Francisco Gijón: «los estudiosos de la Historia acabamos siendo un poco frikis»

Francisco Gijón: «los estudiosos de la Historia acabamos siendo un poco frikis»

Hoy nos acercamos a un viejo amigo que nos acompaña en Tarántula desde hace ya algunos meses. Nos habla todos los martes de clásicos que, imprescindibles o no, forman parte de su bagaje cultural y que de alguna manera constituyen el universo literario de éste y de la mayoría de los países de Occidente. El Quijote, Hamlet, la Gitanilla, o el mismísimo Principito de Antoine de Saint Exupéry no le son ajenos; como tampoco lo son topónimos como el lago Baikal, la península de Dingle o la Bretaña francesa si es de geografía de lo que hablamos. Estamos ante un escritor  enamorado de la historia que emplea una buena parte de su tiempo en escribir, aprender y divulgar. Su nombre: Francisco Gijón.

Francisco, un especialista de historia antigua residente en Cartagena no podría haber elegido un enclave mejor para dedicarse a la divulgación y a la recreación de la historia, pero ¿la elegiste tú o te eligió a ti esta Qart Hadst de los fenicios?

Aunque ya conocía la ciudad porque de pequeño mi familia solía veranear en Santiago de la Ribera, he de admitir que fue casualidad (si es que las casualidades existen, que pienso que no). Yo era un madrileño nómada que había vivido con su familia en Calatayud, Gijón y Torrevieja, y que estando de paso por la Región de Murcia se fue a enamorar de una cartagenera. Eso fue hace 20 años.

¿Te ayuda de alguna manera ese entorno de ciudad bimilenaria a la hora de escribir o recrear motivos históricos?

Enormemente. Por fortuna soy una persona que ha tenido la suerte de viajar mucho, disfrutar de diferentes paisajes y frecuentar gentes diversas e interesantes. Allá donde me ha sido posible, he compaginado mi pasión por la Historia con excursiones que me han permitido contemplar in situ las pinturas rupestres de Lascaux o Altamira, el Anfiteatro Flavio de Roma (Coliseo), la Muralla Adriana que todavía hoy delimita una singular frontera entre Inglaterra y Escocia, los yacimientos neolíticos de Newgrange al norte de Dublín o las magníficas musivarias y obras edilicias que hay en el área de Lyon y la vecina Vienne, y que son una maravilla.

España es un país apasionante desde muchos aspectos y el arqueológico no es el menos evocador. Tenemos en nuestro territorio testimonios de casi todas las culturas que han existido en Europa desde el hombre de neanderthal. Y entre tanto tesoro histórico-artístico contamos nada menos que con una de las ciudades más antiguas del arco mediterráneo. 2222 años de historia ilustran cada rincón de Cartagena, una localidad pequeña que le permite a uno ir del museo arqueológico al teatro romano, de éste a la romana casa de la Fortuna, de ahí a la muralla púnica, de esta última al museo de arqueología marina o incluso al fantástico museo naval, andando relajadamente bajo un clima benigno que facilita mucho el deleite de los sentidos. Soy un privilegiado porque allá donde mis recuerdos no cubren las lagunas que tiene mi imaginación, solo tengo que irme a dar un paseo para respirar no solo el pasado púnico o romano de la ciudad, sino el bizantino o el decimonónico en un momento dado.

 

Teatro romano de Catagena

Reconoces ser un aficionado a la historia desde pequeño y en la actualidad vives de ella, se puede decir que eres un hombre muy afortunado porque las humanidades en este país no pasan por su mejor momento; hasta quieren fulminar la filosofía y el latín de los planes de estudios… ¿cómo vives esta especie de complot contra la cultura?

Con mucha amargura y consternación. La mayor parte de mis libros divulgativos se venden fuera de España. Los que estudiamos la Historia nos estamos convirtiendo en una especie de frikis, en unos bichos raros. Se está mutilando impunemente el sistema educativo desde hace décadas y es lamentable contemplar hasta qué punto la desidia ha hecho que lo chabacano sea honorable y que la mediocridad sea poco menos que un plus para las nuevas generaciones. Tras la ominosa década de la “titulitis” hemos ido a caer en la no menos vergonzante era del desprecio a la cultura, a la formación académica, y a los propios docentes, a los que casi por Real Decreto se les está estigmatizando con perversa premeditación y alevosía, impidiéndoles realizar un oficio que siempre ha tenido mucho de vocacional. Es una estafa en toda regla. Los políticos de todo color tanto a nivel regional como nacional han estafado a varias generaciones de jóvenes condenándolos a la ignorancia. Es muy triste contemplar la impunidad con que se perpetra esto desde el poder, pero todavía lo es más observar la degradación lograda y la indolencia que ante ella están demostrando los más jóvenes. En fin. Si es cierto que la Historia es pendular, es que ya tocaba.

