Agencias de noticias, ediciones impresas y electrónicas de los diarios más importantes del país, informativos televisivos, redes sociales… vivimos bombardeados por un sinfín de fuentes que en todo momento nos mantienen al tanto de lo que ocurre a lo largo y ancho del mundo.
Sin apenas excepción, tal tropel de medios de comunicación pretende caracterizarse por una neutral labor de difusión de noticias y por la publicación de numerosas y plurales opiniones. Pero, se pregunta Camilo Taufic (1938-2012), autor de Periodismo y lucha de clases: ¿es esta pretendida independencia real, fingida… o siquiera posible?
Para Taufic (destacado periodista chileno, investigador y consultor en comunicaciones recientemente fallecido) el periodismo no es sólo la forma más dinámica de la comunicación social, sino que, en el ejercicio de informar y dar su interpretación y opinión sobre las noticias, se convierte, a la vez, en una fuerza política activa; incluso, y a fin de cuentas, el periodismo es un instrumento de la lucha de clases que se da en el seno de la sociedad, que influye de modo directo en la realidad cotidiana.
Pascual Serrano, prologuista del libro, se refiere a un nuevo tipo de censura: en la medida en que las empresas de comunicación “se adueñan de la oferta informativa de una sociedad podemos hablar de la sustitución de la libertad de expresión por el derecho a la censura en manos de una clase social”. La libertad de prensa, de este modo, no es más que la privatización de la censura.
El diario burgués opera como una empresa comercial que «vende noticias» y, al correr tras la máxima ganancia, su criterio informativo pasa a ser también un criterio financiero; vale decir, explota de preferencia aquellos temas que le aseguren mayores ventas. […] La selección temática en sus diarios se hace según un criterio que es, simultáneamente, comercial y político.
Camilo Taufic
Si echamos un vistazo al pasado, podemos rastrear este conflicto en un autor como John Milton (1608-1674): la censura de Estado en Inglaterra acompañó desde el primer día de su invención a la imprenta de Gutenberg. Los poderes establecidos impedían sistemáticamente la reproducción y difusión de aquellas obras en las que aparecieran ideas contrarias a ellos. Milton propugnó, al contrario, la necesaria dialéctica que ha de darse entre la verdad y la mentira, de cuya pugna siempre saldrá victoriosa la primera. Ahora bien, para ello es preciso que la Verdad tenga libre acceso a la realidad, es decir, que su testimonio pueda ser comunicado libremente.
Pero, como denuncia Camili Taufic, en tanto que instrumentos, los medios de comunicación no jugarán otro papel que el que deseen asignarles sus dueños, “y así podrán ser instrumentos de cultura o instrumentos de incultura; medios de dominio o medios de liberación; elementos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para enaltecerlo o para hundirlo”. En palabras de Milton (Aeropagítica): “El paso de los siglos, que no nos devuelve una verdad que ha sido extraviada, sí hace, a veces, que la falta de esa verdad haya conducido a naciones enteras a un destino desgraciado”.
Podemos ser dirigidos por la prensa sin advertirlo. Y no existe en ningún diario la información por la información; se informa para orientar en determinado sentido a las distintas clases y capas de la sociedad, y con el propósito de que esa orientación llegue a expresarse en acciones determinadas.
Camilo Taufic
Periodismo y lucha de clases tiene el objetivo, explica su autor al comienzo de la obra, de destruir un mito: la inocencia de la información. Las noticias son mandatos; el periodismo, una forma de dirección social. Se informa, en última instancia, para dirigir. Para Taufic no existe en ningún diario la información por la información: se informa, sea manifiestamente o de manera encubierta, para orientar en determinado sentido a las distintas clases y capas de la sociedad, “con el propósito de que esa orientación llegue a expresarse en acciones determinadas”.
Ahora, un periodista o un grupo de periodistas ya no pueden, ellos solos, sacar un periódico con sus propios medios. Los periodistas son asalariados que sólo ejercen una débil influencia en las empresas de prensa, dirigidas en su mayor parte por hombres de negocios incapaces de escribir un artículo ellos mismos, que explotan el trabajo de los periodistas y les toman apenas en consideración.
Jean -Maurice Hermann, «Nuestra libertad»
¿Es posible eludir los intereses de los accionistas que dirigen los grandes medios de comunicación? Este libro, publicado en Akal, ofrece una herramienta muy útil para responder críticamente a esta cuestión y, quizás, para comenzar a practicar un nuevo tipo de periodismo que luche por conseguir la –acaso imposible– independencia informativa.
Más que interesante¡¡