Recuerdo las noches en las que me cruzaba, en la entrada, baños, en la pista de alguna sala de conciertos de la capital, con Fernando Martín; yo sabía perfectamente quien era él, no al revés. Su imagen me transmitía historia. Y es que hay ciertos personajes en el rock nuestro a las que no es fácil acercarse con el cuento, aunque no sea un cuento y aunque sea totalmente digno del: “Hola, mira, escribo para una revista, tal, me gustaría tal y tal, pascual…”. En esas noches, además de por el respeto que siempre me han infundido, tanto él como su hermano Guille, su historia común e individual, como por la seriedad que mostraba Fernando, no llegué a cruzar palabra. Hoy, tras varias y maravillosas coincidencias, compartir cervezas e incluso palmas y micros, saber de su espíritu inquieto, amabilidad y gracia, puedo sentarme, como hice la semana pasada, a charlar de lo que realmente importa, el oficio, y de una fecha clave en el calendario de esta nueva temporada: Viernes 4 de Octubre en Galileo Galilei, un repaso al repertorio de Desperados, con invitados y amigos de carretera de auténtico peso como Rosendo, Loquillo, Jaime Urrutia, J.A. Romero, Rubén Pozo, Manu Clavijo y Platos Rotos.
Personalmente creo que este concierto es importante, por lo que significa y por lo que nos van a ofrecer Fernando Martín y su banda, Southern Confort Band, seis músicos malagueños de primera que se unieron a Fernando hace poco más de un año con el corazón el la mano: Adolfo Flores, (guitarra acústica, voz y coordinación musical), Alex El Zurdo Meléndez y Pepe Blanca, (guitarras eléctricas), Manuel Molés, (piano y órgano), Pepe Salas, (bajo), y Víctor Alcalá, (batería). Tocarán y grabarán para el presente y para el recuerdo los temas de Desperados por razones que él mismo explica:
“El repertorio se quedó colgao, mi hermano y yo cuando hicimos la banda Neverly Brothers, más acústica, hicimos un concierto en 2005 en plan de despedida pero luego no se hizo nada más, y los otros dos integrantes de Desperados nunca quisieron saber ni hacer nada a partir de la disolución en el 89.”
Siempre con su hermano Guille en la cabeza, Fernando va repasando el recorrido del grupo, su posición personal y la de los demás integrantes de la banda pasada; también los conflictos más latentes, muchos de ellos, que por elegancia, dejo fuera…
“Yo siempre he tenido la suerte o la desventaja de tener que tirar del carro. Mi hermano era un genio musicalmente, pero más vago que su puta madre, era imposible, hacía una canción por disco y fuera… Rafa, al principio cuando tenía el impulso juvenil era muy bueno, con canciones muy buenas, pero luego se empezó a quedar colgao con el tema de su curro, de ganar pasta y tampoco era un gran guitarrista, porque además los guitarristas o tienen carisma o tocan muy bien, no era ni un caso ni otro. Si tienen carisma da igual que toquen peor porque llenan el escenario, por ejemplo Julián de Los Rodríguez. Luego Amando el bajista era gay, que mientras todo funcione no hay problema, pero cuando decía: “Chicos, lo siento pero no me puedo quedar que tengo que hacer la cena a mi novio”, pues claro, pensábamos, esto no es una banda de rock. Las composiciones de unos y otros empezaban a chocar, ya no motivaban para cantar ni para tocar.”
La reivindicación del repertorio de una banda, donde las turbulencias, sobre todo al final, estaban latentes, es lo que se rescata en este concierto, por romanticismo, por cojones, por disfrute y justicia…
“Fue una época complicada al final, el último disco en el 89, yo me metí en el estudio y defendí mis canciones, sabía perfectamente lo que hacía, y mi hermano por supuesto, aunque el hijoputa ni siquiera se lo preparaba, tenía talento suficiente para llegar y hacerlo, yo si me lo curraba, y el resto… En fin, sacamos el disco y al poco tiempo lo dejamos.”
Fernando es un ser generativo en general, sólo hay que ver su labor al frente de la publicación Madrid en Vivo Go!, su trabajo en Radio Nacional o sus artículos en El País, por citar lo más sobresaliente, pero sobre todo en el mundo del rock, y el mundo del rock no es nada fácil. Hay que entender que las pilas del alma también se gastan, entonces: ¿Cómo llegó a cantar de nuevo? ¿Cuál fue el detonante de este encuentro?
“Yo llevo toda la puta vida empujando incluso cuando no he hecho música. Yo he comprendido mi papel, no me ha vuelto loco por dejar de cantar, no tenía más cojones que hacerlo, tenía que escribir, comer, tenía una pareja… Mi vuelta no ha sido forzada, primero porque produje a Platos Rotos, que habían hecho una canción homenaje a mi hermano y segundo porque caí en una depresión de cojones y fueron ellos los que me dijeron que para estar ahí hecho mierda y teniendo las canciones que tenía que saliera pa alante, y cuando te das cuenta ahí estás otra vez. En esa época me bajé a Málaga con mi hijo, me enganchó un tío por el facebook que era muy fan de Desperados y me propuso quedar, y yo pensando: «bueno, no es el mejor momento…», creía que era un colgao de los 80 que me iba a dar la turra, y llego ahí y el tío en plan, “¿Qué necesitas? Yo te busco a gente que también son seguidores de Desperados, esto, esto y lo otro”. Al día siguiente me ví rodeado de gente que se sabía toda mi vida y todas mis canciones, y fuero ellos los que me dijeron de montar otra vez el repertorio y bajamos a tocar a un bar para empezar…, y lo que pasa en provincias, que acabamos en el Teatro Echegaray de Malaga con 250 personas con Miguel Ríos y Javier Ojeda de invitados, y ya verás el día 4, sonando como una puta locomotora. Para mi esto no es negocio, es vida, vida a base de canciones.”
Tras una conversación bastante más extensa de lo recogido hoy, cuento las horas para que llegue uno de los acontecimientos del año. Poker & Bourbon, Molly, La Llave Maestra, La Tormenta, Flores muertas, Esto no es América, Barras y Estrellas…, y un largo etc, con un Fernando Martín en plena forma, os lo puedo asegurar…
“En mi tumba quiero que el epitafio sea:
Yo por lo menos lo intenté, con eso me vale”.