final) de la vida de Frida así como fotografías y recortes de periódicos que ilustran los momentos clave de su biografía. El altar de muertos está presidido por una hermosa fotografía de Frida junto a un enorme planta de maguey y compuesto por calaquitas, imágenes de la Virgen de Guadalupe así como los elementos habituales de esta tradición mexicana que constituye la puerta entre el mundo de los vivos y de los muertos durante tres días al año (del 31 de octubre al 2 de noviembre).
Dejando atrás el pasillo, nos introducimos en una sala donde se exhiben dos piezas artísticas inspiradas por sendos momentos en la vida de Frida: su accidente y su convalecencia. Frida nunca pintó el momento en que un autobús arroyó a otro en el que viajaba la artista (y que había agarrado por culpa de regresar a su escuela a buscar el paraguas que se le olvidó) y el estudio de arte digital Nueveojos lo recrea con una (interesantísima) instalación tridimensional basada en una tecnología denominada multilayer que mediante la superposición de capas transparentes crea un efecto de video volumétrico; una traslación digital de las técnicas que usó Hitchcock para que sus pájaros aterrorizaran a Tippi Hedren dentro de una cabina telefónica en su mítico largo de 1963.
La pieza con la que comparte sala la anterior es un mapping generado a partir de un algoritmo de inteligencia artificial gratuito y accesible, obra de Jordi Massó en el que se recrea la cama como centro neurálgico de la obra y el dolor de Frida Kahlo, plasmándose visualmente la relación causa efecto de uno y otro. Sin el accidente no habría habido dolor y sin este Frida jamás se habría convertido en artista.
Los objetos punzantes que provocan ese dolor son una constante en la obra de Kahlo junto a las calaveras, las sandías, las granadas, las papayas… De todo esto se nutre la siguiente instalación titulada Simbología infinita y obra del laboratorio creativo Play a bit. Es la más pop de todas y juega bien con los espejos; sabe a poco después de las dos anteriores pero prepara para el plato fuerte al que se accede tras pasar por la zona infantil donde se invita a los niños a pintar su propio retrato de Frida con la excusa de que los autorretratos constituyen el grueso de su obra pictórica.
Este espacio rememora la pulquería «La Rosita» que la mexicana y sus alumnos de la escuela de pintura «La Esmeralda» decoraron antes de su inauguración. No tiene mayor interés si el visitante acude solo o acompañado de adultos.
El espacio principal del recorrido lo ocupa la biografía inversiva de Martes Studio, Raffel Plana y Daniel Llamas que reproduce en 360º algunas de las fotos e informaciones vistas en salas anteriores organizadas cronológicamente y con el suelo completando una proyección que alcanza sus mejores momentos cuando el espectador se encuentra literalmente dentro del claustro del colegio de Sal Ildefonso o entrando a la delegación de Coyoacán en la Ciudad de México. También resultan muy sugerentes las frases de Frida escritos en las paredes o usar una cortinilla de desgarro para pasar de un capítulo a otro.
La siguiente sala ofrece algunas interesantes reproducciones de la ropa que Kahlo usaba para ocultar los corsés y su pierna afectada por la poliomielitis elaboradas por la Cooperativa de tejido tradicional renacer 8.2 conformado or mujeres que se asociaron para salir adelante tras el terremoto que afectó Oaxaca en 2017. Faldas de terciopelo brillante, blusas con bordados indígenas o unas hermosas piezas de joyería acompañan a una “Barbie Frida”, un ejemplar del Vogue donde fue portada en 1937 o periódicos con la noticia del accidente que le lanzó al dolor y al arte.
Antes de salir, al visitante le espera la última de las sorpresas. Una película de realidad virtual en la que, tras una breve introducción donde una actriz maquillada y vestida como Frida canta La llorona, sitúa al espectador dentro de la cama de la pintora para, desde allí, ver brotar a tu alrededor su habitación primero y la Casa azul después. Cuando la cama comienza a moverse (muy conseguido el efecto de desplazamiento) y sale a los jardines y de ahí a la calle (estupendo el guiño al antiguo cine Ideal en el que se encuentra el centro de artes digitales) para continuar volando por todo el universo de Frida en una experiencia que resulta más inversiva que la que ocupa el espacio principal. Excelente el trabajo de bit para Ideal.
Es Frida, la vida de un icono, en suma, una estupenda oportunidad de conocer la vida del mito aunque no su obra. Supongo que será por un problema de derechos de reproducción de sus cuadros, pero se echa mucho de menos no ver ninguna de las obras pictóricas de la mexicana.
Claro, que despertada la curiosidad, todo es acudir a Google y pasar un buen rato deleitándose en su universo lleno de color y dolor.