España, en ocasiones, ha sido una potencia en las artes y en la literatura en particular; de hecho en los últimos años ha habido una gran producción literaria, en tu opinión ¿qué autores u obras destacarías de toda esta avalancha?

Aun a riesgo de que más de uno se enfade conmigo, tengo que decir que tras la muerte de Camilo José Cela y Francisco Umbral, los dos autores más jóvenes a los que podría mencionar son Javier Marías y Antonio Muñoz Molina. Con esta respuesta quiero significar dos cosas: en primer lugar que no he leído todo de todos y no me he formado conclusiones definitivas; en segundo lugar que una cosa es escribir libros y otra muy distinta hacer literatura.

La novela histórica es un género que ha proliferado mucho en las últimas dos décadas, todos tenemos en la mente multitud de títulos, muchos de ellos verdaderos bests sellers ¿pero cuál es tu opinión sobre su calidad literaria?

Cuando un autor se documenta hasta la extenuación, como Santiago Posteguillo, el best seller muestra una relación calidad-éxito digna de elogio. Cuando esto no ocurre, tampoco pasa nada porque el público cada vez tiene menos cultura histórica como para saber si una novela está bien o mal documentada. Esto en parte se debe a los dengues del sistema educativo y en otras ocasiones a que muchos lectores pretenden cultivarse por medio de la novela, que no deja de ser una ficción (el término “novela histórica” a mí no me gusta, yo prefiero decir “ficción histórica”). Por ejemplo: la imagen que mucha gente tiene de los emperadores Julio-Claudios es la que adquiere tras leer el Yo, Claudio de Robert Graves, que consiste básicamente en una primorosa pero escasamente revisada actualización de la Vida de los Doce Césares de Suetonio y que carece del suficiente aval historiográfico como para considerarse otra cosa más allá de una magnífica y muy entretenida novela (que no es poco) muy alejada de la función didáctica que algunos le han otorgado. Por otra parte las editoriales tampoco es que sean muy exigentes con sus autores, ya que buscan sacar al mercado libros fáciles de consumir.

¿Qué novela o novelas históricas destacarías de la producción española o internacional?

Sinué el Egipcio, de Mika Waltari; Yo, Claudio, de Robert Graves. Y cualquiera de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós.

Las Cartas de Atilio, Los Cuadernos de la Memoria o Morituri son algunos de los títulos de tus novelas. Tu interés por la historia y la cultura del Imperio Romano son indudables. ¿Cuánto permanece de este acervo cultural en nuestro país a estas alturas?

Todo. De la furia circular del Coliseo nos hemos ido a la furia circular de la plaza de toros. De la furia oval del Circo Romano nos hemos pasado a la furia oval del estadio de fútbol. Vestimos, calzamos, dormimos y hasta cagamos (perdón por la expresión) como ciudadanos romanos. La gente se sorprendería de lo poco que han cambiado nuestras costumbres en los últimos 20 siglos. A la novela El Satiricón o a los grafittis pompeyanos me remito. El principal cambio lo supuso el advenimiento del cristianismo, que hizo que la sociedad pasase del panteísmo al pandiabolismo, es decir, de tener muchos dioses a tener muchos demonios.

Somos conscientes de que esta es una pregunta tópica en este tipo de entrevista, pero también sabemos que son las que más interés suscitan entre los lectores ¿con cuál de los personajes y/o situaciones históricas de tus novelas te has sentido más identificado y por qué?

No sé si trato de poner en todas ellas muchas cosas mías o es que sencillamente no lo puedo evitar. El protagonista de El Carbayón tiene la misma concepción del mundo mágico celta o astur que yo. Muchas de las reflexiones que ofrece Lucio Atilio (Las Cartas de Atilio) son respuestas a preguntas que yo me hago. Mi Napoleón (Los Cuadernos de la Memoria) vive sensaciones que yo conocí bien hace apenas cinco años. Los personajes de Morituri tienen todos el rostro de personas que he conocido y algunos de los diálogos están extraídos de la realidad.

