Y luego dicen
que bebiendo alcohol se acorta la vida:
se acorta el tiempo,
no la vida.
Siempre he desconfíado profundamente de los abstemios. Tengo la impresión de que en su renuncia a la ebriedad hay una legitimación implícita de la vida como mera supervivencia, un acomodamiento acrítico a las estructuras de poder que nos quieren sanos, productivos y obedientes. Y es que toda rebeldía bien entendida tiene un importante componente autodestructivo. Y lo tiene, felizmente, en el momento en que el individuo toma conciencia de la comedia que se representa constantemente a su alrededor y decide pisar el acelerador: cualquier cosa menos esta supervivencia administrada a pequeñas dosis de grisura por el espíritu de la pesadez.
Soy soy soy…
Eso es, demasiado soy.Me encantaría beberme a mí mismo.
Vaciarme hasta el fondo de las copasde los árboles.
Y así, Raúl Campoy Guillén en Etanol Mortis dibuja poema a poema (valdría decir trago a trago) una geografía alucinada de la insumisión, una irreductible conciencia que trata de mirarse a sí misma en el espejo de un lenguaje que se sabe insuficiente para aprehender el vértigo de la ebriedad. Por eso en muchos de sus poemas son las propias palabras las que parecen estar en guerra consigo mismas, cebadas de una carga explosiva que se agazapara en el interior del discurso.
A punto de explotar en algunos versos:
Así es la vida.
Uno elige cómo llegar a lo que nadie elige.
La droga no es beber,
La droga es haber nacido.
Y remansada en otros como el velo de un licor que nos aturde:
Me gusta beber al borde del mar
Y sentir la ebriedad de sus movimientos
Y al lado de la dinamita, como parte indispensable de la poética de Raúl Campoy, encontramos el juego. El hedonismo un poco triste de quien sabe perfectamente inútil lo serio. El juego de las formas:
“…con tu lánguida carátula calórica”
Y el juego de la conciencia liberada a sí misma, el juego de los ácratas, de los creadores, de los que saben la labor poética como la única legislación veraz de lo invisible:
Creer es crear.
Sentir es crear.
Yo creo y siento que bañarme después de unas copas
es como estar en el vientre de mi madre.
Es lo que siento ahora,
así que si lo siento así es porque ahora
sí es así.
Salud, poeta.
Etanol Mortis, de Raúl Campoy Guillén, Olifante, Ediciones de poesía, 2013