Por NACHO CABANA
Antes de nada, celebrar la reapertura del teatro Apolo de Barcelona tras casi dos años de cierre; ahora felizmente gestionado por SMedia tras haber sido arrasado por sus anteriores responsables financieros y creativos.
Fama es el montaje más ambicioso que hasta la fecha se ha representado en el coliseo del Paralelo y coincide en la cartelera de la Ciudad Condal con otros tres musicales de gran formato, un cuarto más mediano y varias obras destinadas al público infantil.
El primer acierto de este montaje de Fama es haber respetado la localización y la época en la que se desarrollaban tanto la película de Alan Parker original como la exitosa serie televisiva que la continuó: la Nueva York del inicio de los años 80 que, recordemos, en aquel momento era contemporánea a ambas producciones.
Obviamente, el paso del tiempo ha dado a Fama un cierto barniz nostálgico del que no se abusa en el montaje que nos ocupa que pone el foco en los aspectos coreográficos y vocales del original, sus puntos fuertes desde su debut en las tablas en 1988.
Coco Comin ha mantenido los estilos de baile del original, sin caer en la tentación de actualizarlos. En sus propias palabras: “He intentado mantenerme fiel al estilo de danza jazz que se iniciaba entonces en las escuelas y que discurre paralelo a la película y la serie. El espectador, recordará mucho este estilo de baile americano que, también mezcla muchos elementos del ballet. Por lo tanto, no se ha trasladado a nuestros días. Incluso el baile de hip-hop, he intentado buscar un hip-hop muy primerizo, llamado locking, que empezaba a surgir unos años antes”.
Es todo un acierto sustituir el número flamenco con el que comienza el segundo acto en el original por un espectacular número de top dancing multitudinario; muy cuidadoso y prudente el número de apertura (que enlaza en tono con el de la graduación final); tan espectacular como se merece el que da título al show y muy sentido el Como Meryl Streep interpretado por Dianne Jacobs. Esta barcelonesa de origen filipino brilla en el aspecto vocal como Serena Katz, especialmente en sus dúos y solos sin descuidar lo coreográfico aunque algo corta en lo dramático. Lo mismo le ocurre a Clara Peteiro que da a su Carmen Díaz la “fuerza latina” que el personaje reclama gracias a una excepcional potencia vocal.
Betty Akna, como Mrs. Sherman, resuelve con solvencia pero sin especial brillantez su rol, al igual que Morena Visci como Iris Kelly. No pude ver a Rendel Raúl como Tyrone Jackson sino a su cover, Óscar Gabriel que destaca en lo acrobático por encima de lo dramático.
Sin embargo, hay varios “farolillos rojos” en el cast que lastran las secuencias en las que intervienen empezando por Pablo Raya como Joe Vegas. Este actor, con amplia experiencia en musicales como Flashdance o Mamma Mía, exagera y sobreactúa cada una de sus líneas en cada una de sus apariciones. Es esta tendencia a la exageración un problema en la dirección de actores que Fama comparte con otras producciones musicales actuales. Sin llegar a los excesos de Raya, Andrea Malagón recurre con descaro al humor físico para tapar algunas impostaciones en su voz.
La escenografía resulta eficaz y vistosa aún sin contar con grandes cambios de decorado, estupenda la aparición final del taxi en el reprise; el vestuario que firma la directora junto a Juan Ortega da el pego de los ochenta así como el trabajo de maquillaje y peluquería.
Fama resulta, en definitiva, un espectáculo muy entretenido que respeta al espectador en tanto y cuánto no introduce (con un par de fácilmente suprimibles excepciones) anacronismos y localismos en el texto y que da cuenta del espectacular nivel musical de unos jóvenes cantantes y bailarines que ojalá puedan tener continuidad en sus respectivas carreras.