Llama la atención que a tus 40 años tengas ya una producción de libros de divulgación histórica como si fueras octogenario, libros que abarcan desde la Edad Media hasta la actualidad, pasando por el Imperio napoleónico; desde tu perspectiva de estudioso de la Historia ¿qué hemos aprendido como civilización a estas alturas del siglo XXI?

Yo fui siempre un malísimo estudiante. Cuando me di cuenta del tiempo perdido me entró el ímpetu por corregir mis muchos errores y equivocaciones. Por eso ahora me levanto todos los días a las 5 y media de la mañana y trabajo prácticamente hasta las 9 de la noche, con el intermedio de algún quehacer cotidiano, la comida y, por supuesto, la siesta inevitable que compensa mis insomnios. Esto hace que una jornada de mi vida sea doble, por lo que es normal que me cunda mucho el trabajo. Otrosí añado que tengo 40 años pero llevo escribiendo desde los 18, y que estoy publicando en los últimos cinco años el resultado de más de veinte estudiando, leyendo y escribiendo, por lo que el mérito es cero por mi parte.

En cuanto a tu pregunta. Yo creo que no hemos aprendido absolutamente nada. Si hubiésemos aprendido algo no estaríamos como vamos a estar, pero es lo que toca. Ya se encargan muchos gobernantes de obstaculizar lo poco que podríamos aprender para que nadie se salga del guión.

Internet, Facebook, twitter, e-book, Wikipedia, Amazon… la tecnología nos bombardea y ha cambiado en muy pocos años el ámbito que rodeaba al escritor o al hombre de letras ¿te sientes a gusto con estos términos o echas de menos alguna cosa de la liturgia que envolvía la literatura hasta hace pocos años?

Pues yo estoy muy a gusto porque la liturgia no ha cambiado en mi caso: escribo a mano en un cuaderno. Tengo amigos que no me creen, pero es algo que puedo demostrar documentalmente y con testigos. Tuve cuenta en Twitter pero no sé qué pasó que me la bloquearon y ni me he preocupado por ella porque me parecía un rollo tremendo. El ordenador lo uso para pasar a limpio mis escritos y para estar en contacto con mucha gente de todo el mundo, documentarme y demás. La Wikipedia no me gusta porque no es de fiar y cualquiera puede ponerse a sí mismo en ella o alterar los contenidos de las entradas falseando los datos. Para mi lo mejor de Internet es que me permite ponerme en contacto con gente de cualquier parte del mundo en tiempo real y beneficiarme de su generosidad para que me ilustren sobre temas que no controlo y que me interesan sobremanera.

Sabemos que eres muy activo en el uso de las redes sociales, de hecho en tu perfil de Facebook sueles comentar, reflexionar e incluso polemizar sobre multitud de temas de actualidad o históricos ¿piensas que el uso que le damos a esta herramienta social nos resta tiempo para leer la prensa, escuchar la radio o disfrutar de un buen libro?

A mí no. Lo que pasa es que yo tengo siempre abierta la pantalla de FB y el correo electrónico porque son las herramientas con las que estoy en contacto con colegas de profesión de todo el mundo. Yo leo el periódico (más de uno) todas las mañanas y me encanta la radio. Y el que diga que no encuentra tiempo para leer un buen libro miente como un bellaco o pone una excusa muy poco creíble: basta con apagar el televisor.

Te defines como escritor, divulgador y viajero, ya conocemos un poco tus dos primeras facetas, pero ¿qué nos puedes contar de la de viajero? Recomiéndanos un lugar donde perdernos.

He viajado por medio mundo, pero todavía me queda mucho por visitar. Si quieres perderte y que no te encuentren el lago Baikal es ideal porque nadie se va a tomar la molestia de ir a buscarte y el paisaje es precioso (en verano; en invierno prepárate). Si prefieres un retiro sosegado, la península de Dingle, en Irlanda, es tu opción. Si eres un romántico, siempre te quedará París. Y si me preguntas a donde me iría yo sin dudarlo… bueno, la Bretaña francesa es una buena alternativa a Irlanda.

