¿Qué nos hace ser considerados como seres humanos? ¿Es nuestra condición de pertenencia a una especie o la capacidad para pensar y sentir? Esas son algunas preguntas que ha formulado la ciencia ficción que aborda de una manera u otra la denominada inteligencia artificial. Desde Blade Runner, con su famoso lema ‘Más humanos que los humanos’, hasta The Machine, pasando por cintas como A.I. o Eva, el cine fantástico ha reflexionado sobre las diferencias y semejanzas entre humanos y aquellos robots que cada vez se parecen más a los individuos de carne y hueso.
Ex Machina, la película de Alex Garland, se podría encuadrar dentro de este particular subgénero, aunque haya que reconocer al guionista de 28 días después una habilidad para desarrollar su historia en espacios cerrados y con muy pocos personajes. El británico sabe sacar todo el provecho a ese particular búnker donde acude un experto informático para pasar una semana con su jefe, el dueño de una empresa de nuevas tecnologías que quiere que pruebe su más reciente creación: una androide de bella apariencia.
El cineasta imprime a su filme un tono malsano donde los secretos y las traiciones de los personajes parecen más propios de una cinta de cine negro que de una de ciencia ficción. El tono extrañamente aséptico del decorado provoca más si cabe la desazón en el espectador.
De paso, lanza algunas reflexiones interesantes acerca del uso de las búsquedas que realizamos en internet y reinventa la figura del mad doctor, que aquí toma la forma de un genio de las nuevas tecnologías. Por otra parte, la película parece conectar con algunas ideas que el escritor y cineasta plasmó tanto en su novela La playa, como en su correspondiente guion de la adaptación cinematográfica, que dirigió Danny Boyle. Al igual que en aquel libro y película, Garland demuestra cierto gusto por ambientar la trama fuera de la civilización y descubrir el lado oscuro de ciertos gurús.
A la vez, Garland deja patente su capacidad para imprimir tensión soterrada a su libreto y se descubre como un estupendo director de actores. Alicia Vikander, encargada de dar vida a la atractiva robot, logra mezclar con habilidad sensualidad y misterio en su mejor personaje para el cine, mientras que Domhall Gleeson resulta muy creíble como ese joven informático asombrado por la inteligencia de su jefe y turbado por la atractiva robot que tiene que examinar. Igualmente magnífico es el trabajo de Oscar Issac, que evita caer en excesivos histrionismos en su papel de Dr. Frankenstein del siglo XXI.
Sin inventar prácticamente nada, Ex Machina se convierte en una interesante mezcla de ciencia-ficción y thriller que consigue entretener sin renunciar a la inteligencia.