Península de Dingle (Irlanda)

 

Y no podía faltar en tu producción literaria la poesía, la niña mimada de la literatura. ¿Crees que en el siglo XX perdió definitivamente su conexión con la gente de a pie volviéndose más intelectual? ¿Se ha convertido en un producto sólo para una elite?

No. Es que la gente es muy vaga y le da miedo calentarse la cabeza. Este año he tenido el privilegio de conocer personalmente tres poetas magníficos: Vega Cerezo, Simón Hernández Aguado y Vicente Cervera. Si la poesía es consumo de élites es porque la supuesta plebe necesita que ésta tenga acompañamiento musical para escucharla. Animo vehementemente a que la gente consuma poesía, tanto clásica como contemporánea. Les garantizo que es sumamente adictiva. En un idioma como el castellano, que contiene una tradición poética indiscutible desde todos los puntos de vista, la calidad abunda y sobrecoge.

A parte de tu labor como escritor, bloguero, divulgador, viajero, colaborador en nuestra revista… aún sacas tiempo para participar en la Coral Tomás Luis de Victoria de Cartagena… y recientemente has organizado un Certamen de Microrrelatos de Historia que lleva tu nombre: Francisco Gijón. ¿Cómo surge esta idea y cómo ves el nivel de escritura de nuestra juventud?

Empiezo por el final. El nivel de escritura de la juventud deja bastante que desear. La falta de léxico, la imposibilidad de plasmar adecuadamente las ideas, las malas concordancias de sujeto verbo y un sinfín de fallos que se han convertido en crónicos hacen que cada vez haya más gente menor de 40 años que no sabe escribir en su propio idioma. La culpa la tiene el sistema educativo y la indolencia de unos y otros (a mi en la carrera me podían suspender un examen si tenía más de dos faltas de ortografía. Eso ahora es impensable). Los que venimos de los manuales de Lázaro Carreter –y me permito insistir en que yo fui un muy mal estudiante- asistimos escandalizados ante el retroceso sufrido en los últimos veinte años. Pero como hay mucho talento y mucha buena intención entre la gente joven y no tan joven y no hemos encontrado vacuna para resolver este mal, pues lo mejor es que cada uno aportemos nuestro granito de arena como podamos. De ahí y de mi interés por plantear el desafío de que los relatos fuesen históricos surgió la idea del Certamen.

En cuanto a la Masa Coral Tomás Luis de Victoria, he de decir que es una de las mejores cosas que me han pasado este año. Es un privilegio y un orgullo que la familia de coralistas que la componen me haya adoptado con tanta generosidad y cariño.

Hace tan sólo unos días tuve la ocasión de asistir a la presentación de la última novela de Mario Vargas Llosa en la Casa de América de Madrid, el premio Nobel de literatura afirmaba que su deseo sería morir con la pluma en la mano ¿compartes esta idea?

No. A mi que me pille jubilado, viejo y leyendo buenos libros de autores jóvenes. Aunque hoy por hoy una de las peores cosas que, desde el punto de vista material, me podría suceder, es quedarme sin papel y boli. Gasto una media de tres bolígrafos por semana, a veces cuatro.

El escritor Francisco Gijón

Y no podría acabar esta primera aproximación a Francisco Gijón sin antes preguntarle por las ideas y proyectos que bullen en su cabeza ¿En qué se ocupa tu pluma en estos momentos?

Uno siempre anda con tres carpetas simultáneas y va saltando de unas a otras. Por eso, aunque estoy terminando una novela sobre Oscar Wilde que me temo va a sorprender bastante, también me felicito por haber terminado, tras tres largos años, la documentación que precisaba para abordar una ficción histórica ambientada hace 28 siglos. Por otro lado tengo un dossier muy divertido para una novela humorística cuya trama transcurre en un centro de enseñanza secundaria español y que está basado en hechos tan reales como inverosímiles.

Autor

Nací en Madrid, pertenezco a un ámbito en el que la cultura ha colmado por sí misma muchos de nuestros anhelos y nuestra forma de sentir la vida. La literatura, la pintura, el teatro, la arquitectura, el cine, la música… el ARTE en general, son términos muy ligados a mí. Estudié filología hispánica en la Universidad Complutense aunque los avatares de la vida me empujaron por el mundo de la comunicación. He tenido la suerte de trabajar en algunos de los medios más importantes de España y, aunque no soy experto en nada, me complace ser aprendiz de todo.

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